07/30/23

ESPAÑA, BÚSQUESE UN BUEN AMO.

BÚSQUESE UN BUEN AMO

Búsquese un buen amo, aconsejaba Pío Baroja a la protagonista femenina de una de sus novelas. Porque, en efecto, idealismos y romanticismos aparte, cuando no se sabe vivir sin sopa, cuchara y combustible a cargo de una mano más fuerte en quien delegar la incómoda responsabilidad personal ésta es la mejor y única solución. Tiempo ha, hace mucho aunque fuese hermoso engañarse, que el país en el que actualmente se escriben estas líneas ni vale como tal ni merece serlo. Está encantado de residir en la cárcel de dos títulos, positivo y negativo, Buenos/Malos, tan falsos y ficticios como utilitarios, que le liberan de la penosa tarea de pensar, de juzgarse a sí mismo y a cada individuo exclusivamente por sus propios actos y de pagar cada cual por sus errores, miserias y estupidez notoria y profunda, España, por decir algo porque ni nombre ni lengua tiene, sólo posee una muy justificada vergüenza de sí.

Las soluciones son claras y muy pocas: Ábrase la cárcel de la falsa pertenencia al club dual Buenos/Malos póstumo, parásito e impostado y al mundo de Yupi a costa ajena (siempre es ajena), sométanse a general acuerdo los nuevos nombre de territorio, gentilicios y bandera, y, a continuación espérese de la benignidad y cálculo de intereses de algún país real la adopción de España como colonia, provincia, protectorado o similares. La adoptada siempre saldrá ganando porque ha quedado demostrado hasta la saciedad que ésta es su mejor opción y ella no vale para otra cosa excepto para contentar, como el campesino olfateador de la novela de Delibes, al  amo que garantice la pitanza.

Con no poca sino muchísima suerte, tal vez podrá convencer a Gran Bretaña de que amplíe hasta el Cantábrico su frontera de Gibraltar, con lo que es muy posible que se garantice un idioma común en Administración y Enseñanza y que, de haber atentados terroristas, el por imitación e imposición, que no por su valor, pueblo español denuncie a los asesinos y no a su Gobierno democrático. Es ciertamente dudoso que Gran Bretaña acceda. Sus problemas actuales con el Bréxit son coyunturales y anecdóticos puesto que en nada rozan su dignidad de conciencia de país, de sus instituciones y de sus derechos individuales como ciudadanos. La España aspirante a la adopción no lo tendrá fácil. Mucho tendrá que explicar y ocultar de su reciente historia para que los ingleses imaginen algo como que una panda de asesinos de más de ochocientas personas y sus representantes se hayan sentado en el Parlamento madrileño. Demasiado insólito para gentes con adecuado coeficiente de dignidad ciudadana. Por fortuna se podrán hacer valer el clima, la oferta vacacional, el número de cervecerías y la densidad de camareros. No mucho más.

La elección popular de bandera y signos puede añadir al lote de oferta el simpático toque de país folklórico. Se votará, por una vez, rigurosamente por individuos, no por grupos, etnias, tribus, clases ni sexos, con lo cual la enseña ex nacional española, para distracción y regocijo de las naciones reales europeas, podrá ser, por ejemplo, de lunares bordeada de faralaes y los himnos un rap cacofónico de sonidos, carraspeos, pedorretas, dialectos y acentos con acompañamiento de castañuelas, silbos gomeros y gaitas.

El Big Ben

 

La adopción por el buen amo tiene la ventaja de que sirve de preámbulo y entrenamiento para la cadena de servidumbres que amaga, de menor a mayor, en un probablemente inevitable horizonte: Los españoles se irán haciendo primero a que cuando los visiten sean tratados con el mayor desprecio por amos fácticos internos, catalanes y vascos, que les arrojarán las propinas al suelo y exigirán se les trate según su señorío foral, racial y económico. Seguirá el Club de Amos Representantes del Planeta y el Tercer Milenio, y Fresquito Igualitario, cuya policía verde patrullará las calles con acceso a los domicilios, despensas, librerías, cocinas y camas. Todo lo anterior no será sino el preludio de unos amos benévolos en comparación con los Grande Buenos Amos. China y Rusia junto con su corte de rendido vasallaje oriental y occidental, que eliminarán, con el urbi et orbi on line, cualquier asomo de libertad y criterio personal.

Por lo pronto, en España subasta del país, cambio de bandera y búsqueda de un buen amo es la única solución. No hay otras.

Rosúa

Madrid, 30 de julio de 2023

 

07/22/23

LOS TRES R. I. P. 23 de julio de 2023

 LOS TRES R. I. P.

(Qué estúpida inocencia la de quien escribió esto, la autora de estas páginas que fueron el prólogo de la más mísera degeneración y regresión de su país. Sustitúyase inocencia por estupidez cuantas veces se desee. Nunca serán bastantes).

Hay tres finales que cumple celebrar este 20 de julio de 2023, vísperas en España de elecciones generales:

-Es el final de la era del  desplazamiento del discurso político del cerebro a las nalgas. Esto ha ocurrido, y es visual y empíricamente comprobable, en un fenómeno que, aunque vergonzoso, por su persistencia no deja de tener originalidad, durante los años presididos por un Gobierno español al que el pie no le calza ya en el estribo por la acumulación de estiércol. Basta con observar el abrumador porcentaje de su temática legal, oratoria y mediática sobre la penetración, descripción y uso de, como dirían los clásicos chinos en el empleo de los perfumes, los cinco orificios. La pedagogía, modo de empleo e imposición y promoción continuas de la Constitución Genital han desplazado y empujado, hacia debajo de la cintura y adláteres la atención, trabajo y tiempo oficiales que deberían haberse empleado en tareas de adecuado nivel. Los escritos, proclamas, análisis de los asuntos públicos, normativa, mensajes sonoros o visuales y estudio de los problemas nacionales e internacionales han sido reemplazados por la adhesión compulsiva a la difusión del rito de los glúteos multiformes, variables e intercambiables y los autos de fe para críticos y tibios.

-Es el final de un clímax de estupidez rara o jamás alcanzado, ciertamente no en la esfera civilizada actual, que ha reemplazado por su insólita, general y silenciosamente asumida aceptación, a un peculiar tipo del orgasmo: El de la envidia y mediocridad soterradas respecto a la evidencia de que hay verdaderos países con verdaderos ciudadanos que jamás tolerarían tal ridículo. Es posible que, llegada a ciertos límites, la acumulación, magnitud e intensidad de la estulticia pueda provocar, ,al ser reiterada, un nivel crítico explosivo y expansivo que afecta a la mayor parte de la población española y la hace insensible a que no se emplee su lengua, se dictamine a gusto del dictador-cacique cuál es su Historia y qué debe o no amar, comer, recordar, saber, decir u odiar. Los niveles de irracionalidad, recurso al absurdo, negación de la evidencia y completo e impune desguace del país y sus recursos junto con la lluvia incesante de disposiciones entre el delirio, la insania y el ridículo, no admiten una única explicación. Se trata de un proceso de bases más antiguas y en él se ha insertado en la conciencia colectiva un implante Buenos/Malos con una guerra permanente del Bien y el Mal absolutamente falso en fondo y forma, martilleado desde hace varias décadas verbal, mediática y económicamente, y  reforzado por la obligación ciudadana de apoyar vilezas de gran calado.

-Es el final del último cacique. Hay el sabor inconfundible de esos días en que termina algo, en que se abren los ojos tras un muy largo, mal sueño, erizado de extrañas imposturas tan abundantes que han cubierto la llanura de la realidad hasta alcanzar el horizonte. Nada de cuanto  se ha venido afirmando con la violencia de un martillo pintado con palomas y caramelos, con un País de Oz donde la felicidad se repartiría diariamente con cucharones enormes a filas de ciudadanos con bocas siempre abiertas, nada de esto es real. Los largos años de ficción en los que bastaba con proclamar como mérito no haberlo jamás tenido, condecorarse en batallas nunca presentadas, proyectar en dioses inalcanzables situados en el espacio milenario el derecho a reinar, pastorear y repartirse  este mundo, todo aquello se desmenuza lenta, seguramente. Las bases de un edificio de tierra que el agua de la realidad, largo tiempo retenida, ha anegado al hallar al fin su cauce son por momentos dispersión y múltiples naufragios de cuantos han vivido de cosechas de raqueros.

En España no sólo cambia un régimen político. Simplemente se desvanece una ficción, se detiene la música de un largo baile de esqueletos que permitía la existencia gratuita y confortable de los creadores infatigables de batallas que precisaban que fueran eternas, homéricas, contra un mal que alimentaba la orquesta y empapaba la vastedad del territorio con el reparto de las únicas verdad y bondad creíbles, en las que, sin mayor esfuerzo, tumbarse y justificar, de forma directa o vicaria, las propias subsistencia y existencia. Cesa finalmente la música y caen, como los granos de arena, al suelo los huesos de los esqueletos, a los que sólo mantenía la imperiosa necesidad de recrear, afirmar y nutrir la gran ficción  que se creía y quería perdurable, alimentada por los nutridos con la vileza asumida, el mito fundacional que regalaba  generosas raciones de nobleza junto con el terror a la expulsión del grupo oficial de los bienaventurados.

 

 

Goya. Perro amedrentado.

Todo desaparece y se diluye en este año de 2023 en el que, afortunadamente, por la lógica, y no por el mérito cívico de la rebelión moral de los ciudadanos que sólo se yerguen perezosamente frotándose los ojos, del final de las pesadillas, llega la visión del raspado fondo del recipiente donde los que fueron habitantes de las torres altas del castillo de arena bracean ahora entre los restos de estancias, fragmentos de relatos  falsos, compulsivos, que escribieron con rango de leyes en la playa y que destruye una y otra vez la marea inapelable de la historia y la verdad.

Se acabó el miedo, el pastoso maquillaje que cubría con amenazas, mordazas  y violencia, con la horrible sonrisa del pequeño aspirante a totalitario, con esa estupidez obligatoria, decretada, el natural ritmo de los días, el precio de las pequeñas, felicidades. En el fondo del cubo y del hoyo en la arena se agitan, minúsculos, vacíos de sustancia, los que elevaron muros y cerraban el paso a la inteligencia, el coraje y la libertad.

Rosúa

06/22/23

EL OTRO CURRÍCULUM Ni víctima ni oprimida: seguro desastre).

EL OTRO CURRÍCULUM. Ni víctima ni oprimida: Seguro desastre.

Qué tremendo fallo no haberse considerado víctima de nada, ni de nadie; haber creído sólo en la experiencia directa y en saber pagar por sí misma el precio en riesgo, tiempo, penurias, inseguridad, soledad de los conocimientos alcanzados y, una vez percibidos nunca olvidados. Qué error carecer de parachoques y filtros amortiguadores entre sí y la realidad, percibirla de forma directa, en plena piel, sin grupo, tribu, compañeros. Que segura garantía de fracaso no haber jamás pertenecido a la gran falsedad dual acogedora Buenos/Malos, pezón inagotable de filiación, apoyos, difusión, promociones. Gran desdicha haber rechazado siempre, por puro instinto de libertad y de palmaria evidencia, la creencia en la realidad de  iglesias, Izquierdas y Derechas, fuera de las cuales no había salvación y que jamás existieron, excepto como metáfora literaria y referencia en sociología e historia a efectos de comentario de hechos y sectores concretos, excepto por la simplicidad, comodidad y rentabilidad de su uso.

Hubiera sido hermoso disfrutar de una plaza en el amplio sofá de los salvajemente oprimidos por la dictatura franquista, pero la no-víctima tampoco gozó de esto. Vivió ganándose la vida, y con el firme convencimiento de que nadie tenía por qué pagársela. Estudió con becas, como quiso y lo que quiso. Leyó, escribió y viajó sin tremendas persecuciones. El balance es de números rojos cuando no hay ni una mala represión opresora que echarse al currículum. Suyos fueron mundo y pasaporte, siempre y cuando se pagara el peaje de voluntad, incertidumbre y esfuerzo. A cambio, una cosecha parca: El inigualable, e insobornable, sentimiento de realidad y el conocimiento que solamente otorga la percepción directa. A su lado, y por su hondura, resultan lejanos, ajenos, de escasa e impostada relevancia los avatares, siempre con las dos iglesias como referente social y nutricio, de las tribus intelectuales. Había, y hay, en ellas una reivindicación incomprensible de referencia, como adepto fiel o converso, a una de las dos parroquias. Esto se acompañaba, y acompaña en ellos, de la necesidad compulsiva de martilleo verbal, soy de derechas, de izquierdas, cierto terror vacui a la desnudez identitaria y social. La profesión de fe suele saltar con  red, carecer de vivencias radicales, apuestas decisivas, riesgo y, sobre todo, del sabor del vacío que se abre como una puerta sin retorno ante la desnuda realidad.

Unos repiten el vocablo Izquierdas porque ha sido el indispensable salvoconducto parásito y no hay bufandas bastantes para estar fuera del club. Pero en el caso de otros de clara exigencia moral es difícil creer que gente de capacidad intelectual y espíritu crítico se confinase, pasada la adolescencia, voluntariamente en las fronteras mentales de su iglesia dual pudiendo obtener fuera de ella con mínimo esfuerzo alimentos objetivos más sólidos. Todos ellos hubieran podido, sí quisieran y buscaran en realidad conocimiento, desde muy temprana edad visitar y comprobar los resultados de la iglesia Izquierdas y los estragos producidos por el empeño en mantener la cárcel verbal, en la que ellos mismos colaboran remachando sin descanso la palabra Derechas como si temieran alejarse de la boya salvavidas. Fuerza es reconocer que hay un tribalismo interno más fuerte que el nacionalista, probablemente por un principio de necesidad muy superior al dinero, aupado y abrigado el intelectual del gremio por numerosos coros afines, en círculos que van de la familia a colegas, socios y seguidores, en torno a un podio en el cual él se alza prisionero de su propia imagen. A los fieles de la iglesia Izquierdas, la glamourosa, nunca les faltan parroquias ni púlpitos, ni a pelo ni a pluma:. La Derecha necesita salpimentar su discurso con la conveniente, y siempre acomodaticia inclusión en el club de algún fiel de la grey contraria, el cual se declarará hombre de izquierdas, previo pago de su importe, y tendrá en los sofás de ambos cleros asiento, e ingresos, asegurados. Así, con insistencia semejante a la del adversario, pero con menos glamour que Izquierdas y un aire defensivo, los miembros de la iglesia opuesta repiten el término Derechas, reafirmando así la falsedad dual, eludiendo individuos, lugares y hechos concretos e ignorando actitudes, aspiraciones, sistemas e ideales solidarios, Las conversiones a la iglesia dual opuesta adolecen de falta de credibilidad por carencia del riesgo asumido, del reconocimiento y vivencia personales de la desdicha ajena, de cicatrices en la propia piel por la visión, la indignación y el espanto de las heridas de otros indefensos. La revelación intelectual del converso es demasiado tardía, paulina e inocua para resultar creíble. Pudo haberse caído del caballo mucho antes.

Es de buen tono en una de las parroquias afirmar la maldad congénita del hombre, lo que no puede menos de sumir en la perplejidad a la observadora externa que, en su deambular, ha dependido tantas veces de la buena voluntad, la ayuda, la generosidad de gentes desconocidas, en situaciones de inevitable inferioridad para la viajera, ante riesgos de los que no podían defenderla ni la influencia social ni el poder ni los contactos ni el dinero y respecto a las que estaba en manifiesta desventaja en fuerza física. Hay otros mundos pero están en éste, Paul Éluard dixit, y se sitúan fuera de la probeta confortable, segura, feliz. Esos mundos nada garantizan. Exigen casi todo y ni siquiera permiten esperar al que los recorre que su voraz consumo de la propia y pequeña vida haya justificado la existencia. Queda el núcleo, de una dulzura extraña, de no haberse jamás pagado paraísos con la piel de otros.

Para escapar de los confortable barrotes de la cárcel dual no hay que hacerse eremita ambulante ni indiana jones venido a menos. Basta con rechazar la colaboración con los gestores de la cárcel verbal, negarse a repetir ninguno de sus mantras Buenos/Malos, moverse sin red ni aplausos, mirar por encima del horizonte irremediablemente provinciano, renunciar a la consigna automática y simplemente exponerse a la visión concreta de los hechos en tiempos lugares e individuos cada vez que se procede a la clasificación ética, social y política.

Mal, muy mal negocio no ser víctima, trabajar sin la tibia trinchera de partido, correligionarios, amigos del alma y sólido apoyo del cónyuge, haber recorrido, con o sin precariedad, mochila y sola, propios y contados recursos en mano, más de un centenar de países. Verlos, pensarlos , sentirlos, escribirlos, saberlos propia sustancia. Y, mientras los habitantes de la probeta, como los ricos, se. cansan pronto de sus juguetes, saber que lo vivido sin amortiguador alguno es, está y ha valido la pena.

Rosúa.

06/18/23

Solsticio de verano de 2023.

Solsticio de verano de 2023

Eran los bordes del solsticio de verano de 2023, un año, unos años en el que las inquietudes, los turbios acontecimientos y perspectivas parecían reflejarse en el cielo y que, a la inversa, en el cielo se enfrentaban, como los dioses mitológicos, fuerzas opuestas, sin suaves transiciones, conquistando, perdiendo y reconquistando cada cual sus territorios . Lanzaban quizás mensajes a los cuerpos de los humanos, blandos, perecederos y sumisos que se traducían en tensión, desazón, dolores, desconcierto. Pero los seres de abajo, frágiles como las hojas, no comprendían su lenguaje, buscaban respuestas en el pasado y en el futuro. Nunca en el presente y en sí mismos. Eran los bordes de la mala época, de los límites de huidas imprecisas y exhibición de falsos culpables, incluidos los seres inanimados, las lluvias, los rayos y las piedras Los hombres añoraban los sacrificios, los ofrecían incluso, con pertinaz, lenta y disimulada eficacia, haciendo penosa, ardua y desagradable la vida de los menos fuertes. Y todo era igual y nada era lo mismo.

En el borde mismo del solsticio Una nube brotada del cielo azul se rompió en miles de cristales, con el estruendo de un tambor de guerra, y cubrió con su nieve endurecida en las alturas el suelo, los aleros y las terrazas de las casas. Anteriormente aquel ejército, antes manso, algodonoso, se había alzado en sólidas columnas verticales, prolongado su cuerpo central con una banda semejante a una enorme estrella fugaz, cambiado su ruta acostumbrada, que ya no era de oeste a este sino a la inversa o hacia el norte desde el sur. Con una extraña e inquietante sonrisa a veces el cielo lucía, muy lejos del Sol y sin curvatura, un retazo de arco iris, otras se negaba una y otra vez a la limpidez propia de la época, tronaba como Júpiter en el horizonte augurando males imprecisos, exhibía calores cortados de repente por soplos de un aire otoñal.

