UN MUNDO FELICÍSIMO
UN MUNDO FELICÍSIMOhttps://www.elrincondecasandra.es/diario-de-la-pandemia-madrid-13-marzo-de-2020/
El tsunami de estupidez, densa, creciente, inagotable, avanza a tal rapidez que parece situarse sin esfuerzo a la altura de los labios, de los ojos, haber anegado totalmente el cerebro y paralizado en las extremidades cualquier acción defensiva, sin permitir siquiera la simple huida. Con perfecta tranquilidad un análisis socioeconómico anuncia el cambio inevitable de forma de vida al que no cabe sino someterse. El suplemento económico dominical [1]pontifica que baja de un irrefutable Sinaí la nueva Ley: nada volverá a ser como antes […] fin de la era analógica […] se acabaron las tiendas de barrio y la asistencia a las grandes superficies [… } se reorganiza el ocio, con una vida más casera […] Se acabó el tiempo no digital […] El mundo tal y como lo conocíamos en febrero se ha acabado. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el virus por España, ahí tenemos instalados a una dictadura, Leyes, a un Presidente y a un Gobierno con visos de eternidad por imperativo telemático postmoderno. Nadie los ha elegido, ninguno los ha aprobado, es la maniobra más antidemocrática que imaginarse pueda de imposición general, irreversible, ubicua y absoluta, aupada, naturalmente, en la excusa de que cualquier asomo de alarma y oposición sería una retrógrada y absurda rebelión ludita[2] contra los avances de la ciencia. La destrucción de cuanto hay de grato en el vivir cotidiano exige el todo o nada, y goza como acelerador de un proceso previo de chantaje en una población habituada a la estúpida falacia del terror a ser tachada de no progresista- El anunciado robo es de una talla nunca vista e impresionante. Se sacrifica nada menos que la voluntad, el libre albedrío, los derechos más elementales y el vivir cotidiano del conjunto de los ciudadanos en el ara de la devoción a la existencia online, al puñado de empresas que la manejen y a los escogidos y nunca antes tan privilegiados núcleos gubernamentales y fácticos unidos a ellas. La España de 2020, en su desastrosa gestión de la pandemia, el nivel ínfimo y ridículo de su Gobierno y la sumisión bovina, acobardada y resignada de sus ciudadanos es un excelente ejemplo. Los privilegiados se guardarán muy bien de vivir de tal manera y les faltará tiempo para huir, en cuanto se apaguen el micro y los focos, a entornos y experiencias verdaderos.
Qué mejor que pasarse la mayor parte del tiempo estabulado entre cuatro paredes, pendiente de un transmisor audio-visual, comiendo paquetes encargados a distancia, vistiendo, bebiendo y tocando perfiles ficticios, charlando con guarismos millonarios de amigos inexistentes. Y pagando para mantener una jauría de sueldos, dietas, prebendas, pensiones a perpetuidad, cargos, asesores, ministerios inútiles, ridículos y espurios a los cuales además, -y ésa es la mayor desgracia- su nivel ínfimo no les permite sino idear consignas e injerencias en la privacidad e incluso sentimientos y pensamientos de la gente, ésa que, a su pesar, los mantiene con los impuestos a su trabajo.
Agotado por el uso el chantaje de “Es usted un facha, reaccionario, franquista”, etc., etc., amanece el nuevo: Todo online o nada. De lo contrario se quedará sin móvil ni aplicaciones, lo cual es peor que la muerte. Aprovechando una vez más el trayecto del Pisuerga virtual y las reales ventajas que su adecuado uso ofrece, se impone de facto como horizonte mucho más allá de la pandemia una reclusión domiciliaria perfectamente controlada, horarios y disponibilidad laboral indefinidos y censura social a gogó para los individuos y amantes de la vida real críticos. Con un poco de suerte, se incluirán en el plan pausas-café con proyección de compañeros virtuales y gafitas nocturnas para simular caricias que pueden llegar, según tarifa, hasta el orgasmo
Uno de los bienes colaterales de cambio tan excelente es, por supuesto, la supresión de esos sectores lentos, improductivos, y nada fotogénicos que son los viejos, de discutible calidad informática, reacios a abandonar memoria, cultura y trato humano, convertidos en forzosos robinsones de pocos metros cuadrados a base de roerles vías transitables eliminando transporte público, amigos de la sinceridad y la evidencia e incómodos partidarios de alzar la voz y denunciar el tsunami de estupidez y atentados al más elemental sentido común. Con el benéfico virus se han conseguido importantes logros en este meritorio rasgo del progreso técnico: Ya ha habido selección de los que no valía la pena que siguiesen estando vivos y lo que se ha hecho y aceptado socialmente una vez (siempre hay nuevos judíos y estrellas amarillas) se repetirá. Ya se ha conseguido que se los mire como leprosos y fuentes de contagio. Puede que la siguiente propuesta de un avispado becario de las empresas online sea estabularlos frente a pantallas gigantes.