 

 

Los augures hubieran sido felices de hacer coincidir los signos celestes con la caída del que se quiso, en un lugar llamado España, César del siglo XXI sin pasar de un gran remedo de cartón piedra empapado del combustible de la propia vanidad propio para atraer los rayos.

Eran días, meses, años irregulares, extraños. Algo había retrocedido al tiempo que se daban enormes saltos hacia el futuro y los antes astrólogos llegaban realmente a los planetas. Llanuras invisibles se iban llenando de corazones que no soportaron el ritmo de la carrera ni su propia exclusión. Alguien se levantó de la cama, en el pequeño planeta Tierra, desalojado de su sueño bajo la ligera sábana por un soplo de aire frío tan inesperado en el cálido comienzo del verano como el aleteo insistente de una golondrina en plena mitad de la noche. Fuera, de repente, una gran lluvia. El verano ha desaparecido, como el recio y crudo invierno, al que un pertinaz cielo arenoso mantenía secuestrado en una de las muchas cuevas dejadas vacantes por la retirada de los Inmortales

 

 

Desciende de las nubes que ahora se abren en abanico, en surtidor, la incertidumbre reflejo de la que corre por el suelo en pequeñas corrientes sin fundirse en caudal alguno. Y pasan, recortados por un lienzo bajo de blanco-gris, pájaros color tinta a razón de un cuadro por segundo.

Rosúa

06/7/23

11 de Marzo 2004-11 de marzo de 2023: Un éxito a largo plazo.

11 de Marzo de 2004-11 de marzo de 2023: Un éxito a largo plazo.

¿Quién puede decir, viendo la situación del país veinte años después, que el atentado en Madrid con bombas en los trenes el 11 de marzo de 2004 no ha tenido pleno éxito? En primer lugar para ETA,  que ha visto prácticamente borrados y exculpados sus centenares de asesinatos en plena democracia, que ha logrado el pequeño reino feudal cuajado de prebendas, regalías y súbditos amalgamados por la complicidad en los crímenes de la vileza vitoreada y asumida y disfruta, a costa del Estado Español, de la seguridad de un envidiable porvenir en puestos oficiales.. En segundo lugar para la larga, inacabada y sin duda inacabable lista de beneficiarios de contratos, ventas, cesiones, acuerdos, leyes, cargos y repartos de un país fallido, de los cuales sólo cabe esperar avidez y no lealtad ni competencia. En tercero la masa parásita local que precisaba imponer una ficción dual Buenos/Malos y lo logró con el monopolio de propaganda, anulación de la igualdad ciudadana y la imposición de leyes sobre el aprendizaje, la Historia, el pensamiento, la expresión, la lengua y la memoria. El atentado del 11 de Marzo de 2004 ha tenido, sin duda, un gran éxito. Las bombas en los trenes de la estación de Atocha han sido una inversión a largo plazo extremadamente rentable. Sin ella, y sin el volumen, cronología, metodología, gestión y utilización mediática del acto terrorista no se hubiera logrado casi en horas veinticuatro la apropiación del poder, el erario público, la legislación, la Educación, la Cultura y la regresión en fin, como tal, del país entero, hundido en la autocensura y presto a asumir la desaparición de libertad, derechos individuales y principios básicos constitucionales.

El pistoletazo de salida se dio inmediatamente después del 11 M, cuando la ciudadanía se vio empujada-pero no por ello irresponsable-a llamar asesinos, no a los autores de la matanza, sino al Presidente y partido elegidos democráticamente y a revertir su presumible reelección, en beneficio de los organizadores de la agitación. No hay precedente en país alguno de Europa, y otros, de que, tras un atentado terrorista, el pueblo haya culpado y atacado a su Gobierno legal. Esos 5, 6 y 7 de marzo de 2004 la población española se empapó del peligroso, por cuanto deja al receptor moralmente indefenso, licor de la vileza asumida. A partir de ahí el tejido de tribus sociales y locales, víctimas retrospectivas y defensores de la mediocridad irremediable ha ido deglutiendo cuanto de valioso el país podía, y debía tener. El botín ha sido múltiple: No hay corrupción, robo, fraude ni cohecho comparables al beneficio neto de la apropiación legal, blincada, ilimitada, indefinida de un país entero; de presupuesto, ingresos, nombramientos, leyes, prohibiciones, imposiciones, Educación, Cultura, modificación ad hóminen y ad líbitum de presente, pasado y futuro para convertirlos en sembrados y cosechas del grupo parásito, aupado en una masa convenientemente manipulada y enfervorecida con la levadura del miedo y el ansia de lapidar sin riesgo. En realidad, sin expresarlo ni expresárselo,  el nada valiente pueblo español estaba rindiéndose a los asesinos, ofreciéndoles las cabezas de sus gobernantes legales a los que había elegido en libertad y democracia, como haría a continuación, continuamente, en los años que siguieron, con los asesinos de ETA, su espesa maraña de cómplices y con cuantos mostrasen presión, amenaza, insulto y violencia contra el Estado y la Constitución legítimos. En un proceso en acelerado crecimiento durante los veinte años siguientes, aquellos días de marzo de 2004 sembraron un bien repartido botín de silencio originado en la inevitable y profunda conciencia de rendición y colaboración en la indignidad y aseguraron, con un martilleo que no cesaría ya jamás, la creencia en la falsa dualidad Buenos/Malos, Progresistas/Reaccionarios, Derechas/Izquierdas, grabada en el imaginario colectivo con la ansiedad  irracional del refugio identitario en la secta.

ETA ha salido probablemente ganador en el ranking de reparto de dividendos, con una situación estable que, aunque sea a largo plazo, sobrepasa quizás sus mejores esperanzas. Desde luego se le deben favores. Durante unas horas, dado su historial, fue presumible culpable, rápidamente exonerado luego en pro de islamistas oportunamente suicidados o diluidos en vagos espacios geográficos, sin que jamás salieran a la luz los autores intelectuales de un atentado de tal envergadura.

 

11 de Marzo 2004-11 de marzo 2023

 

 

La finalidad del terrorismo es el terror, lograr popularidad nominal infundiéndolo,  proclamar como victoria de un grupo concreto la carnicería cometida. En este sentido, es llamativa la ejemplar discreción de los supuestos dirigentes islámicos ideólogos de la matanza del 11 M. Los medios  no se vieron inundados de comunicados, vídeos, proclamas y exaltaciones reclamando su autoría. Se diría que éstos observaron con desdén lo ocurrido, que no les  interesó reivindicarlo y que, si había habido participación de alguna mano de obra musulmana, desdeñaron el detalle y se desentendieron de la paternidad del hecho, lo cual obviamente contradice la la lógica de versión oficial española de la autoría intelectual de un atentado de tal magnitud. Las pocas horas de hipótesis de culpabilidad de ETA fueron extremadamente útiles para acusar de mentiroso y manipulador al entonces Presidente del Partido en el Gobierno y así organizar rápidamente la campaña que permitió a sus adversarios, no ya ganar aquellas elecciones, sino ir fagocitando las estructuras esenciales del país entero sin que un público que había colaborado en la vileza de aquellos días de marzo y una oposición inerme e intimidada se atreviese a alzar la voz.

Quedan, siempre quedan, algunas voces, los hechos y el epílogo del panorama actual, veinte años después.

Rosúa

05/13/23

El terror de las hojas escritas.

EL TERROR DE LAS HOJAS ESCRITAS.

 

No es el pánico ante  la hoja  en blanco al que el escritor se enfrenta sino algo mucho peor que el de la angustia ante la pertinaz sequedad de las ideas y el desierto de la impoluta superficie del folio. Hay un terror infinitamente superior cuando el volumen de las hojas, en todo tipo, soporte y formato, nacidas prácticamente con ese ser humano, marcado para que en todo momento se tradujera su vida en palabras, rodean los últimos años de la que escribe, claman por la existencia, aúllan en cada rincón, esquina de la mesa, estante de la habitación. La condena de sentir la belleza, de percibir de cierta forma, de caminar hundiéndose cada vez en una profundidad no deseada, de observar el desarrollo y final ineluctables de lo que en la superficie es aún sólo tiempo presente es un exigente tirano contra el que no hay rebelión porque el hogar de las palabras, pensadas, escritas, pronunciadas en silencio, nítidas y cortantes como un cristal, son el único hogar que se conoce.

Ahí están. La huida es imposible. Son las pilas de cuadernos, las páginas cubiertas de trazos desde la infancia, la querencia tan celosa del extraño don de la escritura que cuando enviaba cartas pedía al receptor que luego se las devolviera. No ha habido un recodo ni en el espacio ni en el tiempo que las palabras, las hojas escritas, no hayan cubierto. Se han depositado, vivas, agitadas, nunca realmente olvidadas como debieran, en estratos de épocas y años que forman una exigente geología. Porque saben que se acaba el tiempo y la nada va ab riendo ya su boca para transformarlas en silencio. Ese silencio en que solamente sobrenadan, por un tiempo muy breve, libros y artículos apenas conocidos.

Porque las palabras escritas son, fueron, siempre han sido su único yo, desde la más temprana memoria y hasta hoy que navegan por las singladuras más desconocidas porque acechan los monstruos que devoran la memoria, que se sientan a aguardar que flaqueen los latidos del corazón para devorarlo en pedazos.

Quieren vivir. Las hojas escritas, el pavor de la página en blanco y negro, no se resignan a a la inexistencia, a la destrucción y el polvo del olvido. Reclaman, gritan, llenan el exiguo espacio de de la vivienda, resucitan de cajas donde dormían, no admiten nuevos aderezos, podas, amputaciones. Cada una, en su forma, en el engarce de su sintaxis, en su significado, es inamovible, se cree eterna, nació porque era la sustancia esencial de un ser humano, y sin embargo grita porque rechaza la cruda verdad de que nada humano mantiene su existencia.

Páginas, líneas, párrafos, palabras. Cada una en su imagen, en su sonido, en los huesos de letras que la forman es la rúbrica y firma de haber sido, son la llave de algo inalcanzable, apenas esbozado, que era sin embargo lo que valía más la pena. Ellas olfatean cuántos granos le quedan aún al tiempo, afilan como dientes los borden de sus hojas, la espiral de cuadernos de los viajes, los frágiles soportes posteriores de la era de metal sin permanencia.

Rechazan el sonido del barco que comienza lentamente sus maniobras de partida. Es un proceso minucioso, metódico, escalonado, las pasarelas comienzan a alzarse, suenan algunas sirenas, otros esperan turno, piden paso. El muelle de la vida, con cuanto ésta contenía, no se borra de súbito, se aleja por sectores, se difumina en niebla como la vista, disuelve la agudeza de sonidos, aleja del alcance los objetos, los seres, las pasiones, la ilusión, la alegría, la pena que se van alejando centímetro a centímetro como el muelle. El soplo de la orden de partida impulsa por instinto a alzar la vista a la inmensidad fiel, segura, del cielo, a recostarla en el lecho ilimitado, familiar, perenne, del ancho mar. Pero las hojas no quieren descanso, ocultan tanto la costa como el horizonte.

Ellas están ahí, a pesar de todo su densidad no admite que vaya retirándose la escala y la masa de folios se convierta en pura inexistencia. Las palabras escritas cada día de los miles de días se levantan en un muro que contenga el avance de las aguas oscuras y sin forma, Queda la última soga para el desamarre, el mensaje del práctico del puerto para que el barco zarpe ha sido dado, pero va sin prisas. Las singladuras mientras reclaman sus derechos, encerradas en cuencos de palabras que sueñan con flotar eternamente, vivir pese al naufragio, sobrenadar disolución y átomos, escapar en la onda que es el tiempo.

 

 

03/5/23

Una pequeña historia de un gran horror.

Una pequeña historia de un gran horror.

 

La chinita -inventemos un nombre, Li, en esta historia real acaecida en febrero de 2023 en unos grandes almacenes- atiende a la clientela, numerosa, de su país de origen en su lengua, y a los demás en español perfecto. Es menuda, eficaz, sencilla y amable. Mientras espero que termine con viajeras que parecen dispuestas a llevarse al Celeste Imperio buena parte de la cosecha de las rebajas, le digo algunas de las poquísimas frases en chino que conozco y se establece un delgado puente de curiosidad y leve simpatía.

Li es muy joven, no lleva maquillaje. El pelo peinado hacia atrás en coleta, dejando libre y pulido, como un talla marfileña, el óvalo de la cara animado por la negrura vivaz de los ojos; unos ojos sin miedo, sin ese movimiento sesgado típico de los sistemas totalitarios que vigila instintivamente un posible espionaje. Li está contenta y tranquila, le gusta hablar, no esperaba que una española conociera China y menos aún la China de otras décadas, no tantas, de la que su familia procede.

El barullo de gente  se presta a las confidencias, como el ruido de un mar que las sitúa a ambas en el anonimato de su oleaje.

-Mi familia vino de un pueblo pequeño del sur.

-Conozco la China que tú, afortunadamente, no has conocido. La de hace muchos años. Viví entonces allí. He viajado después algunas veces luego.

-Entonces era horrible. La hambruna…Mi familia…mis padres.

El Sol también tiene una cara oculta.

No fueron víctimas de una catástrofe natural, de fatales e involuntarios errores ni de una guerra. Lo fueron de las inapelables medidas del Partido dirigido por un Líder deificado: Mao Tse-tung.

Li habla sin miedo ni reparos, como se narra una pesadilla ajena. Quien vive la pesadilla es su interlocutora. La muchachita china continúa tranquilamente, y el espanto que relata, y que resbala por su rostro como agua por una piedra pulida, en ella, afortunadamente, no deja trazos, viene a hundirse en las cicatrices de la que la escucha y ha escrito sobre ello, la que, sin quererlo, se ha pasado la vida escribiendo sobre ello. Porque hay certidumbres que cuando se ven y se saben entran en la propia existencia y no salen jamás de ella.

Pero Li es feliz, se nota, están a salvo ella y su familia. Por eso puede zambullirse en la peor pesadilla, la que vivieron sus padres, sus abuelos.

-La hambruna. Cuando se intercambiaban los bebés para no comerse cada familia el propio. En el pueblo de mis padres. Muy horrible.

– Lo sé. En esa hambruna hubo al menos treinta millones de muertos.

-Más.

-Sí. Hubo otras, y murieron más millones.

-Es que, ¿sabes?, en China no se puede saber todo eso. No se dice, no está en la Educación, ni en los libros. Aquí, en España, es posible leer todo. Allí no.

La imagen del cuadro de Goya “Saturno devorando a sus hijos”· salta recurrente al cerebro de la que escucha a Li y compensa el espanto con la alegría de ver a esta muchachita china sana, contenta, con toda la vida por delante.

-Mi padre se vino primero, sabía un oficio. Luego mi madre, con la reagrupación familiar Tuvieron más hijos. Antes en China no se podía. Ahora tengo hermanos.

Quedamos en charlar otro día. Vienen clientes que piden colores y tallas.

Recorro hasta los lavabos y la salida la planta de los almacenes en un estado de nubosa ausencia, separada de los otros por algo más lejano que años luz, porque vuelvo del fondo del más negro de los mares, de lo que es aún hoy presente y no recuerdo. Aquí, en Europa, España 2023, aún se alaba al comunismo, aún se transita por una cárcel mental absolutamente impostada, y ficticia de Buenos y Malos, en la que viven cómodamente los parásitos de la más falsa y letal de las dualidades que les otorga carnet social de buenos. Y nada importa, nada le importa a nadie el inmenso saldo de millones de muertos, el peso abrumador de la evidencia, mientras ellos borran frenéticamente la Historia y se pavonean en galas, pantallas, columnas de periódicos.

En los escenarios, en los platós de tv y en los variados espectáculos podrían recitar a Hamlet, utilizando para ello uno de los millares de cráneos que se apilan en Camboya en recuerdo del genocidio comunista de buena parte de la población. Tendrían material donde escoger, todas las edades y tamaños, con la deseada igualdad de género que otorga la muerte. A éstos no pedirán sacarlos de la fosa los especialistas en vencer enemigos muertos.

Recuerdo, sé, recuerdo, consulté, vi, he sabido. Cada uno de los recolectores del peor árbol, el de la completa irresponsabilidad individual en los propios actos, cada uno de los que se nutren y han nutrido de la cosecha de las nueces totalitarias es responsable de haber ignorado esos muertos, esa destrucción de la libertad y de las almas, ese fango de grisura y esa gente devorando los hijos de otros en las hambrunas. Los cosecheros siguen en su afán, y no los ve nadie. La chinita es feliz, bendito sea. Ella sí.. Lo que dice sé que es verdad; he visto la cara del horror.

Saturno devorando a sus hijos.

Francisco de Goya.

Y atravieso los grandes almacenes, los modelos de ropa innumerables, las variadísimas comidas, salgo al amplio cielo exterior. Sin embargo Saturno por todas partes sigue devorando a sus hijos.

Pero….

Individuo versus tanque: Pekín, 1989. Cualquiera. Siempre.

Rosúa

11/6/22

Una vaca entre nosotros.

Una vaca entre nosotros

 

-¡Es una lady!- confió la nueva portera del inmueble a una vecina, compartiendo con ella su admiración y descripción de la señora que acababa de pasar, dejando a su paso, como reza la canción latinoamericana, un rastro de lisura y del perfume que en su pecho llevaba.

Sensible y avezada a las apariencias de los inquilinos y a su propio gusto por el buen vestir, repitió:

-¡Es una lady!

Y lo era. Lady X llevaba en aquella ocasión, y en todas, vestido de fiesta, que la ignorante plebe hubiera calificado de bodas y bautizos, y que en ella a ninguna hora del día resultaba impropio porque lo distribuía en una percha corporal imponente y alta, sin llegar a resultar fornida, lo manejaba, con sus encajes, veladuras, brocados y joyas, con la natural gracia y hábito con los que una flamenca domina en el tablado su bata de cola. Pisaba fuerte y rápido y dejaba que el amplio escote lo coronasen rubia melena, blanca piel, ojos de agudo mirar que siempre, cualesquiera que fuese su color, parecían claros, azules, grises o verdes, cuando dirigían al interlocutor un vistazo de inconsciente dominio, el de quien sabe y acostumbra a transitar entre los afanes de los angustiados por las cosas y deja planear sobre su cabeza sin que desciendan, prohibiéndoles con un gesto el aterrizaje, los aviones cargados de preocupaciones y disgustos que pueblan el espacio aéreo de lo cotidiano.

Lady lo era por instinto, lo poseía, no por genética ni nombramiento sino por palmito, educación y costumbres. El título parecía impreso de alguna forma en ella y cuanto la rodeaba. El cristal, raso, mármoles y oro formaban parte de su hábitat. Y, lo mismo que las rimas de Bécquer son, amén de bellas, inimitables porque bordean, sin traspasarla,  la frontera del territorio de lo que en otro sería insoportable cursilería, en ella no se rozaba la línea sutil donde, sin remisión, se extiende más allá el lujo insoportable del hortera rico. Venía, y vivía, en ese plano por el que, como en las nubes, transitan las clases altas, de familias y amigos de sólido patrimonio e importante actividad profesional, avalado en su caso por diploma y trabajo cotidiano, con el telón de fondo de vastos jardines y mansiones. Nadaba con tarjetas VIPS en aguas de buques insignia urbanos que fondeaban en hoteles de cinco estrellas, con la tripulación de colegas y servicio. Conocía a la perfección sus portulanos, distinguía, y evitaba, a los piratas, veía lo necesario, y los necesarios, para moverse en su mundo. Los demás pertenecían a otra, necesaria en algunas ocasiones y generalmente invisible, realidad. Iba a la oficina, Atendía a sus próximos con instintiva fidelidad tribal. Escapaba a veces en navíos de placer.

La señal

Sobrepasado ampliamente, il mezzo del cammin della sua vita, cuando ya los años han dejado en los que planeaban sobre su cabeza un saldo de aviones negros -el habitual peaje familiar, conyugal, físico que se paga por cumplirlos- y se ha impuesto el sentido de realidad, muy fuerte en lady X, de raspar la felicidad ocasional de cada día, ocurrió lo inesperado, el amor tardío con todo el esplendor de las rosas de otoño, el cambio, la pareja, el futuro que de repente existe. En un marco perfectamente clásico: Un crucero.

 

Al ritmo del mar y de la luna

En el barco para la cena se vestían ellas de largo, ellos de oscuro, gemelos, chaqueta y pajarita. Lady X brillaba con la desenvuelta elegancia que dan el hábito y mejores firmas en la ropa. Él, Mr. W., compartía con ella dignidad y porte y tenía el atractivo de lo opuesto, del inglés social y laboralmente preocupado y activo, de extracción humilde y evangélica sensibilidad ante la indigencia acompañada de  indiferencia similar a lo ajeno a su mundo. El pasado del uno y de la otra encajaron como piezas que se ensamblan naturalmente, por coincidencias de sus respectivos peajes negros pagados por ir cumpliendo años. Lenguas, costumbres, relaciones, ambientes fueron secundarios. Nada que salvar no pudieran aviones, coches, voluntad, llaves de ambos domicilios. Juntos, a partir de entonces. Porque había ocurrido lo impensable, la pareja para el resto de la vida, fuese ésta corta o larga, y la realidad es la que se hace. Amor, amor, amor.

Los destinos se cruzan

Hasta que un día se alzó entre los dos un serio enemigo.

La adaptación a ambos medios, inglés e hispano, había requerido buena parte de la discreción y flema británica, y no menos filigranas sociales y en el estilo diario por parte de la lady. No se dieron realmente batallas y si conato de alguna hubo fue ganada en su mismo comienzo. Hasta que la pesadez del animal se cruzó en su camino.

Los transportes aéreos, que en su momento fueron una grata experiencia, tiempo ha que han derivado en calvario: Larguísimas esperas, anónimo mercado de precios, sumisión a inspectores y a imprevistos, extensiones kilométricas sembradas de pantallas y ajenas al contacto profesional humano. A Mr. W. le llegó de su país una perentoria citación profesional para una reunión física ineludible. Lady X descubrió con asombro que por un billete de avión a la población natal de él se pedían cifras astronómicas y, con indignado sentido económico, se negó tanto a pagarlas como a quedarse ella en tierra. Volarían juntos. Para ello encontró, escala y malas conexiones mediante, un vuelo en KLM con el que, finalmente, inseparables, llegaron ambos al lugar.

Pero la vuelta….

También ella tenía compromisos laborales. Era imperativo regresar como previsto. Y ahí empezó el asalto a la fortaleza de su amor. KLM modificó el vuelo diez minutos antes de salir hacia el aeropuerto.

-No importa. Venceremos, llegaremos, los demandaremos- aseguró, y se aseguró lady X. En peores plazas habían toreado en su ajetreada vida juntos.

Pero la alternativa era volar desde Londres. Se precipitaron a la estación para coger un tren.

-Vamos en primera.- Lady X se recogió el borde de la falda, de fino estampado y corte, decidida a esquivar a los muchos que parecían  igualmente empeñados en sacar su billete.

Mr. W. era de natural reposado, flemático y afable, solía adaptarse y condescender sin mayor esfuerzo, pero esa vez estaba en pleno en su territorio, el de la lucha cotidiana de los trabajadores en la estación inglesa de un pueblo inglés otrora más próspero que cumplía el rito laboral del largo desplazamiento. Mr. W. sintió que debía mantener su conciencia de clase. Y se negó a coger billetes de primera. Había que llegar a Londres, y a España.  Ningún otro transporte ofrecía alternativa alguna. Irían en el tren como iba todo el mundo, sin VIPS  ni tarjetas oro. Como cualquiera.

Descubrieron que el tren estaba atestado de viajeros, que rebosaban de ellos todos los vagones. Ningún asiento libre. El trayecto de horas habría que pasarlo de pie.

El agraciado y bien cuidado rostro de lady X había adquirido una inusual calidad pétrea que desconcertó al bondadoso Mr. W.

-¿Estás incómoda?- osó preguntar.

No hubo la cariñosa, y comprensiva, respuesta habitual. Sólo una mirada de glacial desdén hacia el espacio que ellos dos y su equipaje, sorteado por los que iban y venían a los servicios, ocupaban en el atiborrado pasillo. Tras unos, largos, minutos ella pidió y examinó los billetes de segunda clase, y se los devolvió como quien espera en el póker la jugada siguiente de su contrincante.

 

La temperatura emocional aumenta, peligrosamente.

Había apuesta. Mr. W., aunque realista y poco imaginativo, vio dibujarse en su cerebro una escena de naufragio que se superponía a la romántica noche en el crucero. El barco, en forma de incómodo tren, se hundía en las oscuras aguas de la banal desdicha cotidiana. ¿Perderla a ella? Jamás. Bracearía, de vagón en vagón, en busca de un bote salvavidas.

-Pregunta al revisor si hay, pagando la diferencia, asientos en primera.- indicó lady X, dotada siempre de buen sentido práctico, cuando lo vio partir, viva imagen del desconcierto.

Encontraron.

Ella estaba cansada, mucho más que de costumbre porque tras una jornada laboral intensa antes de dejar Madrid la esperaba otra igualmente dura al volver y le había fallado, como el peldaño de una escalera, el orden, pago mediante, que siempre solía dominar y con el que contaba para navegar diestramente por una vida con múltiples focos que requerían atención. Había acompañado, en un viaje de última hora que se había revelado azaroso, a Mr. W. a su ciudad natal inglesa, que no se distinguía, cerveza aparte, por especiales atractivos turísticos. Sufrió luego la afrenta del cambio en el vuelo. Se movía en el espacio del Derecho, reclamación y demanda. Con su eficaz sistema de reacciones rápidas, se sabía capaz de vencer los imprevistos. Y entonces se encontró con la negativa absurda de Mr. W. a sacar billetes de tren de primera clase, en una especie de declaración solidaria de apoyo social a la masa que atiborraba el tren.

Sólo al advertir la dureza nada usual de su rostro adquirió él conciencia del peligro. Convivencias, amores, matrimonios son edificios con múltiples  pisos, balcones, paredes, cañerías y puertas. Diariamente hay grietas, fisuras, cables que precisan revisión, humedades que afloran, fatiga de materiales. Y la corriente amorosa no siempre calibra adecuadamente peso, dirección y probabilidades. Sentados, al fin, en un vagón de primera, ambos observaron la hora y verificaron el tiempo, bastante justo, entre su llegada a Londres y la salida en el aeropuerto.

En el ambiente, pese a la temporal solución, vibraba  en sordina un rumor, aún soterrado, de peligro, el crujido que pone sobre aviso al habitante de una casa con presumibles problemas estructurales que aflorarían con el tiempo. La vaca aún no lo sabían pero estaba por llegar, como ese toro peligroso que es el último en salir de los toriles. Miraron por la ventanilla para no mirarse mucho. Se había roto la mortecina capa blancuzca del cielo y ahora navegaban por él algunas nubes espesas con forma de navíos que se rozaban y separaban sin alejarse ni superponerse. Tal era su relación, como tantas otras. Afortunadamente ellos dos no planeaban en el mismo nivel ni compartían formación ni origen. De haber sido así su amorosa relación nunca hubiera prosperado, habrían surgido, inevitablemente, confrontaciones de intereses, luchas por territorios, diminutos pero los más importantes: los que determinan la vida cotidiana. Podían deambular, sin enfrentarse, por diferentes espacios, y esencialmente sus planos de formación, referencia y origen no eran tan distintos como podía parecer: En ambos casos  la galaxia tribal de élite de la lady ocupaba una zona de referencia, opuesta pero paralela a la idealización aséptica de él de un mundo beatífico de desfavorecidos al que servir, a conveniente distancia, con la ayuda inestimable de las pinzas y virtualidades telemáticas. Eran planos de ninguna manera antagónicos, sin exigencias de confrontación, entre los que se extendía un enorme territorio, que era el de las gentes medias, los individuos concretos que no cuentan sino con un medido ingreso al mes y carecen de relaciones con influencia. Con esa masa anónima de vulgaridad sin remedio ni siquiera se planteaba implicarse porque para eso estaban la organización del Estado y las Leyes. Ambas nubes podían perfectamente fusionarse por momentos y parcelas, abrazarse en sus bordes, navegar luego con la vista puesta en sus distintas percepciones del cielo, coexistir apaciblemente adaptándose a los cambios de viento y forma. Entre vastos espacios, y nubes, intermedios para ellos dos transparentes.

La vaca estaba, mientras, avanzando por el esponjoso y verde campo inglés, maciza, gruesa, puro principio de realidad.

Nubes amenazantes

Con la engañosa indiferencia de la moderación británica, Mr. W. sobrellevaba, asimilaba, aceptaba las exigencias de tardía adaptación a país, lengua y costumbres ajenas. Pero eso cuando y con quien correspondía: Con ni uno más, ni una conversación, relación, minuto  empleados en algo ajeno a lo que se incluía en la aceptación imprescindible y necesaria al círculo de su pareja o a sus conveniencias laborales, facilitadas, sin fronteras, por la red de la telemática. No existía para ninguno de ambos otra opción. Era el precio de cariño, presencia,  apoyo en una época de la rampa de los años en la que tales encuentros tenían la lógica de lo milagroso. La compañía puede hacer la vida cotidiana mucho más agradable por mucha tribu que se tenga, por confortables que puedan ser los hábitos de los amigos y el pub.  Se estrecharon las manos sobre el asiento. Aún notó él los dedos fríos. Ella, siempre dulce, sonreía sin convicción, con la educada reserva propia de las de su clase, y procuraba cepillar de su vestido el polvo de la batalla. En su interior imponía silencio al genio maléfico que desde lo profundo, más allá de la conveniencia y del respeto a las formas, le decía “Pero ¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste, tan vulgar y desagradable, y corriendo desde hace  horas, días, para no llegar tarde a tus obligaciones en Madrid?”. El tren atravesaba un paisaje monótono, neblinoso, turbio, techado por un cielo bajo  y sin horizonte.

El amor, los amores carecen de lógica. Se ama a lo inconveniente, a lo incómodo. Se ama a los que ya tienen muchos años. Se ama a los que ya han muerto y se los sigue amando, aunque no estén, ni sean excepto en nosotros, en la onda en el espacio y en el tiempo que quizás todos somos. Puede que el absurdo del amor no sea tan ilógico después de todo. Permite sobrevivir, expandirse de la única forma posible, la que pertenece al individuo irreemplazable, no al planeta, al futuro ni a la especie. Sólo el amor, en su  absurdo, tiene sentido.

Pero el amor no es tan aleatorio como parece. Se trata de un terreno irregular, de formaciones diversas compuestas, en distintas proporciones, por los mismos materiales. Hay un ingrediente de empatía y otro de imaginación que aparecen en cada caso en cantidades muy distintas y son determinantes en la adaptación mutua. La imaginación puede ocupar una gran parcela de la zona de la empatía o ser en ella  casi inexistente, y ocurre que, sin aquélla no hay comprensión posible y menos aún implicación activa en la problemática de otros. Por esto la fría  defensa de los intereses propios es inseparable de la escasez de las zonas empática e imaginativa, la implicación externa, conmoverse, ponerse en el lugar del prójimo y actuar en consecuencia es imposible. Un amor brotado en los terrenos  del gris pero sólido manejo de la realidad coexistirá a la perfección con alguien similar, estará bien administrado y no admitirá mezclas de afectos gratuitos ni estériles emociones. Tendrá porvenir.

Ambos consultaron, simultáneamente, los relojes, ella el siempre exacto del móvil, que llevaba permanentemente al cuello como un escapulario negro y rectangular; él el que utilizaba en los viajes y era un recuerdo de algo, porque a cierta edad casi todas las cosas lo son y se adhieren al poseedor como caparazones de moluscos a las rocas.

“El tiempo justo”. Ambos lo pensaron, anticipando las nuevas incomodidades, apresuramientos, quizás imprevistos que los esperaban al llegar a Londres y luego coger el avión y aterrizar, por fin, en Madrid.

“En un estado tan lamentable” pensó ella, ajada la frescura del atuendo y la del maquillaje, porque la elegancia requiere espacio  y pausa.

_Llegaremos bien-dijo él. Y se arrellanó con ademanes de tranquilidad excesiva en el asiento tan difícilmente conseguido para infundir la impresión de que los problemas habían acabado y estaban en el eficaz regazo de la puntualidad británica.

El tren frenó súbitamente. No había ninguna parada prevista. Mr. W. consultó guía y horarios. Lady X interrogó a la mágica superficie del móvil. Sin respuesta.

Con retraso respecto a otros viajeros, que buscaban información por pasillo y ventanillas, ella se sumó, a su pesar, a la nerviosa masa de viajeros impacientes. Llegaron al fin explicaciones, que en principio no comprendió. El tren no se movía.

-Una vaca- explicó alguien.

Lady X creyó haber entendido mal. Mr. W tradujo

-Una vaca en medio de las vías del tren..

-¿Y…?-

-Hay que esperar a que se resuelva. El pobre animal está asustado.

Mr. W procuró evitar la mirada de su pareja. En ella se concentraban hasta alcanzar el punto de ebullición las penalidades últimas, los esfuerzos de adaptación acumulados, el escaso aprecio por la exquisita consideración inglesa que permitía detener un tren repleto de viajeros en obediencia al protocolo de retirada del animal de la vía férrea. Ésta se alzaba como un ser totémico indiferente a las consideraciones humanas, adorada por pueblos absurdos que reverenciaban al ganado, la cerveza tibia y el rosbif.

Mr. W esbozó una sonrisa de comprensión que elevó la temperatura de una cólera fría que crecía en ella como la espuma en al leche. El barco, las noches en el crucero, las galantes atenciones, las cenas a la tibia luz de una vela y el amor asegurado en los días futuros de una vida que no por estar rodeada de tribu familiar extensa dejaba de presentar incómodos espacios de soledad, todo aquello se tambaleó como si lo hubiese corneado la fatídica vaca que se alzaba entre ellos.

Mr. W comenzó a intentar explicarle los rasgos del carácter británico que impedían la acción directa respecto al bóvido, que permanecía frente al tren, indiferente al retraso, las conexiones perdidas, los incumplimientos  laborales, las citas fallidas.

-¡!Y no se puede demandar a nadie!. ¡A nadie!- Ella abandonó la búsqueda de un responsable, del revisor y de la observación del exterior, que ofrecía un paisaje mortecino, grisáceo, de cielo opresivo y bajo, y marcó distancia respecto a su pareja, quien optó por salir al pasillo y cambiar impresiones con otros viajeros. La vaca estaba ahí, con sus cuatro patas firmemente ancladas en la vía,  Toda una proclama de que en el mundo existían desagradables, inexcusables realidades que no siempre podían sortearse, denunciarse, olvidarse. La vaca era lo que era, antes de transformarse en filete, caldo, bolso o chuleta.

–¡No llegamos! ¡Perderemos, también, este avión!-Lady X consultaba el móvil con frenesí.

Oscuro horizonte.

Él, en el pasillo,  intercambiaba opiniones con los viajeros sobre temas que a veces no tenían  que ver con el ganado.

Los edificios de uno y otra habían empezado a cuartearse, de una manera banal. Podía no tratarse más que de una pequeña grieta, pero nada garantizaba que no se transforme en fallo estructural.

En el vagón hubo un suspiro de alivio. La vaca, por intervención externa o por aburrimiento e insuficiencia de pastos, había sido retirada y el tren continuó su camino.

 

El sol está detrás

La carrera en Londres fue frenética. Lo más rápido para llegar al aeropuerto era el metro.

De nuevo lady X se halló en una situación francamente impropia. Con su modelo de marca, chaqueta y dos piezas, compartían vagón con la variada muestra de la multiculturalidad inglesa: Una señora negra con turbante, un punky de cresta rosa, dos muchachas cubiertas de velos y una apenas cubierta por cuero negro a la que acompañaba otra con atuendo vagamente colegial. Un sin techo, pero  no sin transporte, monologaba y compensaba los efectos del alto contenido etílico manteniéndose agarrado a la barra. Al otro extremo del vagón charlaba con su móvil una oriental indiferente al resto.

Se abren claros.

 

Al fin el aeropuerto. Con lentitud, empezó a abrirse ante ellos dos el mundo acostumbrado. No aún debidamente pulcro, pero con tan poco tiempo no podían hacer objeciones. Volaron. Llegaron a Madrid.

Las calles, su calle, les parecieron cálidas, sin sorpresas, retrasos ni vacas. Entran en el piso. Podían calentar algo para la cena, comprar pan en la gasolinera, abrir una botella de vino. La grieta, ahora apenas visible, se iba cerrando, era una simple estría en la pared de su relación. El cuadrúpedo tenaz que se alzaba en medio del camino de su felicidad se fue difuminando, El barco, la noche del crucero, que habían zarandeado las olas, emergieron del proceloso mar. Al tiempo que la vaca se perdía de vista en la vía muerta de los recuerdos.

 

Y la vida sigue

 

Rosúa

Octubre 2022

 

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10/23/22

Nuestra Inglaterra

Nuestra Inglaterra.

¿Se habrán dado cuenta los comentadores que se complacen en el mal momento por el que atraviesa Inglaterra, y lo utilizan para azuzar una especie de populismo patriotero barato, de que están yendo en contra de sus propios intereses, de los de sus países y de los de una Europa cuyos principios básicos son y han sido, bajo el oleaje ocasional de las circunstancias, los del Reino Unido?. ¿Advierten que ésta, precisamente, es la oportunidad de mostrar a una Gran Bretaña en momentos difíciles y enfrentada, frontal y fatalmente, al error del Brexit y a otros, el apoyo, la solidaridad y comprensión de los amigos? ¿Se hubiera producido tal error, que apenas gozó del voto afirmativo del cincuenta por ciento del escrutinio, de haber presentado otros países una opción clara y decidida de defensa de la libertad, de los derechos individuales y de afirmación de los sistemas democráticos frente a la rendición económica y moral a dictaduras y a partidos empeñados en la demolición del sistema de valores europeos y en la sumisión a potencias sin escrúpulos y a programas totalitarios?