Europa, y España, no poseen enormes reservas de petróleo, ni exportan gas y minerales raros, pero sí tienen un bien principal, tan valioso y único que ha sido imitado y adoptado por el Globo entero: Una mejor, más grata, feliz, segura y libre forma de vivir. Si no son capaces de reconocer y defender esto están haciendo un pésimo negocio, ellas y el menú exportado desde Silicon Valley y empleado a gigantesca escala por el Partido Comunista Chino.
El gran golpe de estado es de tal magnitud que su dimensión ni siquiera se advierte ni su efecto se concibe. Sin exposición ni acuerdo ni permiso ciudadano alguno se roba a la población lo más valioso: Su modo de vida, el que prefieren, el que es más grato y más humano y les proporciona, día a día, fragmentos modestos pero seguros de real felicidad. Deben y deberán desaparecer los contactos directos, pequeños comercios, restaurantes, bares, los paseos por galerías de tiendas, la comida servida en mesa, el camarero conocido, las cañas, las tapas, la librería con su librero. Todo deberá en la práctica ser prohibido, quedar fuera del alcance, ser anatema, resto decadente de un pasado ineficaz ¿ Ineficaz para quién? No para la inmensa mayoría a la que esto le proporcionaba satisfacción, calor, humor, atención, dicha, compañía, ejercicio de su libertad, descubrimiento de otros. Cada cual deberá encerrarse con su ordenador, recurrir para absolutamente todo a su pantalla, ignorar la existencia del mundo externo excepto por el repartidor que llame a su puerta y los fotogramas que el rectángulo escoja y le presente. Ya no habrá, no hay, empleados conocidos en los bancos, ni oficinistas a quienes recurrir, ni informadores. Habrá, para todo, larguísima espera, pantalla, líneas, la completa dejación de responsabilidad personal puesto que todo depende del programa informático, la inmensa pérdida de tiempo acumulada en intentos de contacto con voces mecánicas y sedes vacías y el grado de indefensión más grande que ha conocido jamás el ser humano.
Nadie, ningún ciudadano ha elegido ese mundo horrendo, ninguno ha votado tal programa ni ha dado su beneplácito para que le arrebaten, so pretexto de eficacia y necesidad de implantación online, por completo su forma de vida infinitamente más grata y mejor. Ni uno solo optaría sinceramente, si se le diera la opción, por la grabación, las pausas, la respuesta mecánica en vez de la atención personal. Sin embargo el gran golpe de estado se ha impuesto y el virus ha sido providencial para acelerarlo, tergiversar el secuestro de libertades e imposición total y totalitaria que condena y denigra cualquier resistencia como simple, torpe y caduca incapacidad de adaptarse al progreso, a la nueva era comunicativa y los avances científicos. Se trata de utilizar de forma fraudulenta y desmesurada recursos puntuales técnicos útiles, y justificar un descomunal fraude y ataque contra una población privada de defensa, fichada y controlada al máximo, desorientada y manipulada por el chantaje de ser calificada de reaccionaria y opuesta al cambio moderno. El proceso no comenzó ayer; se ha amasado con el culto a lo nuevo, lo reciente, lo joven, lo gregario y lo fácil y con el paralelo desprecio al humanismo, la historia, la memoria, el individuo, la vida privada y el esfuerzo, a lo que no está bajo la tecla y el millón de mensajes sino en el camino recorrido hacia el conocimiento y la merecida libertad.https://www.elrincondecasandra.es/siempre-hoy/pandemia-y-pandemias-2020/
Rosúa
[1] El Nasdaq anuncia el fin de la era analógica. Actualidad Económica. 6-12 septiembre 2020. Por Josef Ajram.
[2] Ludismo: Movimiento, que comenzó en Inglaterra en el siglo XIX, de artesanos opuestos a la introducción de nuevas máquinas por el peligro de pérdida de puestos de trabajo. Se ha asimilado, erróneamente, a general tecnofobia.