El Big Ben, y el tiempo, no se han detenido.

Algunos medios de comunicación, y comentadores de supuesta inteligencia, se han embarcado en un maratón de mezquindad aprovechando la crisis al otro lado del Canal de la Mancha. Los buitres se están poniendo perdidos camisa y corbata a base de hundir pico y cuello en las heridas de Inglaterra. La anglofobia, nutrida de mal disimulada envidia, de sonrojo reprimido por la constatación, silenciada, de la mansa cobardía hispánica (que no es la única pero sí primus inter pares) y de la impotencia ante la indignidad diaria en el propio país, ha visto su oportunidad en los males que aquejan a la Albión pérfida y aletean alrededor de su cuerpo. Siempre puede rebuscarse en el baúl de los agravios. Si no hubiera  Gibraltar habría que inventarlo.

No es un buitre. Eros en Piccadilly

El regimiento de abuelos cebolleta sale frotándose las manos para rememorar el valor de los Tercios de Flandes, el Descubrimiento de América, Isabel la Católica, el Dos de Mayo. Desde entonces, a día a hoy, olvidan que Inglaterra ha creado y mantenido la mayor riqueza que en un país darse pueda: Ciudadanos, auténticos ciudadanos que se sienten partícipes y protegidos por un sistema de derechos y libertades, que conocen su Historia, que aprenden, hablan y valoran su lengua, que se unen en el respeto y la defensa de sus símbolos nacionales, sean bandera, patrimonio cultural o entierro de la Reina. Un país que ciudadanos de otros, por residencia ocasional, permanente o estancia breve han apreciado, además del de origen, como propio. Porque en ninguno se sintieron como individuos tan libres, seguros y respetados y tienen hacia él, además de agradecimiento, cariño y admiración.

Amigos y pub

A fin de cuentas, las actitudes de anglofobia son el recuelo del no menos resentido y mísero antiamericanismo, porque Estados Unidos tuvo iniciativas imperdonables, dando vidas de sodados y fondos de defensa y reconstrucción en Europa, defendiendo explícitamente Constitución y libertades y alcanzando una prosperidad que hace agolparse emigrantes en sus fronteras. Es mucho más placentero recostarse en la mayor dictadura que ha habido, la china, depender de sus mercancías, productos básicos y de sátrapas que controlan las espitas de petróleo y gas y negocian con vasallos locales y prohibir en suelo propio cualquier iniciativa industrial, energética, militar y alimentaria.

 

Monumento a los héroes de la Batalla de Inglaterra.

Los abuelos cebolleta del ilustre pasado hispánico no alcanzan a asomarse a la ventana, a ver que el mundo es ancho, que las libertades son frágiles, que el sistema que Europa alumbró y se ha extendido porque es el mejor, más próspero y garante de superior calidad de vida se halla en una crisis infinitamente más peligrosa que la actual del Gobierno inglés, que esa misma crisis, caos, confusión, nombramientos, dimisiones son sólo posibles en un gran sistema democrático, nunca en los infiernos tan defendidos, tan infiltrados, en realidad tan próximos, de teocracias fundamentalistas, de Partido Comunista único que controla, utilización espuria de la informática mediante, a toda una población, de aprendices de brujo a base del chantaje del átomo y de la fuerza, de regresiones al caciquismo de un Presidente al que nunca se votó en elecciones generales y que se ha enquistado en el  parlamento de un estado fallido europeo que se pretende democrático y no es sino un zurcido de tribus amantes del desguace de la nación y de la destrucción del Estado de Derecho.

Por las calle inglesas circula el aire, el sabor inconfundible de la real conciencia de ciudadanía. Saldrán delante; se lo merecen. Sobre los hispanos llueven disposiciones ante las cuales están siempre, por absurdas, estúpidas y perjudiciales que sean, indefensos, con la peor de las indefensiones que es la rendición previa,, la que ni siquiera se plantea lucha ni protesta alguna, segura en su fuero interno del poder del cacique y de la muralla intangible de anonimato, lejanía e irresponsabilidad personal instalada aprovechando el Covid y la imposición online. Exactamente lo opuesto a la actitud británica: Cuando atentados terroristas se llevaron  por delante vidas de ciudadanos los británicos siempre se unieron como uno solo en el apoyo al Gobierno y a su país y contra los asesinos. En España tras las muertes las manifestaciones no fueron contra los asesinos sino contra el Gobierno democrático. Los Tercios de Flandes tienen poco que hacer en un remedo de Parlamento poblado por defensores de terroristas, mafias especializadas en la rapiña victimista y amigos del caciquismo de reparto. Los Hernán Cortés y los Pizarro irían directamente al paro, o al frenopático, de encontrarse en un país que se ha convertido, por méritos propios, en una nación fallida que se avergüenza de nombre y bandera y en el cual está prohibido en los colegios enseñar en español. Al lado de esto la crisis inglesa, donde los primeros ministros ¡incluso dimiten! y los partidos de uno y otro signo se saben representantes de la nación, resulta de conmovedora insignificancia e incluso envidiable.

Siempre nos quedará Peter Pan.

En el extremo opuesto, sólo el peligro cercano y el valor, al principio solitario, de un Presidente y de unos hombres y mujeres, los ucranianos, decididos a resistir, a mantener la dignidad al precio de su vida, han logrado zarandear el cómodo edificio de la conveniencia, del tibio buen vivir burocrático, de la inercia globalista mientras paguen y proporcionen materias necesarias otros. Ha hecho falta ese soplo de aire a la casa de paja para dejar al descubierto algo que podría, en su desnudez, ser lo mejor de Europa, su oportunidad de rectificación, de unión, de progreso, una casa con las paredes sólidas de unos valores que defendió y defiende Inglaterra, a la que se necesita ahora más que nunca y que más que nunca ella necesita, los amigos de un hogar que es el suyo y que tienen también, como ella, grandes errores que reparar y mucho más, con nuevos compañeros, por defender, proyectar y construir.

Pero Nunca Jamás (Neverland) también está aquí.

Rosúa

Octubre de 2022

08/20/22

El club unipersonal Pelosi

Nancy Pelosi, por supuesto. Porque en este momento, agosto de 2022, en ella se concentra la dignidad, perfectamente inútil. inoperante, reprobada incluso, de habitantes del planeta que vienen rendidos de fábrica a cualesquiera fuerza, millones de adversarios, billones de armamento, dictador y totalitarismo con tal de que les permita la ración diaria de sopa boba, pantalla, zapatillas de marca, contratos, mercancías y de que deje planear sobre sus cabezas sin que descargue el nubarrón atómico. Acuñada en un metal más raro que ningún oro, esta mujer ha hecho, lleva haciendo a lo largo de su vida, aquello a lo que apenas ya nadie se atreve: El acto gratuito, y por ello de inmensa valentía, de la acción moralmente justa, de la denuncia por exigencia y compromisos con la verdad y la solidaridad, sin plantearse victoria alguna, con perfecta consciencia del preceptivo fango de coyunturas, reparos y estrategias. Porque su sustancia, su valor son otros, de una aleación ya prácticamente desconocida: La de la persona, el individuo que ha luchado por serlo, que sabe que la humanidad es sendero empinado que se conquista. Aunque en buena parte se halle laminado en finas y moldeables láminas por la oportuna irresponsabilidad personal que le presta el anonimato de la tecnología y el ciudadano acepte el vasallaje incondicional a entes y dimensiones que siempre lo superan. Pese a que cacique, clero y heraldos lo sometan a diario a la ducha de consignas de falsos dioses planetarios, cósmicos y milenarios de mandamientos inapelables y de que lo bañe el líquido amniótico que disuelve la exigencia de responsabilidad individual y hace la ética y libre albedrío inconcebibles. Nancy Pelosi ha dicho y hecho lo que cabía y se debía hacer, en el momento más oportuno por incómodo y desesperado, cundo un gigante como la China del gobierno de Pekín parece poder aplastar de un manotazo a pequeños, libres países de Extremo Oriente, como Taiwán o Corea del Sur, infinitamente más valiosos y respetables que la enorme dictadura asiática y su homóloga rusa al otro extremo. Frente a ambos goliat se alzan empero calidad humana de vida, de derechos y bienestar, a una altura que la fuerza bruta de los gigantes no podrá alcanzar jamás.

Olvidados y aplastados. China. Tien An Men 1989

Taiwan: China, pero libre.

Por supuesto sabe que se enfrenta a una lluvia de denuncias de  enriquecimiento de ella y los suyos en negocios con China. La corrupción es un arma al alcance de todos, la más barata y sólo ausente en los sistemas totalitarios. Cualquier aspirante a cortesano, a periodista de columna o a político puede ganarse un sueldo y un hueco entre los gusanos del queso de la envidia rebuscando en las vidas personales, ninguno osaría perder audiencia pasando la mano a contrapelo a la bestia de la opinión pública, y escasean más que el lince ibérico los que arriesgarían la milésima parte de su vida y haberes disgustando al poder y enfrentándose a la policía china en su propio territorio. Nancy Pelosi no ha esperado ni considerado alianzas, apoyo, defensa por parte de los europeos ni de otros. Lleva muchos años diciendo lo que hay que decir a quien y cuando cumple decirlo. Y eso es exactamente lo que una persona que merece ese nombre hace, en solitario porque siempre hay el individuo primero, por mucho que se hayan creado escudos de razón de multitudes, de sacralización de la bajeza bajo capa de igualitarismo, de alabanzas de todo tipo de la mediocridad, y oportunismo y, por encima de todo, de viscosa sumisión alimentada por el miedo y la envidia. Ella defendió siempre a los disidentes y los derechos humanos en China, tuvo el cuajo de desplegar 1991 en plena plaza de Tien An Men, en Pekín, un cartel pintado a mano en chino que rezaba “Por los que murieron por la democracia en China”, con la consiguiente represión de la policía y encarcelamiento de los periodistas que intentaban cubrir la noticia. Esto en conmemoración de los miles masacrados en aquella plaza la noche del 3 al 4 de junio de 1989 por el Gobierno, muchos de ellos jóvenes estudiantes que pedían democracia y habían erigido una ingenua estatua de la libertad. Una sola línea de ese cartel-por poner un ejemplo europeo de extrema cobardía de un país que ni se atreve a tener nombre, símbolos, lengua ni bandera- vale más que el Gobierno de España en pleno con cuantos lo mantienen, apoyan, viven de él y se suman a la masa oportunista de deseosos de probar su filiación incondicional al club bienaventurado y rentable de “progresismo” e “izquierdas”, que les permitirá cobrar y ser aceptados a pelo y a pluma, junto con los intelectuales y rebeldes a la violeta que corean todas las consignas contra el “imperialismo norteamericano”. Del rosa al amarillo, ninguno dejará de exhibir su desafío virtual al “sistema” y el “liberalismo”, el comunismo habrá pasado a ser una “autocracia”, un rasgo étnico-cultural, y ficharán, con la esperanza de que los hagan corresponsales, en las críticas a Nancy Pelosi.

Taiwan. Antes.

No todos. Es difícil decir más verdades en menos espacio que en el artículo de Iñaki Ellakuría “La verdad es tóxica”, página 2 del periódico “El Mundo”  del 19-VIII-2022. Hay en él un genuino amor por la libertad y la verdad y una desolación ante las sumisiones que nada tienen de las servidumbres al uso.

Pelosi recordó en Taiwán, en su reciente visita de 2022, que hacía veintiocho años que había viajado hasta la plaza de Tien An Men para honrar la valentía y sacrificio de los estudiantes trabajadores y ciudadanos en general que se alzaron en defensa de la dignidad y los derechos humanos que todo el mundo merece, y que desde entonces y hasta hoy ella y los suyos mantenían el compromiso de compartir la Historia con el resto del mundo. La congresista, que ha visitado la frontera de Corea del Norte e intentado hacer llegar a los dirigentes de Pekín peticiones para que fueran liberados disidentes como Liu Xiao Bo, Premio Nóbel de la Paz al que el Gobierno no permitió ir a recogerlo y que murió de cáncer en reclusión en China, no está ni mucho menos exenta de correr graves riesgos con sus denuncias. El status de político extranjero no ha impedido al Gobierno de Pekín hacer desaparecer limpiamente a norteamericanos que le incomodaban. La talla humana de esta mujer resalta más por contraste con la maraña de parásitos europeos de las utopías subvencionadas y la mísera avidez nacionalista de las colas de ratón. Su trayectoria vital, profesional, intelectual y ética es exactamente el polo opuesto de las clientelas del paraíso gratuito y verde a libre disposición de los gestores del nuevo edén totalitario.

Taiwán ahora

Como el grano de levadura o el justo que podría salvar de la aniquilación a ciudades, según  el best seller no siempre recomendable llamado Biblia, la señora Pelosi representa algo difícilmente soportable: Una conciencia sin temor ni pudor respecto a efectos prácticos y críticas públicas, segura de la valía irreemplazable de los actos aquí y ahora por parte de individuos concretos en situaciones concretas, sin pretensiones de David, con la honda de sí misma y la desnudez de la verdad, la justicia y la palabra, incansable en la defensa de valores universales, de olvidados y oprimidos como en el caso del Tíbet y en el de esos solitarios individuos que reclaman libertad y respeto. La unánime ola de temerosos reproches que ha levantado su visita a Taiwán es la mejor prueba de en qué platillo se rencuentra la justicia de su acto. Recuerda al pesado de las almas en la mitología egipcia: En un platillo los hechos en vida del difunto, en el otro la pluma de Maat, la diosa de la verdad. En este caso está claro quienes se apiñan en el platillo de los suspensos, donde se sitúan los actos concretos de individuos concretos, que es referente real de entidad y calidad, y no las falsas dualidades “derechas”, “izquierdas”, etc., etc. ad nauseam. La estadística es también sumamente ilustrativa. Véase como ejemplo, tras el reciente y gravísimo intento de asesinato del escritor y defensor de la libertad Salman Rushdie, el exquisito cuidado con el que los redactores de prensa evitan emplear la palabra islamista que es exactamente la que define, en toda propiedad, la motivación del crimen.

Elecciones en Taiwán

Tiene, en este contexto, España una gran utilidad como ejemplo de país europeo fallido y avergonzado de sí. En una población acobardada de gentes que se saben vasallos, que no ciudadanos, que siempre bajan la vista y la voz ante disposiciones absurdas, despilfarro flagrante y señoritos inatacables, que responden con un resignado “Está mal, pero ¿qué podemos hacer?” el grado de sumisión, rendición preventiva y negación de sí es difícilmente superable por nación alguna. Hace desde luego añorar que Gran Bretaña se detuviera en Gibraltar y no continuara península arriba. Como sus pares europeas, Inglaterra es un país que sabe y quiere defenderse. No hay punto de comparación entre su unidad sin fisuras, como la norteamericana, tras atentados terroristas y la miseria de las manifestaciones españolas tras la masacre del 11 M de 2004 en Madrid en las que el nada valiente pueblo no insultaba a los asesinos que pusieron en los trenes (crimen del que , por cierto, nunca se ha sabido la autoría intelectual) las bombas sino al Gobierno democrático, expulsado en las elecciones generales que estaban convocadas tres días después. Sin olvidar que sólo Gran Bretaña rompió relaciones con Irán tras la llamada islámica al asesinato del escritor Salman Rushdie. Dos países europeos en dos extremos: El de ciudadanos, ejemplo de valor y dignidad, y el de los que no merecen serlo.

La regresión al cacique

En España, lugar tanto más simpático cuanto que carece de entidad competitiva y se distingue por el afán en demoler su Educación e Historia y por la imposibilidad de emplear, en amplias extensiones de él, administración y centros de enseñanza incluidos, su lengua, a lo que se añade el temor a utilizar nombre, símbolos y bandera propios, se da además, lo que no carece de lógica respecto a lo anterior, la veloz regresión hacia el caciquismo. En él se aceptan con sumisión ovejuna las más ruinosas, necias y nocivas disposiciones de un Gobierno nunca votado en elecciones generales y de una corte de parásitos que son imagen rediviva del señorito provinciano del siglo XIX. De uno a otro extremo de la piel de toro, ahora buey como mucho, los vasallos inclinan la cabeza con mansedumbre ante cualquier orden del Poder y responden “Pero ¿qué podemos hacer?”. La espuma inconsecuente de las protestas en mesas de café no pasa del aperitivo y de la puerta, el Parlamento no es sino un Casino donde se reciben sueldos, se escenifica modosamente el papel de representantes y se amplían despachos y mobiliario para acoger a la inagotable clientela de paniaguados. No resultaría extraño ver utilizar durante la caza como perro rastreador a quien el señorito dispusiera, al estilo de la novela de Miguel Delibes, y luego excelente película, “Los Santos Inocentes”, y el sumiso sustituto del can respondería a la orden, o Decreto-Ley, de tirarse al suelo y olfatear “Sí; está mal, pero ¿qué le vamos a hacer?”.

Los sabios no están tumbados siempre.

En tal contexto, actos como los de la señora Pelosi o la valentía de cuantos, como Salman Rushdie, se enfrentan, por defender la libertad, a amenazas de muerte, consumadas o por consumar, la entereza de Taiwán y el valor de Ucrania resaltan, por contraste, con un brillo extraordinario y adquieren el peso y categoría de los que pasarán, por su mérito y riesgos asumidos, a la Historia. En el otro extremo, de Europa y en el moral, España es interesante como ilustración de la velocidad regresiva a la que lo que se llamo en su mejor sentido Occidente huye del reconocimiento y del simple enunciado de los valores universales de defensa de los derechos y libertades del individuo como tal. Las personas pasan a ser elementos determinados por el hierro del ganadero que los marca según latitud, longitud, aprisco y promesa de pasto, irresponsables por lo tanto de sus actos, que no les pertenecen sino en función de genética, localidad, pastor y etnia. Y sobre ellas gravitan, inalterables como un olimpo cortado a la medida de variados rebaños, dictámenes anónimos y dioses respecto a los cuales toda rebelión y reclamación son imposibles porque se sitúan en dimensiones inalcanzables: Futuro, Milenios, Planeta, Clima, Colectividad, Progreso Mundial. Esto con la ayuda inapreciable de la implementación espuria de la telemática y el miedo sumiso de la pandemia. Nada tiene que hacer, ni nadie a quien dirigirse, el individuo, aquí, ahora, diverso, aferrado a su única e irreemplazable vida y a lo que su conciencia, experiencia e instinto le presenta como malo. Lo baña diariamente una ola de consignas, repetidas con la puntualidad de las mareas y respaldadas con una reiteración de la palabra “democracia” que ha pasado a ser lluvia fina de dictadura destinada a crear y proyectar en pantalla supuestas mayorías  e inexistentes urgencias que todo lo justifican. En este sentido, el fallido país español practica de continuo tanto el uso de la palabra “democrático” como acciones antagónicas del más puro corte dictatorial, en forma de deyección incontinente de Decretos Ley y Leyes de urgencia, sin control ni discusión parlamentaria alguna. El manejo de la intimidación, de la certidumbre ciudadana de la impotencia y el falso argumento de necesidad apremiante por exigencias externas son instrumentos habituales de la manipulación de masas pero la aceleración y generalización de su uso han adquirido una velocidad sin precedentes. La dictadura actual permea hasta el último resquicio de la vida cotidiana de forma nunca, con ningún régimen, antes vista, y lo sitúa en un estado de completa indefensión ante agentes sin responsabilidad personal, inalcanzables y anónimos.

El lenguaje, la cultura y la Historia cuentan.

La ficción de las tribus felices y las aldeas asamblearias, cara a quienes viven de ella, es mercancía golosa y de fácil consumo; y gran peligro por cuanto anula al sujeto libre real, al verdadero ciudadano con sus deberes y derechos. Las sociedades complejas implican necesariamente gobiernos representativos, leyes, separación de poderes, concepto de igualdad de los individuos. Si se eliminan en la práctica el control ciudadano real y la ley igualitaria atenta sólo a los individuos y si se acaricia, no la solidaridad, sino la envidia, que es el peor pelaje de la bestia, entonces no hay sino la promoción de la mediocridad del mínimo común denominador y la ruinosa regresión e indefensión, en todos los órdenes. Es palmaria la diferencia entre el “Nada podemos hacer” del español y el control del gasto y de los políticos en países reales como Suiza o Gran Bretaña.

Taiwán. A toda velocidad y adelante.

Se ha instalado una eficaz máquina de un género nuevo de neocomunismo, de populismo a base de clientelas-parásito, para las que resultó providencial la eliminación de la responsabilidad personal y la indefensión implantadas utilizando la pandemia y el virus. El uso espurio de la telemática ha sido, en este contexto, una bendición  para Cacique y corte. Nunca estuvo el otrora ciudadano tan indefenso ante la multiplicidad de la dictadura sin rostro, materializada, virtual, inapelable e intangible en el Cacique-Presidente, un histrión especie de maniquí de cartón piedra relleno de materia revenida segregada por él y para su propio uso, en un decorado vistoso propio del gran muñeco de feria que halaga los instintos de los admiradores del tahúr con éxito y el rico sin esfuerzo que distribuye entre sus vasallos dádivas.

El Cacique al mando segrega, además de la lógica clientela estomacal que de él depende, miles, e incluso millones, de caciquillos a tiempo parcial, habitantes del país que, en vez de del de ciudadanos, han asumido el doble papel de complacidos seguidores incondicionales del Jefe que disfrutan del vasallaje y del tratamiento despótico y, por otra parte, ejercen con fruición el rol de comisario de sus convecinos que no siguen las directivas descendidas, sin mayor razonamiento, de lo alto. El Covid fue una providencial escuela de sumisión que permitía al Cacique las mayores y peores arbitrariedades, sin asomo de consulta a terceros ni tramitación legal. Dejándole campo franco para ilusionarse con autocracias perdurables levemente veladas por simulacros de sistema asambleario. Puede incluso degustar el máximo placer del Poder, que no es la riqueza sino, como bien dijo George Orwell  en “1984”, hacer sufrir, someter a otros a humillantes, dañinas, inútiles, estúpidas disposiciones, y ver a los súbditos aceptarlas en silencio, sin reproche e incluso con admiración y amor por el Gran Cacique Hermano.

Esto se enlaza y camina a la par de la técnica del envilecimiento asumido. Cuando se ha conseguido que, como tras la masacre del 11 M, el pueblo en su mayoría insulte y se manifieste no contra los terroristas asesinos sino contra el Gobierno, y una y otra vez se ha forzado, por presión y chantaje mediático y pandemia mediante, a aceptar disposiciones ilegítimas, sumisiones vergonzosas, manipulaciones e imposiciones del más bajo jaez y de notoria falsedad en la Educación y la Historia y la población ha aceptado esa vileza, entonces éste se ha situado a un nivel de vasallaje voluntario de muy difícil rescate.

Las rejas de esta cárcel hispánica a la que la mayor parte del país -véase el resultado de las votaciones- se somete sin resistencia son duales y falsas, pero no por ello menos cómodas y eficaces. Ni existen ni han existido nunca, excepto como recurso literario y  metáfora sociológica  en tiempos y temas históricos concretos, dos Españas, ni tampoco una especie de dualidad zoológica derechas/izquierdas, pero esta ficción nefasta exhibida con diferente vestuario y abrumadora orquesta mediática ha sido y es determinante para asegurar poder, manutención gratuita, predominio social y múltiples nóminas a una clientela parásita que lleva décadas multiplicándose a costa del empobrecimiento intelectual, moral y económico de la nación y ejerciendo un chantaje sin parangón en otros países europeos. La palabra “comunismo” y sus efectos históricos reales o se evita o goza de una especie de aura vaporosa afín a la generosa solidaridad. Los muertos, silenciados, quedan a beneficio de inventario porque en realidad las clientelas de la utopía viven y medran de esos réditos. La cárcel dual amplió y reformó instalaciones con el mito de la Guerra Civil de 1936 y su república maravillosa, que no lo fue, y el de la dictadura franquista uniformemente horrorosa, que tampoco lo fue. De estas fábricas inagotables y rentables de víctimas a posteriori han vivido y esperan vivir miles durante décadas.

“Somos así. Aquí somos así”

La frase es común respuesta en el país fallido a cualquiera que observe una deficiencia, un fallo, un retraso, incuria, comportamiento indeseable, errores garrafales, despilfarros del erario público, mentiras flagrantes del líder político. La primera persona del plural se emplea sistemáticamente, se diría que incluso con cierto placer o tibia complacencia de no distinguirse del rebaño y participar, con él, de la cuota de vileza. El “somos” en este tipo de resignada respuesta ante conductas negativas es rasgo típico hispánico, y nada alentador. Implica reconocimiento de inferioridad e incapacidad irremediables de estar a la altura de lo que de un ciudadano de un país moderno y democrático se espera. No es propio de otros lugares este «somos” y está relacionado estrechamente con la parálisis, la ceguera voluntaria, la indiferencia ante las palmarias fechorías del armazón parásito en el poder que deyecta a diario todo tipo de disposiciones de claro corte totalitario en una injerencia sin precedentes, propia de los regímenes comunistas pero maquillada a lo juvenil y  a la europea, en las vidas privadas, acompañada por amenazas de pérdidas de hacienda y libertad y blindadas por el general convencimiento de que no existe defensa posible.

Los últimos no serán los primeros pero es posible que para el país fallido, precisamente por su posición irrelevante, desmembrada y amorfa, se le presente una oportunidad de ascenso y cambio, de abandono y repulsa del “Somos”, que suba escalones, traspase las rejas de su cárcel verbal y advierta que éstas no existían, que eran simple proyección defensiva del peor de los clubs: El del mínimo común denominador intelectual y la amoralidad estúpida. Tal vez pueda hacerlo. La libertad está al otro lado.

El club individual.

Es, por lo tanto, el momento de pertenecer al club de los riesgos que valen la pena. Precisamente por el valor del acto gratuito y necesario, sin rentabilidad alguna. El valor individual, la denuncia explícita, el simple uso cada día, cada vez, de las palabras adquiere en este contexto un valor extremado porque son de las pocas armas que quedan al ciudadano, al humano que pretende serlo. No todo el mundo puede ponerse, como Wang Weilin, frente a los tanques en la plaza de Tien An Men, en 1989, en China, sin más arma que su bolsita de plástico, ni enfrentarse como Zelenski al dictador ruso que invade su país y negarse a entregarle trozos de éste como le aconsejan viscosos editoriales de algunos periódicos europeos, Pero las palabras, su elección y la estadística en su empleo no son inocentes. Tampoco lo son la supresión, inclusión o no en un texto, la eliminación de fechas y datos numéricos o la amputación de la Historia. Como todo nuevo rico, el Gobierno de Pekín no se conforma con la exhibición de riqueza, poderío y armas. Necesita el reconocimiento de los que, sin decirlo, siente como aristocracia, desea la simpatía de sus pares, no soporta la riqueza de libertad de la que gozan sus vecinos taiwaneses, el aire próspero y limpio que respiran, que cualquier visitante de Taiwán percibe y no se puede comprar con tanques ni contenedores de todo a cien circulando por la red mundial. El contraste próximo con países abiertos da al traste con el tópico racista de la incapacidad china para la democracia y con el argumento de la uniformidad de mil trescientos millones de habitantes sólo capaces de seguir al autócrata de turno, al Partido Comunista Jefe, sin aspiración a democracia alguna. La falacia del número es el peligroso simulacro de argumento utilizado tanto por la dictadura totalitaria china como por los oportunistas de Occidente. Mil cuatrocientos millones se presentan como un bloque, uniforme que excusa, por el peso del guarismo, toda oposición y todo análisis. El individuo, gran enemigos de los peores, no existe, está indefenso, silenciado bajo el abuso, la violencia, el terror, las peores dictaduras, las leyes y usos criminales. Y sin embargo la fuerza de una idea, que siempre nace primero en alguien, que alguien defiende solo en algún sitio, es lo que cambia el mundo en el que se vive y la única  arma que a quienes sepan denunciar y a atreverse a usarla les queda.

Taiwán. Sin miedo al gran dragón.

Rosúa

 

04/4/22

TRANSIBERIANAS. EL LARGO VIAJE.

TRANSIBERIANAS, El largo viaje.

 

Tramsiberianas se gestó en un viaje de quince días de Moscú a Vladivostok que fue luego, al hacerse libro, de más de tres años, página a página, palabra a palabra, con una intensidad en el sentimiento del tiempo y del espacio que la autora jamás sospechó al emprenderlo. El tren fue la envoltura, el huso de hierro que iba dejando su contenido en ciudades crecidas, como cosecha, a su abrigo y luego lo recogía para depositarlo en otra parte, mientras ofrecía por sus ojos de vidrio rápidas estampas de plantas luchando por florecer, llanuras sin más límite que el horizonte, superficies líquidas tan anchas y abundantes que hacían pensar en los días imprecisos de la Creación, cuando aún las fuerzas estaban atareadas separando la tierra de las aguas.

Los recuerdos anteriores, la visita a la que fue Unión Soviética, empalidecían hasta distinguirse sus perfiles apenas en la superficie engañosa, frágil de las muchas memorias superpuestas, de la amplitud e implacable belleza del mundo, de la llamada tenaz de voces distintas. Rusia imponía su desconocido que siempre se creyó, en parte, conocer, empujaba, al atravesarla, siglos arriba y abajo, de manera simultánea. Meses, años después, en el libro Transiberianas surgían, sin ser invitados, por sí mismos, personajes de distintas épocas y lugares que tomaban carne con rapidez pasmosa, como si siempre hubieran estado esperando en los andenes. Rusia eran ellos, había que hacerles sitio, su doble alma llevaba épocas llamando a las puertas de Europa sin abandonar por ello las casas propias. Porque el tapiz se extendía de un océano a otro y era Eurasia.

Kairos, Heródoto, Lenka, Irena. Valentina, Nicolás, Ikreyh, Eusebio. Irina, Sonia, Huang, Misha. Shush, Mirza, Uhu-bek, Vladik. Ruy González, Basil, Pior, Nina. Vladimir, Borsek, Li-Mi, Marioska. Y otros, incluido un perro testigo en primera línea del asesinato del zar, acompañantes y familia. Todos aparecían con absoluta urgencia, y a todos observaba la fuerza tranquila de una naturaleza que sabe que la muerte de los seres que en la tierra cría es sólo aparente y sobrevivirá al hielo y a las nieves.

Llegó febrero de 2022. En esos días se había terminado el libro y la última línea coincidió con la invasión por el gobierno de Rusia de Ucrania, lo que obligó a añadir un epílogo, escrito con cierto estremecimiento al repasar páginas en las que se aludía a la codiciada zona del Mar Negro.

El epílogo es éste, junto con el agradecimiento a los ucranianos y a su Presidente que, en 2022, han mostrado que aún hay personas capaces de arriesgar la vida por la dignidad y la libertad.

 

Epilogo

El puente más oscuro: La vía muerta del Transiberiano.

24 de febrero de 2022: Rusia bombardea e invade Ucrania.

Hay otro extremo del puente que pudo, que podría ser, y el puente mismo es otro. La embriaguez de la diferencia y la distancia, el sabor anticipado de la sal del Pacífico y la materialización de los topónimos han relegado a un segundo plano la existencia de los pilares occidentales del cinturón euroasiático, de esos lugares asomados al siempre codiciado Mar Negro. Deltas y estuarios, llanuras repletas, como un vientre incansable, de cereal, países del siglo XXI que fueron  escapando en el XX, con valor, tenacidad, ilusión y esfuerzo, de los escombros de la cárcel en que se había transformado Rusia: la Unión Soviética. Eran los del Este, las colonias de Moscú, y en cuanto pudieron dieron la espalda a sus antiguos dueños del terror y los tanques que aplastaron en Budapest y Praga sus rebeliones, renegaron de los señores de las hambrunas provocadas, de los espías de las vidas de los otros, de los muros para evitar las fugas y de los planes para lograr el dominio internacional. Desde las pequeñas y bellas naciones bálticas hasta las valientes Polonia, Hungría, Rumanía, Checoslovaquia, Bulgaria, Ucrania, todas ellas se fueron sacudiendo un pasado de servidumbre incomparablemente superior a ninguna conocida, una especial sumisión gris, impersonal,, ubicua, omnipotente, caracterizada por el anonimato, por su aspiración a controlar hasta el menor resquicio, interno y externo, de los ciudadanos, por su completa ausencia de responsabilidad moral y por su inigualable e inigualado dominio de la propaganda, que logró convertir el mundo, y en él comunicación y cultura, en una interminable batalla de Buenos y Malos, Derechas e Izquierdas en la que los Buenos eran, siempre, los que, de una u otra forma, apoyaban al comunismo y afines e instalaban por doquier, aprovechándose de sistemas plurales y abiertos, plataformas de simpatizantes y de parásitos que repartían rentables certificados sociales de pensamiento correcto.

La ola de adhesión, de fervor incondicional y pertenencia afines a los de una secta religiosa, no fue en sus orígenes ni siempre la propia de militantes políticos. Tampoco la guio, en todos los casos, el interés espurio de los amplios sectores que se valieron de ella e hicieron y hacen de su marca un próspero negocio social. Se sustentaba aprovechando sentimientos nobles como la solidaridad y la indignación contra la injusticia, sentimientos que pronto se mezclaron con la envidia y la fácil explotación del victimismo. De ahí que la división Malos/Buenos, Progresistas y Burgueses, Comunistas/Liberales pareciera, pese a su reciente aparición en la Historia mundial, haber existido desde el alba de los tiempos, y que se impusiera con una fuerza tal que bloquea la percepción misma de la realidad y condiciona la mente con la más férrea censura interna que haya existido jamás.

El nuevo credo se benefició además en su nacimiento de óptima conjunción de circunstancias, surgía en el momento adecuado, los lugares idóneos y entre los actores oportunos. La industrialización, el ambiente fabril, significaban la convivencia de grandes contingentes de personas con intereses laborales comunes. Los medios de comunicación se alzaban como una  fuerza de difusión y, al tiempo, de propaganda. Los líderes políticos y sus patrocinadores surgían, exponían y se profesionalizaban. La revolución rusa de 1917 gozaba, y goza, del status de Belén y de Jerusalén, de revelación que, fácilmente, lo explica todo. A cualquiera. Que exime de la responsabilidad en los propios actos, elimina normas y leyes y libera del penoso ejercicio de pensar y de la aún más incómoda constatación objetiva de los hechos. Sin necesidad de leer las obras completas de Marx y Lenin. Y proporciona, sin mayores méritos, el marchamo de superioridad y el derecho a apropiarse de los bienes ajenos. Así, los actos, primero de la URSS, después de la R. P. China, gozaron de la mejor impunidad, del casi total silencio, la indiferencia, rechazo o incomodidad ante las críticas por parte de los países fuera de su órbita y de las simpatías, si no alabanzas, de la mayor parte de las élites culturales y mediáticas .Hasta épocas muy recientes, hoy incluido, las críticas han coexistido con una floración de neocomunismos en la que sólo ha hecho brecha definitiva la brutalidad extrema de la agresión y destrozo en 2022,  por parte de la URSS rediviva, de un país europeo.

A diferencia de la victoria de 1945, la desaparición de la Unión Soviética no fue una guerra ganada, en su implosión no hubo sino demérito de los países libres de Occidente, éstos no liberaron a nadie, se complacieron en hacer bueno respecto a Estados Unidos el dicho No sé  por qué me odia si no le he hecho ningún favor y en coger con una mano la ayuda estadounidense y su escudo protector, que les ahorró gastar en su propia Defensa, y en pintar con la otra mano “America go home” en los muros de las ciudades europeas. Pero el muerto régimen soviético estaba bien vivo, y paría y nutría seguidores continuamente. Había hallado, como China, la fórmula de la riqueza personal y la embriaguez nacional y revanchista, y engordaba sus fuerzas con justificado desprecio por los angelicales programas de los mal avenidos partidos democráticos en nombre de la paz gratuita universal, la energía milagrosa, el edén selvático bajo cuyo verde terciopelo se esconde la más descarnada ley de la selva, que abomina de viejos y débiles como bien supieron los nazis, y la adoración de las diosas madre, de los dioses Planeta y Culturas. Ha cristalizado el neototalitarismo new age, la respetuosa  política de bloques según las supuestas nuevas leyes de Historia y Cambio de Ciclo que exigen en el bien remunerado clero la abominación de Derechos Humanos universales, de igualdad, libertad y defensa del individuo. Hasta que el bárbaro, el déspota, el terrorista llaman a su puerta.

En cuanto pudieron, regiones, países e individuos huyeron del paraíso comunista, aprovecharon la implosión de la Unión Soviética. Y dejaron tras de sí la estructura totalitaria, burocrática y policial de un régimen que volvía a ser, en apariencia, la eterna Madre Rusia, ahora empeñada, como China, en logros económicos repartidos entre los afines al Gobierno, en un rearme vertiginoso y en un control energético en proporción inversa a la dependencia y debilidad europeas. Democracia, libertad y derechos individuales, siempre incompatibles con los padres fundadores de la revolución de 1917, eran todavía más inaceptables en el poroso y movible mundo del siglo XXI, tanto respecto a las naciones fronterizas como en el interior y en los propios ciudadanos rusos. El impulso totalitario de las remozadas o nunca extintas dictaduras comunistas, ahora bautizadas con el eufemismo autocracias, ha mantenido y sigue las mismas estrategias y procedimientos que antaño, con leves maquillajes de forma. Se atiene al mundo dual de denuncia de las democracias occidentales y aliados, exportado esta vez el mensaje, de grado o por fuerza, en un mix global por áreas internacionales de penetración, presión y asentamiento.

La invasión de Ucrania ha desnudado las matrioskas del líder de Moscú, todas presentes, propias de los estratos de su vida y todas en activo, decisivas, laqueadas, sucesivamente, por un proyecto común de dominio antitético de libertad y derechos individuales, revestido en su último avatar de una amalgama de exaltación de nacionalismo paneslavo ruso y fervor religioso ortodoxo. El conglomerado religión y Grande e Imperial Rusia encaja perfectamente con las matrioskas interiores en cuyo núcleo se sitúa el policía secreto del régimen que el líder comunista siempre fue y del que conserva la típica indiferencia por las vidas humanas y la certidumbre en la infalibilidad de sus actos. La matrioska del zar, una de las que el líder encierra, no tiene de aquél sino el icono útil de símbolos y título y la ambición del derecho divino que el Partido y Credo que conoció y la corte que lo rodea le proporcionan. Su reino es de este mundo, expansivo por naturaleza, sin relación con imperialismos zaristas, una sucesión de matrioskas semejantes al las escobas del aprendiz de brujo, de multiplicación, por su propia dinámica, imparable. La última reúne lo peor de cada casa, y la polémica comunista o nazi es estéril porque la integran ambos:  El poder del Partido en el que hacen piña Jefe Supremo, cuerpo rector y autócratas billonarios, y la descarnada brutalidad del nazismo con sus justificaciones étnicas y lingüísticas. El Presidente debe pintar su última matrioska con trazos rápidos por la urgencia del declive físico, particularmente insoportable para alguien que se ha querido y quiere símbolo de la fuerza, identificado con el mando y digno del mejor mausoleo en la mayor catedral de la nación más grande.

Las pequeñas muñecas sucesivas pueden caer, una tras otra, como fichas de dominó, con simples, repetidos, tenaces, numeroso golpes.

En el terreno verbal ha habido pocos cambios: las viejas armas empuñadas por los mismos y sus clones con los mismos propósitos: Se recurre como enemigos por antonomasia a la exhumación de las efigies del Mal destinadas a excitar rechazo automático, El Presidente ruso justifica su invasión y bombardeos en pro de la defensa contra el neonazismo, exactamente igual que en España el grupo de Buenos de nómina, la Izquierda, lleva largas décadas gozando de un cómodo vivir mediante la utilización de fascista, franquista, ultraderecha y facha como medios de ostracismo y chantaje contra los que no considera de su tribu. Todo vale para ignorar la realidad, los hechos concretos y los individuos. Así el Gobierno ruso invoca derechos étnicos y rancio abolengo medieval, que lo situarían como el primus inter pares de los eslavos, mientras sus clientes ideológicos, y con frecuencia materiales, de países europeos sortean la incómoda evidencia del regreso del imperialismo soviético y el periodo 1917-1989 a base de referencias a los zares. De forma paralela a la batería verbal Mal/Bien, tanto en la casa madre neosoviética como en sus franquicias no puede faltar la amenaza de grandes y eternos enemigos dotados de perdurable juventud y maldad infinita. Son recurrentes el Gran Satán Estados Unidos, la cohorte capitalista y los indispensables dictadores por mucho tiempo que lleven muertos: Véanse los nazis (con los que sin embargo al principio de la segunda Guerra Mundial Moscú pactó), en España Francisco Franco, cuyo fantasma lleva décadas trabajando para los que se legitiman dando lanzadas al cadáver, y los fascistas invocados por el espiritismo político.

Erizado de armas, con su dedo juguetón en el botón nuclear y la invasión de un gran país de Europa, Ucrania, que marca un antes y un después en la Historia, el Presidente del Gobierno ruso se sitúa en posición de aparente preeminencia y centro de los focos. Sin embargo el exceso mismo de su actuación, la teatralidad del desarrollo y la impostura del planteamiento delatan la inmensa derrota que se extiende tras los dorados y las águilas bicéfalas. Se sabe vencido por una forma de vida, la occidental, libre y democrática hacia la que se vuelcan cuantos eran sus vasallos, no ignora el vacío que existe tras la aparente rápida victoria por el recurso a la fuerza, le es patente su, en todos los sentidos, ineluctable vejez. La cual contrasta con la juventud y valor, espiritual y físico, de sus oponentes y con la toma de conciencia de la aletargada Europa tras la sacudida. La violencia misma de lo sucedido el 24 de febrero de 2022, con todo su precio de dolor, soberbia y sangre, tiene algo de canto de cisne, aunque éste tarde aún en morir.

El extremo occidental del puente oscuro se hincaba en arenas movedizas, en pilares poco fiables. Los que fueron países del Este se apoyaban en aquella Europa de las democracias, las libertades y los derechos, no olvidaron las invasiones del señor antiguo pero aprendieron rápidamente a hacerse un presente y un futuro, tejieron su independencia sin que por ello dejaran de mostrar en sus ciudades unos peculiares museos de la opresión, los comisariados y las cárceles socialistas que a los admiradores platónicos del comunismo a costa de la piel de otros les repugna visitar. Cuando llegó, en febrero de 2022, la invasión rusa en el extremo ucraniano del puente oscuro los invadidos sintieron y temieron, bajo la súbita lluvia de bombas y disparos, que la Europa de los derechos y libertades en la que habían creído no existiera que fuese polvo, como las momias expuestas al aire, ante la brutalidad de la fuerza, que, mientras las instituciones liberales de Occidente reposaban en espera del beso y las ayudas del príncipe, lo peor de la antigua Unión Soviética siempre había estado allí y que los jefes de Rusia, en vez de transformar su país, que no es para viejos ni para individuos libres, en país para todos, querían la gran dictadura de inacabables fronteras, la cual los coros occidentales de las consignas se apresuraron a denunciar como ambiciones zaristas cuando, en realidad, correspondían a las del Buró Político de Moscú.

Sus argumentos, como los ancestrales orígenes en Kiev y la tribu de los Rus, de donde viene el nombre Rusia, son de perfecta inoperancia. En las  oscuras edades de la Alta Edad Media, existían señoríos  diversos, como los khazar de Kiev, convertidos al  judaísmo en el S. VIII. Había un trasiego intenso con alternancia de enfrentamientos y pactos comerciales, imperaban la codicia por las ricas llanuras fértiles próximas al Mar Negro que se extendían tras los bosques, y por los puntos de comercio norte-sur, desde el Báltico y Escandinavia. El primer estado ruso, Kievan, no pasaba de ser un principado feudal marcado, en parte, por vikingos y nórdicos y, por otra, por el contacto con Bizancio. Los ríos, como bien sabían los vikingos, eran las grandes vías mercantiles y pronto se advirtió que la venta y trueque regulares de pieles, esclavos, ámbar y colmillos de morsa podían ser más rentables que la guerra. Los principados luchan o se alían entre sí, se ven acosados por nómadas y mongoles que llegan desde oriente y cuya especialidad es el saqueo, Kiev, tan eslava como los rus y ucranianos, prospera gracias a sus lazos con Bizancio y a la entidad afín  que le proporciona su conversión al cristianismo, un factor que, en paisaje político tan difuso y carente de fronteras, otorga sensación de pertenencia. Moscú pasará, y va a ser desde el S. XII, centro comercial de mayor importancia mientras que Kiev, unificado en el S. XI como estado ruso, se desintegra en principados independientes y en las más conflictivas zonas del sur pasará, sea a ser Lituania, sea a situarse en el khanato de la Horda Dorada.

Con el comienzo de la Edad Moderna, Rusia, ya imperio, se resiente, y esto será una constante, de su aislamiento, quiere acercarse, formar parte de Europa occidental. Kiev vuelve de Polonia a Rusia, Crimea, además de indispensable salida al mar, es más que nunca centro de comercio. Han llegado, desde el siglo XV en adelante, colonos germanos y flamencos llamados por los príncipes eslavos para que desbrocen tierras, desequen cenagales y loas conviertan, como así ocurre, en tierras de labor. En los siglos XVII, XVIII y sobre todo en el XIX hay una fiebre de descubrimiento, exploración y población hacia el este, hacia Siberia y los inmensos territorios apenas conocidos cuyas posibilidades y recursos comienzan a vislumbrarse. Ahí se engendra el Transiberiano, que es mucho más que un tren, es la nueva Rusia de la nueva época. El gobierno, los zares y las élites anhelan unirse a la revolución industrial, se impulsa la explotación de las minas de carbón en Crimea, se crean fábricas. En el siglo XX la extensa y rica en cereales Ucrania logra su independencia, que le durará bien poco, de 1917 a 1920. En la Unión Soviética será diluida en un enorme territorio, el Kazakstán. Tras la revolución de octubre, unos años después, entre 1932 y 1934, en Ucrania se vivirá, y se morirá, el Holodomor, el Holocausto ucraniano, por la hambruna provocada por Stalin, que expolió el trigo y se llevó por delante a entre cuatro, seis o siete millones millones de personas (las cifras son tan vagas, tan fáciles cuando se trata de hablar de exterminio, y de regatear a los asesinados incluso su derecho a haber muerto). Ucrania no fue un territorio de rendición rápida ni fácil de controlar. Sufrió luego devastación material y demográfica durante la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente un status de denominaciones y fronteras cambiantes, hasta su independencia real en 1991 y su reconocimiento como nación democrática en el foro internacional.

Uno de los mejores aliados del Gobierno Ruso y de su Presidente actual, en 2022, ha sido la forma de difundir en Occidente la Historia, la sumisión al maniqueísmo ideológico según el cual el imperio ruso era siempre un desconocido de borroso y agitado currículum entre la barbarie, los personajes pintorescos y un puñado de artistas notables en música y. letras. Apenas nada sobre el titánico esfuerzo para modernizar país tan vasto y de condiciones climáticas tan extremas. Los zares eran presentados como monstruos de crueldad o figurones ansiosos de fusilar oponentes y azotar a los siervos, el país una extensión inabarcable y en gran parte baldía de estepas semidesérticas, nieve, bosques, jinetes y miserables chozas de madera. Rusia ha sido la gran desconocida. El asesinato del zar, que ya había abdicado, y de cuantos lo acompañaban es unas líneas en el libro de texto, las colosales obras de transporte, urbanismo e ingeniería, el esfuerzo ingente de modernización un evento ajeno a los zares que sin duda brotó en tiempo récor del verbo salvador de Lenin y Stalin. Ni qué decir tiene que millones de muertos causados por el régimen soviético están ausentes en la mayor parte del relato occidental. La invasión y agresión de Ucrania en 2022 se atribuye hoy tranquilamente en no pocos medios a un revival de las regias ansias imperiales saltando limpiamente sobre el bien documentado, largo y reciente imperialismo soviético y pasando por alto el hecho palmario de que los zares nunca protagonizaron invasiones como la de Bucarest o Praga ni aspiraron a expansión internacional, no causaron la muerte de millones de seres humanos; ni alzaron muros, organizaron milicias y servicios policiales y blindado fronteras para que sus ciudadanos no huyeran del país.

El envés de la nueva Ruta de la Seda

Extasiados ante las nuevas oportunidades de comercio, relaciones y oportunidades, los asistentes a una charla-conferencia, diapositivas incluidas, en el International Institute (Instituto Internacional norteamericano de cultura situado en Madrid) aplauden como un solo hombre a las exposiciones sobre la China actual, floreciente, rica y prometedora. No hay prácticamente disidentes ni críticos (alguno, alguna), ni incómodas alusiones a la naturaleza del régimen. En la pantalla esquemas del Dragón de Hierro, ahora sedoso, al que numerosos occidentales ansían acariciar el lomo. No todo es grandeza, beneficio y maravilla en el origen. La Ruta de los Contenedores Benéficos Chinos, que distribuyen puentes, carreteras, ferrocarriles y regalos múltiples en países del Tercer Mundo, tiene también un reverso oculto y sombrío. El regalo incluye la mayor indiferencia y/o apoyo en las alianzas a tiranos, dictadores y prácticas de la más descarnada criminalidad, el más perfecto desapego ante las situaciones concretas de los individuos, la gélida aceptación en los tratos de situaciones y prácticas inhumanas. Porque en regímenes como el oficial chino y en pueblos adiestrados en la larga práctica de la ausencia de libertad, responsabilidad y moral individuales no existen sentimientos sino intereses. El Dragón de Hierro vestido de seda también defeca, e irá dejando lo que en su origen ya le sobra: los cielos grises de humo, grúas y trabajadores avasallados, las bocas amordazadas, las noches urbanas sin luna ni estrellas, veladas por la contaminación, el invisible y radical desprecio de los amos de la raza homogénea han y de un país sin la menor conciencia de los derechos e igualdad humanos respecto a los destinatarios del humo y los desechos del dragón.

Para el que se atreve a despojarse de la dualidad estúpida pero confortable Buenos/Malos que le ha permitido medrar, ahorrar neurona e ignorar la evidencia hay otros mundos de albedrío donde se respira mucho mejor y que están en éste, pero no son los del molde, ya casi instintivo, que le hace someterse al Izquierdas/Derechas. Descubrirá el valor de los actos por sí mimos, el nadie es más que otro si no hace más que otro de Cervantes, la posibilidad de vivir, pensar y expresarse sin unirse a la consigna coral, a la alabanza o el silencio, se sacudirá el miedo al ostracismo y el rechazo social, verá tal cuales son y han sido los sistemas totalitarios, el comunismo hoy, la triste grisura del miedo a lo otros y la censura tan bien plasmados en la película de Alfred Hitchcock “Cortina Rasgada”, de 1966, sobre el ambiente de la Alemania del Este durante la Guerra Fría. Quien salga de la cárcel del pensamiento y la palabra bipolares no se explicará cómo se ha mantenido la extraña dictadura del pobre y dirigido pensamiento. Podrá sin embargo hallar respuestas cuando observe que no hay dualidades pero sí una masa de clientelas parásitas de las utopías subvencionadas que han fagocitado en cultura y discurso la bondad, justicia, solidaridad social. Y descubrirá además que una tergiversación y rendición de tal envergadura sólo se explica, en buena parte, amén de por los beneficios obtenidos, por la vergüenza en ocasiones inconsciente de la propia cobardía, la del voluntariamente sometido a la servidumbre.

El puente oscuro viene dejando en su sombra a los rusos mismos, a los numerosos entre ellos que, como en los ex países del Este, quieren vidas libres y mejores, no sólo en ventajas materiales sino en dignidad, autonomía, respeto, en la existencia civil e individual de todos los días. Ninguno quiere vivir como la gigantesca dictadura de Pekín, por muchos juguetes electrónicos y PIB que eso represente. La simple imagen del Congreso del Partido Comunista Chino, con sus gigantescas Hoz y Martillo de fondo y las filas de clones con los mismos gestos, vestimenta, rostros y aplausos inspira auténtico terror y, por el contrario, justificados temor respecto a su destino, admiración, solidaridad y aprecio las gentes de Taiwán y Corea del Sur, que por sus regímenes democráticos, su valía y esfuerzo desmienten el determinismo étnico, genético y geográfico y son prueba viviente de que los sistemas en que se vive determinan más que factor alguno las conductas. En mayor o menor grado, la semejanza entre coreanos del norte, chinos del nuevo Mao, cubanos y fieles descendientes de la KGB rusa son, más allá de maquillajes folklóricos, obvia. Taiwaneses, sudcoreanos y disidentes rusos también confiaron, y confían en los que, al otro lado de otros puentes, defendían sus valores. Como confió Ucrania. Pero la blanda, medrosa y somnolienta Europa del oeste necesitaba de un revulsivo para que aflorasen  el valor y la fuerza para hacerse y hacer respetar los Estados de Derecho. Había confiado  su suerte al azar, a la inercia del confort asegurado, a la asistencia de primos musculosos en improbables casos de emergencia. Hasta que la bella princesa durmiente se despertó porque una bomba había estallado en su misma puerta.

El increíble dictador menguante.

Hay algo que sobrenada y sobrenadará, y pervivirá a toda esta sangre e injusticia: La perfecta ridiculez de un tipo que se va haciendo más y más pequeño en sus desesperados esfuerzos por hacerse grande, que mengua cada día que se empeña en cruzar puertas cuyas hojas abrumadas de oro buscan algún zénit y lo aplastarían de desprenderse una de sus molduras, que es inseparable de la prótesis del trono solar desde la que, a distancias siderales, puede vigilar las evoluciones de la corte gris de sus planetas, de manera que la lejanía no revele la disminución progresiva de su persona. El dictador menguante necesita, continua, fatalmente, aumentar la altura de sus podios, subirse, afirmarse, presentarse sobre trofeos, ruinas, edificios reducidos a escombros, tanques, pilas de monedas, de guardianes, de espaldas inclinadas, de altares, balaustradas, desde el balcón más alto, a la mayor distancia, pues conoce su fatal pequeñez irremediable, que le persigue como  propia sombra.

Morir morimos todos, pero el suyo es destino en especial patético, contraste de su empeño y sus ficciones, del gran engaño que le obliga a situarse como la encarnación de un vasto imperio, el cuerpo y la cabeza de un gigante fabricado por él para sí mismo, la cáscara y la máscara del raquítico afán de su persona. Cada vez parece más mínimo al otro lado de mesas con dimensiones de piscina olímpica en las que tal vez imagina que nada dejando atrás a todos sus interlocutores. Aferrado al extremo con la ansiedad de erguir el cuello y rostro, se va muy lenta, irremisiblemente, hundiendo mientras lanza gélidas órdenes de César redivivo. Puede auparse sobre nuevas víctimas, y sobre el sueño, que querría cierto, de hongos atómicos. Lo protege, como un palio, la leyenda misma de la irresponsabilidad de su mente, et terror de su conducta imprevisible. Pero tal vez se olvida cuán fina es la línea de la locura, la tierra de nadie en el cerebro entre la razón y las construcciones irracionales, donde se erige el frío, pero lógico edificio de la monstruosa conveniencia. Él es ya la lamentable y diminuta figura que huye desesperada de su talla real, que pretende empinarse angustiada sobre el tiempo y no ignora, en el fondo tenaz del ser reseco que mengua con el sol de cada día, que otros que van muriendo, que ya han muerto, serán y morirán mucho más grandes que el dictador menguante, desdeñado incluso por el polvo.

Rosúa

 

Y ahora añadir un agradecimiento a Ucrania, a Zelenski, a cada uno de los que han demostrado que, como dice Cervantes, por la libertad como por la honra se puede y se debe arriesgar la vida. Cuando en una Europa vendida a las sumisiones, en la que se aconsejaba a los ucranianos la inmediata rendición, cuando la cobardía y mediocridad son de precepto, cuando hay países fallidos, como España, que se avergüenzan de su nombre, de su lengua, de su bandera, que viven de repartirse despojos y en los que el jefe de partido hace un discurso a la asamblea cuyo resumen es Todos vais a seguir cobrando. (Gran aplauso), cuando llueve la lluvia viscosa de la vergüenza silenciosa cotidiana, gracias infinitas a Zelenski y a la gente de Ucrania porque nos han devuelto un soplo de esperanza en la condición humana.

09/11/21

TIEMPOS TELEMÁTICOS

Tiempos Telemáticos

El timo más grande jamás contado

Madrid, septiembre de 2021.

En 2021 se extendió, expandió y ocupó todos los espacios sociales absorbiendo hasta los últimos resquicios de la autonomía individual un curioso fenómeno que, en brevísimo espacio de tiempo y sin consulta ni recurso de apelación posibles, impuso a millones de personas un cambio radical en sus vidas, ubicuo, repentino, perdurable y que los situaba en un estado de indefensión como la humanidad no había conocido jamás. Al tiempo ofrecía la omnipotencia del conocimiento universal instantáneo y la comunicación ilimitada. Cualquier tipo, no ya de resistencia, sino de objeción por tímida que fuese a la forma de implantar el sistema, cualquier duda sobre el grado de calidad vital que pudiere proporcionar, cualquier análisis de sus daños colaterales estaba descartado, relegado al desván de las herejías, eliminado de la forma más eficaz: Por autocensura de sujetos conscientes de su irreversible clasificación como generación incapaz de adaptarse al progreso.

Llegó  así el advenimiento de “Tiempos Telemáticos”, en los que la rueda de Chaplin ha sido sustituida por una tuerca azul giratoria y un “Sin respuesta” y el capataz digital es inalcanzable, inapelable y anónimo, recostado, quizás, en alguna nube astral de logaritmos ajena a las personas y sus breves raciones temporales de bienestar. Evidentemente desde las cavernas hasta la fecha se han conocido épocas infinitamente más peligrosas que la actual, trabajosas, arriesgadas, de corta esperanza de vida y continúo acecho de enfermedades, depredadores y Naturaleza, pero en todas ellas cupo al individuo enfrentarse, por mínimas que fueran sus posibilidades, a la dificultad, el problema, la incógnita o el peligro. Los dioses y elementos mágicos se situaban claramente más allá del ámbito terrestre, en una esfera ajena y arbitraria a la que se recurría según circunstancias, usos y creencias de cada cual. Los objetos, una vez obtenidos, eran fieles, se disponía de ellos, tenían la consistencia de cuanto se había hecho para lograrlos, de forma similar a las personas y el entorno. La mente, la técnica y la ciencia cambiaron, mejorándolas, las existencias y su marco físico, de forma, se creyó, paralela al disfrute del desarrollo individual de cuanto distingue a la especie por las particularidades irrepetibles de cada uno de sus miembros. Hasta que vino, súbita y más inapelable que las decisiones de los antiguos dioses, la marea del gran timo, en la que la ciencia y el progreso fueron utilizadas como señuelos por una red de tahúres seguros de su inviolabilidad.

Gozaron de un auxiliar inesperado: El miedo, físico, generalizado, alojado desde el principio de los tiempos en la zona más primitiva del resto de cerebro reptiliano, el miedo y la disponibilidad al sometimiento a cuanto pudiera garantizar la supervivencia. El virus de 2020, la pandemia, natural o artificial, combatida con diversa eficacia y utilizada políticamente por la oportunidad de perdurable control social y laboral que ofrece, resultó una ayuda inestimable para una maniobra de inmensas dimensiones: el retorcimiento de un logro en principio excelente de la ciencia que garantiza la comunicación e información instantáneas distribuidas por acumuladores que, como estrellas artificiales, giran en el espacio y envían datos para su dosificación y comercialización. Hubiera podido ser indiscutible beneficio  de no haberse aprovechado para imponer, en todos los campos y circunstancias la obligación online, de una manera que, paralela e irremediablemente, criba, culpabiliza y elimina cualquier asomo de coexistencia con el contacto directo, el mundo real, la relación física y que, con ello, establece una vasta, inédita, inatacable dictadura que no precisa de coacción alguna puesto que los sujetos excluidos, avergonzados de sí mismos, de su supuesta incapacidad de adaptación y del rechazo social, callarán y se esforzarán por aparentar entusiasta adhesión.

The Economist 14th August 2021
El relleno de las viñetas con online es de la autora de esta web

El carro del dios Futuro Online, tiene campo libre, como el del dios  hindú que va aplastando a sus fieles, en un panorama de vía única en el que cualquier disidente sin más bagaje que su propia y limitada vida actual, sus preferencias, necesidades y deseos sobra. Bruscamente, en el más puro estilo totalitario, se le priva de relación directa con personas concretas, de intercambio necesario, de calor humano, de la conciencia misma de la realidad, reducido a un mundo en el que se desdibujan los límites entre la auténtica vivencia y la ficción. Ya no existen responsabilidades con nombres y apellidos, aquí y ahora, la blanda sustancia de la Historia se disuelve, carece de sentido, la masacre del 11 de Septiembre de 2001 aflora a la conciencia los segundos que se tarda en pulsar un botón.  El reverso de que se sabe todo es que nada se sabe; y muy poco procura felicidad.

Ocurre que las personas, al contrario que el Dios Futuro, sí son reales y los actos producen efectos en la existencia de los vivos del presente. En la implantación absoluta del Tiempo Telemático debe haber sólo la ideal profilaxis de las  pantallas, indistinguibles de los supuestos emisores, vehículos de mensajes enviados desde un espacio desconocido que lanza ante cualquier pretensión de pregunta y contacto del receptor un “No replay”. Nadie de la ciudadanía del común prefiere hablar con un robot, tras larga espera y música telefónica, mejor que con una persona física, ni optaría por atención mecánica de corta y pega en vez de por alguien real que le responda y escuche. Nadie ha escogido la completa indefensión de la sumisión a los fallos y limitaciones de un programa, ni, por ejemplo, la transformación de la antes eficaz atención en citas a meses vista. La pena de ostracismo y desprecio  gravita sobre quienes se atrevieren a blasfemar de los nuevos dioses y de sus preceptos en pro de la Parusía Verde y Planetaria. El inmenso y costoso timo online se ha impuesto, en todos los minutos de la vidas de todos, sin espacios de coexistencia con otros posibles, básicos y valiosos medios, maneras y recursos que, lejos de ser incompatibles con la revolución telemática, siguen teniendo un papel esencial y forman parte del núcleo de algo tan frágil y tan necesario como la felicidad cotidiana.

El timo ha permitido, en pro de la buena causa futurible, técnica y aséptica, que haya desaparecido la atención presencial de entidades con empleados de sueldo fijo garantizado y que éstos reduzcan a la enésima parte su rendimiento laboral. Lo que funcionaba correctamente pasa a someter al desdichado usuario a largas y deprimentes colas de espera y a atención escasa, despectiva y visiblemente molesta por la incómoda existencia de personas que intentan obtener un documento o información. La jaculatoria de la petición de cita online es precepto de exhibición permanente y providencial para los vastísimos servicios minimizados y que hacen, además, lo imposible para que los que logran acceder a ellos se sientan un desecho de tienta de la Historia, restos en liquidación de una especie pretécnica que escupen de sus bocas el planeta verde y el Dios Futuro.

Con la inestimable y providencial ayuda de la pandemia, se amputa a la amedrentada y temerosa ciudadanía de la atención que realmente necesitaba y que nunca se atreverá reclamar porque vive bajo el falso chantaje mediático de que el avance científico tiene indudablemente ese precio, en lote, y que el rechazo del abuso de la extensión totalitaria del fenómeno significa una reaccionaria, ludita y senil oposición al progreso, a hablar por el móvil, a los avances médicos y a utilizar una ordenador. Debe asentir al obvio deterioro, brutal y absurdo, de la calidad de vida cotidiana. Al timo se acogen los bancos, ansiosos de justificar la desaparición de oficinas y personal, las mutualidades y cuadros médicos que antes atendían de forma correcta al usuario y ahora huyen ante el que miran como enemigo, la masa de antes servidores públicos, los grandes almacenes que se apresuran a hacer planear sobre sus empleados el fantasma de su obsolescencia programada y en los que ya nadie atiende, los dirigentes parásitos, que en España son legión, y privan a jóvenes y escolares de sabiduría, referencias, conocimientos y memoria de forma que no exista frontera entre donde empieza la pantalla de la respuesta instantánea y donde se halla el indefenso y desprovisto cerebro del usuario.

Bajo la gran timo telemático se encuentran millones de personas, tres y medio españoles más los emigrantes que vayan llegando, que buscan empleo, con cuya atención personal ningún robot sería comparable y que corresponden a lo que desean y necesitan los ciudadanos, aquello por lo que sin la menor duda éstos optarían si se les ofreciera la menor oportunidad. De que no la tengan y ni siquiera la imaginen se guardarán mucho cuantos, acunados por el espejismo del maná tecnológico y monetario prometido por la bien pagada burocracia de la Unión Europea y los gurús de Davos, viven confortablemente instalados en el gran timo y el endeudamiento sin fronteras. Disponen de una ciencia pervertida como marchamo de sumisión y dependencia, invisible tatuaje de números invisibles en cada  piel, excepto en la de los capos, rabadanes de un rebaño aterrorizado ante la simple idea de que les priven de su juguete. El Edén en el que se ven  instalados es demasiado prometedor de eternidad y distancia sideral de la plebe como para renunciar a él: Nada menos que gozar del mundo auténtico, de comer alimentos no sintéticos, charlar y beber con colegas, pasear por paisajes no virtuales y, sobre todo, disfrutar de lo que otros ni tienen ni pueden rozar Se ha construido, en horas veinticuatro, una élite inalcanzable, tan incognoscible como los antiguos misterios de Dios, ante la que sólo cabe el agradecido aprovechamiento de simulacros y la obediencia.

Si la mayoría de la población quiere vivir estabulada, con piensos prefabricados regulares, un nivel intelectual mínimo y paso diario por el canal de lavado de consignas de cómo ser bueno es su problema. A fin de cuentas la regresión existe, está abierto el paraíso asnal de Pinocho y cada aldea tiene su Davos listo para repartirse las meriendas, comer, pensar, comunicarse y vivir la buena vida autentica siempre que sea a costa de otros. Es el envés más oscuro y real de la democracia, su simulacro ya previsto hace casi dos siglos(Tocqueville dixit). Pero esa mayoría de “Tiempos Telemáticos” no vivirá felizmente. Lo harán los que la ordeñen a diario. Porque el futuro es el dios más cómodo que existe, al que no hay que rendir cuentas y que permite repartirse el pastel  del presente.

Rosúa

06/7/21

Homenaje al homeless

HOMENAJE AL HOMELESS (En inglés persona sin techo)

 

La acción ocurre en un aeropuerto de Londres, llegadas internacionales, junio de 2021.

Los cansados viajeros hacen cola ordenadamente para que, pasados los controles de inmigración, policía y sanitarios, puedan acceder a Gran Bretaña, en la versión reducida que el Brexit impone, y tomar sus vuelos internos de correspondencia. Hay retraso y, parafraseando en versión light a Mao Tse-tung, cierto desorden bajo los cielos.

Visión profética de una terminal de aeropueto

Inglaterra remoza el rule Britannia y decide marcar al orbe su diferencia: Sólo entrarán los que muestren pruebas innumerables, antes, durante y semanas después del vuelo, de que no están infectados por el virus maléfico, ese germen de una gripe virulenta regalo del todo a cien chino que ha sembrado en la antaño libre Europa (y en el resto del Globo) la plaga de la más completa sumisión, del Estado de Sitio a la carta de intereses políticos, de la desconfianza y miedo al semejante y de la certidumbre para los gobiernos del poder sin límites respaldado por el pálido terror a la muerte.

«1984» en un teatro de Londres. Orwell siempre actual.

Justo cuando la muerte estaba tan olvidada, cuando era de tan mal gusto aludir a la ineludible fecha de caducidad de la vida, cuando las matanzas, hambrunas, estúpidas guerras, crímenes terroristas sea ocurrían lejos, sea se hacía cuanto era posible para que se olvidaran o disolvieran en la adoración de dioses abstractos, sin relación con el individuo concreto de aquí y ahora, dioses nuevos tan lejanos como inapelables: El dios Futuro, el dios Planeta, el dios Verde, el dios Climático, el dios Género. Nunca los dictadores, los totalitarios y sus aprendices dispusieron de liturgia, ritos y parroquias más cómodas.

Vino, además, como otras veces pero repleto el cargador de infinitamente más impunidad y miedo, el virus del Celeste Imperio, cabalgando en las máquinas del Apocalipsis, plantando los cascos sobre individuos encerrados y abrumados que ya no contarían como tales y pasarían a ser estadísticas, cifras, franjas de edad, potenciales enemigos.

El homeless hacía cola en el aeropuerto, provisto, como único bagaje, de su tarjeta de identidad británica. ¿Dónde están sus pruebas, documentos preceptivos, abundantes certificados, todos adquiridos y luego enviados al móvil con profilaxis exquisita, paquetes de test dejados en el descansillo para que no haya contacto físico ninguno, batería de prescripciones legales que permiten o impiden la entrada en el país?

-No tengo dinero para pagarlos.

En la cola de cansados y hambrientos viajeros (porque tampoco la profilaxis permite que el bar ni el avión suministren comidas o bebidas) comienza a cundir la impaciencia, aún moderada por la reserva británica.

El bobby (guardia inglés) mantiene la flema que de él se espera. No en vano recibió su bautismo de fuego en horas de soportar, a pie firme, la curiosidad de los turistas. Recorre la cola una ondulación de indignación contenida y temor a perder las conexiones mezclada con inconfesables deseos de que se elimine, de la manera que sea, al homeless y con todavía menos confesable envidia respecto a ese tipo que no ha pagado nada ni ha hecho nada de lo que ellos han estado obligados a hacer.

El guardia, esfinge añil y afanosa, apunta en su librera y pasa al apartado siguiente:

– ¿Dónde pasará usted la cuarentena? ¿Domicilio?

– No tengo domicilio.

La onda, en la cola, se manifiesta en toses, carraspeos, arrastrado de pies, miradas ansiosas hacia el reloj, el panel de vuelos y el lavabo.

El homeless parece compadecerse, reflexiona. El bobby repite su pregunta;

– ¿Domicilio? Debe darme un domicilio.

– Bueno, tal vez vaya a casa de unos amigos….

El bobby apresta bolígrafo y libreta, olvidado, por lo crítico del momento, de las ventajas del online y del programa informático que debería contemplar, pero no lo hace, la situación.

– ¿Dirección de sus amigos? ¿Calle? ¿Teléfono?

– …Es que es posible, muy posible, que no estén…O que no les venga bien alojarme. De hecho, hace tanto tiempo que no los veo…

El bobby deja caer el bolígrafo, pero no la mecánica del procedimiento.  En la cola cunde ya el franco desánimo de las irremediables catástrofes. Mientras, la sala se ha ido vaciando de otros empleados y de viajeros. A nadie se puede recurrir, los mostradores son lanchas de salvamento vacías, abandonadas por capitanes de líneas aéreas insensibles al hambre, sueño, cansancio, sed de los viajeros que empiezan a plantearse cómo se sentirían los leprosos en su lazareto medieval. Alguien, que pretendió alegrarse el viaje antes de comenzarlo con dos whiskeys, sueña con un inmediato futuro de reducido grupo de personas que deambulan en la soledad nocturna de calles sin comercios ni restaurantes -ubi sunt los pubs?- y van cayendo junto a las puertas cerradas, no víctimas del virus, sino del desfallecimiento y la repugnancia que leen en los ojos de los escasos semejantes.

– ¿Otro domicilio?-insiste el bobby.- ¿Su familia?

– – Mi madre. La casa de mi madre.

Corre por bobby y cola un hálito de esperanza.

-….pero mi madre ha muerto.

Desesperación general.

By by mi vuelo

Para colmo, el homeless no despierta compasión alguna. Es un hombre en la treintena, bien parecido, con aspecto de moderada salud, ni escuálido ni andrajoso. Ha, visiblemente, decidido vivir al margen. El reducido grupo de viajeros que ha ido quedando en la sala desierta le desea, fervientemente en el fondo de su corazón, aunque nunca dejarían tal deseo sobrenadar hasta la superficie de su conciencia, que coja el coronavirus, que lo pase muy mal, que vague por calles inhóspitas y sórdidos garitos, que, si no tiene dinero ni trabajo, pase hambre. El homeless no es una incomodidad, es un insulto, una visión de que hay libertades, que se pagan a muy alto precio, que les están vedadas. Como si el hombre sin casa ni dinero poseyera llaves que ellos ignoran, que ellos de ninguna manera querrían usar pero que ponen en tela de juicio el perfecto armazón de seguridades, de tarjetas de crédito, de relaciones influyentes, clanes familiares, clanes bancarios, Uno de los frustrados viajeros, que ha perdido por culpa del retraso su vuelo doméstico, se siente, y lo manifiesta, particularmente indignado, derrocha educada elocuencia con cuanto empleado atisba, apenas ninguno. Él es un británico que acaba de perder, además del vuelo, la ocasión de materializar de forma inesperada su vocación de auxilio social a los desfavorecidos que ha ejercido desde la adolescencia en diversas organizaciones benéficas, muy bien reglamentadas, y que se indigna y predica contra las injusticias y la pobreza en el mundo. Justo es reconocer que este desfavorecido no  parece acomplejado por ello y, tras ser conducido por el bobby a la puerta del aeropuerto como única opción a la excepcionalidad del caso, se funde con el silencio de las ocurras calles de la periferia de Londres. El inglés con fuerte vocación benéfica continúa pidiendo justicia y asistencia para él y su pareja sin el menor éxito. Su compañera, una dama con sentido práctico y de posibles, lo rescata y conduce al alojamiento que les permita tomar, al día siguiente, otro vuelo.

Entrar en Londres y después morir

Estamos en junio, no hace demasiado frío y las noches son cortas. El homeless camina sin prisas Si llueve será un chaparrón; ya se meterá en algún sitio. Está en el país en el que, finalmente, como suyo, no puede negarse la entrada a un individuo. Está en casa.

Todavía tú estás.

ROSÚA

04/4/21

CIVILIZACIÓN 3 DE ABRIL 2021 SÁBADO DE GLORIA

CIVILIZACIÓN, AL FIN.

Madrid, 3 de abril de 2021, Sábado de Gloria

El lugar de la cita para recibir la primera dosis de la vacuna contra el virus se alza en un territorio de amplio horizonte que parece de reciente repoblación. La fila es muy larga, serpentea hasta perderse de vista, dibuja los bordes de un mapa de esperas, ya desde hace un año, de esa vacuna que es lo único que puede dominar la pandemia, rodea el novísimo Hospital Isabel Zendal, levantado en un tiempo récord por la Presidenta de la Comunidad de Madrid para atender a las víctimas del Covid. La organización es sin embargo, como el transporte, impecable, la corriente no se detiene, la franja de citados, centenares, miles a la larga, corresponde a personas que pasan de setenta años.

De repente existo. Yo, que se supone que no cuento para nadie según los criterios sociales establecidos y que vivo una vida solitaria en extremo, he comenzado a existir en el territorio, el país, la ciudad que habito. Y más allá de existir, de mi propia y tan limitada existencia, experimento, con fuerza que parece multiplicada por la amplitud del horizonte y por cada uno de los que esperan, un sentimiento totalmente nuevo, amplio, abierto, luminoso, grato;: El orgullo del lugar, de los seres y de la especie en los que me hallo. Estoy viviendo un momento histórico, único, jamás recordado por nadie de los presentes, nunca experimentado por todos los individuos sin excepción, mucho más que una guerra o una catástrofe económica. La pandemia, letal, indiscriminada, veloz, ha sido la señal del comienzo de una carrera  para salvar personas de la muerte. Ha producido, también, vilezas y carroñeros en su camino y dado la justa medida de los peores parásitos, pero, por encima de todo, el sentimiento que despierta esta mañana del Sábado de Gloria de 2021 es el orgullo. Orgullo de pertenencia a un vasto grupo, un remanso de la Historia en el que lo que es la auténtica civilización brilla, la que consiste en valorar cada persona y su vida, sin otro criterio. La fila está compuesta de seres físicamente limitados, enfermos, débiles. Son personas, y basta. Exactamente eso es civilización, ahí se alza el escalón enorme que separa al individuo de la servidumbre a la supervivencia de la especie, del ciego instinto que forzosamente rige el reino animal. Ahí, en cada uno de los que deben ser salvados, vacunados, con todo el esfuerzo que ello supone, está la chispa en la que, de manera confusa pero persistente, sabemos que arde lo mejor de la condición humana.

Frente al Hospital se han sembrado nuevas plantas, todavía unas hojas y un tallo. El metal claro de la cúpula parece haber posado ayer su nave extraterrestre, porque la rapidez de su instalación es asombrosa. El blanco, negro y gris de los interiores no producen frialdad sino la tranquilidad del acceso a un espacio seguro, estable, aireado, cúbico. Los brazos de la ciencia, cubiertos de batas y guantes y rematados por el punto final azul de las jeringuillas, son la meta de un largo camino, de meses de expectativa y tierra de nadie. La pandemia arrasó con los calendarios, se burló de las agendas y los relojes, hizo del tiempo y las fechas señaladas un baldío estéril donde nadie osaba plantar una esperanza. Los brotes, frente al hospital, sin embargo crecen, la fila avanza, entra en el recinto, es bien recibida y orientada. Y, finalmente, en el corazón del miedo se clava una jeringuilla azul.

Sabemos, lo enseñó y aún lo enseña, lo que hubieran hecho con los que están en este fila los regímenes totalitarios, sabemos el desprecio que hacia ellos mostraron políticos indignos y chamarileros mendigos de la imagen. No han vencido. Ahí están muchos otros, sanitarios, gestores, políticos eficaces y decentes, laboratorios que han colaborado, intercambiado, quemado las pestañas y las etapas y gente del común que sin decirlo ni escucharlo sabe que no tiene derecho a disponer de otra vida. Sabemos lo que hubiera ocurrido con los de esta fila en otro marco y circunstancias, nos lo enseñó el siglo XX, y aún brotan y brotarán adeptos a su eliminación, al afán de marcarlos, de una forma u ora, con invisibles estrellas amarillas distribuidas, probablemente, online.

Las personas de la fila sienten alivio y agradecimiento. También cansancio, resignación y premura. A veces reflexionan en voz alta sobre su suerte. No saben hasta qué punto es grande la dimensión de ésta. Por experiencia directa alguien de la fila, que esto escribe, recuerda el contraste del tratamiento y medios con el de otros lugares y países, aquél donde una rata atraviesa la sala de consulta del médico, donde la suciedad pública es norma y se defeca al raso a lo largo de las vías del tren mientras el gobierno lanza satélites, naciones ricas en mercancías y prepotencia pero donde el tratamiento para un cáncer es de pago y la vida, la muerte y la libertad  no están sujetas a las leyes, lugares donde al enfermo por la pandemia sólo se lo hospitaliza si abona cantidades de dinero fuera de su alcance.

Las personas citadas  para la vacunación, gratuita, en ese hospital de la periferia de Madrid que ha surgido en tiempo récord, como un milagro, ignoran que la isla de limpieza y eficiencia en la que se encuentran es rara y vulnerable,  reposa sobre una base detestada, erosionada por quienes sólo buscan arrancar dentelladas del  magro presupuesto del país y cavan túneles para multiplicar despachos y cargos. Se da hasta tal extremo por adquirido y perdurable el bienestar que no se advierte su fragilidad, que sus cimientos, aún firmes, reciben las oleadas de la más antigua y mezquina de las pasiones: el odio a la excelencia, que invade de tal forma a sus portadores que no deja en ellos resquicio para el si aprecio de los hechos, del bien, de sus semejantes. Y  transforma a los atacantes en desdichados seres insensibles a la nobleza de la auténtica solidaridad humana, de la que su furor igualitario es un triste remedo.

Pero hoy el horizonte es amplio, cada cual recibe la porción de vacuna que puede salvar su vida, es tratado con atención y con respeto. Y alguien recupera el orgullo perdido de pertenecer a su especie, de vivir en lo que sí merece el nombre de civilización.

  1. Rosúa

 

03/1/21

Panorama en altura de la Estación de Atocha -Madrid, marzo de 2021 (in memóriam del 11 de Marzo de 2004)

Estación de Atocha. Las vías a ninguna parte.

Panorama en altura de la estación de Atocha.

Madrid, marzo de 2021 (in memoriam del 11 de marzo de 2004)

La noche pone una máscara de terciopelo sobre los peores desastres. Desde el último  piso del edificio frente por frente, al otro lado de la corola de intercambiador, vehículos y viajeros, llegadas y salidas, el círculo es una diadema de luces, acompañada del ir y venir de faros, del parpadeo de letreros, de las diminutas figuras que se dibujan tras las cristaleras. A izquierda y derecha se adivina la penumbra, casi subterránea, de vías, salas, escaleras, aparcamientos. Más allá, hasta la última distancia, se extiende la larga y ancha alfombra del Madrid sudeste, porque el edificio se alza sobre un montículo y la visión desde allí es amplia y abarca, como desde un acantilado, la oscura superficie cuyas luces se van espaciando hasta unirse a la incierta línea del horizonte.

La Estación de Atocha nunca será la misma para quienes la conocen, y la vivieron el 11 de Marzo de 2004.

Frene a ella, como un bolardo aquejado de gigantismo, aderezado de una envoltura blanda y globulosa de un sucio blanco-gris, se alza el cilindro supuesto homenaje a las víctimas de la masacre terrorista que, con la explosión de varias bombas en los trenes, se llevó por delante por la mañana temprano las vidas de doscientas personas y tiñó, para siempre, de recuerdo, incertidumbre y oculta vergüenza el aniversario.

Fue tres días antes de las elecciones generales. Y tras el crimen múltiple ocurrió algo terrible, en Europa nunca visto: El partido que en principio no tenía posibilidades de victoria utilizó el horror, el miedo, la indignación y el desconcierto, para azuzar grandes manifestaciones, en la calle y en los medios de comunicación, culpando del atentado, no a los asesinos, no a los que habían puesto las bombas, sino al partido democráticamente elegido y en el Gobierno. Con el resultado de alzarse aquél con la victoria electoral y de, rápidamente, emprender un giro populista, fanático y ruinoso de la dirección política española.

Estación de Atocha, (Madrid). Memorial a las Víctimas del 11 M (Monumento al olvido)

Nunca se aclaró y demostró la autoría intelectual del mortal atentado terrorista de Madrid, jamás se denunciaron y juzgaron individual y claramente a todos sus autores, ni fueron escuchadas ni respondidas las escasas voces que se alzaron contra la apresurada versión oficial. Hubo después víctimas, las del obligado silencio, las de la impotencia y la amargura, los incapaces de recurrir a la ceguera voluntaria y a la oportuna desmemoria de lo que siguió al suceso, los que nunca ya olvidarían la utilización del horror, aquellos que jamás han podido ya apreciar su país como solían porque lo cubre, invisible, sorda, algodonosa, la capa del color de la vergüenza. La que no han sentido quienes, desde entonces, se lavan inútilmente las manos tras cosechar los grandes beneficios a la medida de un crimen de tales dimensiones. Ahí empezó, y es de largo alcance, la inmensa e invisible imposición de una historia ficticia en la que es forzoso enrolarse en la rentable dualidad, creada al efecto, de Buenos y Malos. La técnica ha sido desde entonces la misma, pero diluida, que la de la brutal y rápida manipulación del atentado y los centenares de muertos del 11 M.

El cilindro, en el centro de la plaza, lejos del contacto y confundido con el polvo y con la bruma, consigue ser metáfora del recuerdo inoportuno y del cuidado silencio. Blindado a comentarios, En él se desdibujan nombres, dolores, fechas insistencias en saber los culpables y las manos que tejieron con bombas el esquema y se anotaron luego dividendos. En el cilindro se hunden, y enmudecen, indignación, preguntas, omisiones, gritos, viejo dolor mal enterrado y quemaduras de vergüenza ajena.

Visión desde la altura de la Estación de Atocha. La corona no será nunca igual de luminosa.

Rosúa

 

11/12/20

LA INESPERADA BELLEZA DE MADRID

La inesperada belleza de Madrid.

Yo iba al Museo del Prado a ver los cuadros de El Greco que se habían traído provisionalmente de la iglesia en obras de Illescas. Crucé en Neptuno aún indiferente, o casi ajena, a la variable composición del espacio que sobre las cabezas se desarrollaba, nieblas de noviembre coaguladas ya en nubes, ejércitos de plumas perdidos en ese día de la Almudena, patrona de la Villa, y llevados al azar, modelados con diversas formas. Había arietes de vientre redondo, infantería ligera, prolongaciones en lanzadas finas, destacamentos en espera. Todos en pacífico asalto de la superficie intacta del cielo, pulida de extremo a extremo, con el azul pétreo de una piedra preciosa, de una meseta paralela que siempre ofrecía a la de abajo seguridad y refugio.

 

 

 

 

 

Iba a ver los cuadros del Greco y antes de llegar me detuvieron  los árboles de las anchas y siempre libres, pese a las conjuras infinitas contra su serena grandeza, avenidas. Ramas, verdes, rojos, dorados, gotas temblando en las agujas de los pinos, transparencia, formas, roce, a guisa de saludo, de especies vecinas. Caían blandamente, suspendidas como el polvo y como la vista de quien las contemplaba, marcaban un ritmo en los escasos paseantes, mermados por la peste, algunas figuras, en vez de las multitudes habituales.

El pincel más oblicuo, el del sol que se aproxima al solsticio, derrama  en estas breves horas y días de noviembre la mayor riqueza de tonos, vuelca una cesta otoñal, perecedera, como el recuerdo de cuantos el mes evoca,, fugaz y al tiempo eterna, e infinita como la belleza percibida, en todo su poder abrumador, por quien, sin esperarla, la recibe. La belleza, la repentina marea luminosa, el gratuito don de un milagro de colores y formas, ha desplazado cualquier triste sombra, ha cubierto desde los troncos hasta las más altas ramas, ha arrinconado con su desprecio la espuma sucia de las acciones bajas, de la miseria de covachuelas y contubernios, de la pobre ambición de roedores que luchan entre sí por su mendrugo. A ras de las losas de piedra de un gris nítido, fiable, resistente, lamido por los pasos y las lluvias, hoy ha avanzado la marea alta de pura luz y, tras llenarlo todo, ha chocado con las paredes y columnas nobles del Museo, real y neoclásico, ha dejado su huella en las ventanas y pintó en los cristales la arboleda.

Desciende de  las ramas un relato de sosiego, un tapiz vertical de hilos cambiantes que protegen, abrigan y resguardan de la mediocridad que anida fuera. Hay poca gente, algunos paseantes que andan lentamente y se detienen, observan a los pájaros, examinan enfrente el volumen de limpia geometría que defiende al Arte y a la Historia, que con cada columna y cada friso aspira a eternidad y a inteligencia, intuición oscura, temblorosa, de que hay un más allá de aspiraciones que no podrá cegar la sucia espuma.  Todo se da en El Prado en este día, todo se ofrece a quien acepta verlo y que a ello se abre sin esfuerzo. Cae la hoja, desciende hasta posarse en el fondo interior del pecho abierto. Caen las hojas, pentágonos, triángulos, rojos de terciopelo que duplican en las salas de enfrente los de El Greco, verdes inalterables de los pinos, sembradas sus agujas del cristal de las gotas de la niebla, dorados fastuosos que añaden esplendor renacentista al sendero de piedras y se hermanan con alas de los ángeles que están en el Museo.. El oscuro marrón, sus transiciones hasta el ocre, el marfil, el casi blanco, cuenta historias de tiempo y de modestia, aún cantan juventud las ramas de hojas todavía verdes, emerge del dorado las seriedad madura de los troncos, que miran esos juegos por el aire, el vuelo de las hojas desprendidas, con la condescendencia de los años.

 

Sobre el banco de piedra, el alma de Velázquez ha pintado una precisa constelación de hojas. A su lado un  espeso lugar de aterrizaje donde se van posando y descansando las hijas de los árboles, liberadas en un único vuelo que les permite conocer reposo y tierra. Arriba, en la fina escritura de las ramas, hay semillas, hay frutos que allí esperan con la tranquilidad de su paciencia, con la generosidad de quien da todo, en acuerdo perfecto con cada cuadro, con cada columna, con la ciudad, con el azul de un cielo pintado arriba por muchos velázquez, cada día, cada hora. Con el pincel bañado en la luz del Madrid indestructible.

Rosúa, 9-XI-2020

[i ]A unos metros, en lo que fueron Las Cortes, se han arremolinado los desechos, basura, ajena y enemiga del esplendor vecino, nido de insectos ansiosos de sorber la materia descompuesta, parodia de justicia y hoy remanso de lo que fue Gobierno y es reparto. Zumbido de parásitos que lamen, rascan, tragan los escaños. A unos metros tan sólo del glorioso morir de la arboleda, del granito que alberga la excelencia y la esperanza de lo perdurable. Ya no hay escalinatas, sólo rampas con el pliegue curvado de una espalda. Los leones contemplan los insectos chupando de la piel desamparada, cortando trozos, para su despensa. Y olfatean hedores del cadáver que otros días llamaron Parlamento, y es alijo, botín, febril subasta de los despojos que el señor les deje.

 

09/19/20

UN MUNDO FELICÍSIMO

UN MUNDO FELICÍSIMOhttps://www.elrincondecasandra.es/diario-de-la-pandemia-madrid-13-marzo-de-2020/

 El tsunami de estupidez, densa, creciente, inagotable, avanza a tal rapidez que parece situarse sin esfuerzo a la altura de los labios, de los ojos, haber anegado totalmente el cerebro y paralizado en las extremidades cualquier acción defensiva, sin permitir siquiera la simple huida. Con perfecta tranquilidad un análisis socioeconómico anuncia el cambio inevitable de forma de vida al que no cabe sino someterse. El suplemento económico dominical [1]pontifica que baja de un irrefutable Sinaí la nueva Ley: nada volverá a ser como antes […] fin de la era analógica […] se acabaron las tiendas de barrio y la asistencia a las grandes superficies [… } se reorganiza el ocio, con una vida más casera […] Se acabó el tiempo no digital […] El mundo tal y como lo conocíamos en febrero se ha acabado. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el virus por España, ahí tenemos instalados a una dictadura, Leyes, a un Presidente y a un Gobierno con visos de eternidad por imperativo telemático postmoderno. Nadie los ha elegido, ninguno los ha aprobado, es la maniobra más antidemocrática que imaginarse pueda de imposición general, irreversible, ubicua y absoluta, aupada, naturalmente, en la excusa de que cualquier asomo de alarma y oposición sería una retrógrada y absurda rebelión ludita[2] contra los avances de la ciencia. La destrucción de cuanto hay de grato en el vivir cotidiano exige el todo o nada, y goza como acelerador de un proceso previo de chantaje en una población habituada a la estúpida falacia del terror a ser tachada de no progresista- El anunciado robo es de una talla nunca vista e impresionante. Se sacrifica nada menos que la voluntad, el libre albedrío, los derechos más elementales y el vivir cotidiano del conjunto de los ciudadanos en el ara de la devoción a la existencia online, al puñado de empresas que la manejen y a los escogidos y nunca antes tan privilegiados núcleos gubernamentales y fácticos unidos a ellas. La España de 2020, en su desastrosa gestión de la pandemia, el nivel ínfimo y ridículo de su Gobierno y la sumisión bovina, acobardada y resignada de sus ciudadanos es un excelente ejemplo. Los privilegiados se guardarán muy bien de vivir de tal manera y les faltará tiempo para huir, en cuanto se apaguen el micro y los focos, a entornos y experiencias verdaderos.

Qué mejor que pasarse la mayor parte del tiempo estabulado entre cuatro paredes, pendiente de un transmisor audio-visual, comiendo paquetes encargados a distancia, vistiendo, bebiendo y tocando perfiles ficticios, charlando con guarismos millonarios de amigos inexistentes. Y pagando para mantener una jauría de sueldos, dietas, prebendas, pensiones a perpetuidad, cargos, asesores, ministerios inútiles, ridículos y espurios a los cuales además, -y ésa es la mayor desgracia- su nivel ínfimo no les permite sino idear consignas e injerencias en la privacidad e incluso sentimientos y pensamientos de la gente, ésa que, a su pesar, los mantiene con los impuestos a su trabajo.

Agotado por el uso el chantaje de  “Es usted un facha, reaccionario, franquista”, etc., etc., amanece el nuevo: Todo online o nada. De lo contrario se quedará sin móvil ni aplicaciones, lo cual es peor que la muerte. Aprovechando una vez más el trayecto del Pisuerga virtual y las reales ventajas que su adecuado uso ofrece, se impone de facto como horizonte mucho más allá de la pandemia una reclusión domiciliaria perfectamente controlada, horarios y disponibilidad laboral indefinidos y censura social a gogó para los individuos y amantes de la  vida real críticos. Con un poco de suerte, se incluirán en el plan pausas-café con proyección de compañeros virtuales y gafitas nocturnas para simular caricias que pueden llegar, según tarifa, hasta el orgasmo

Uno de los bienes colaterales de cambio tan excelente es, por supuesto, la supresión de esos sectores lentos, improductivos, y nada fotogénicos que son los viejos, de discutible calidad informática, reacios a abandonar memoria, cultura y trato humano, convertidos en forzosos robinsones de pocos metros cuadrados a base de roerles vías transitables eliminando transporte público, amigos de la sinceridad y la evidencia e incómodos partidarios de alzar la voz y denunciar el tsunami de estupidez y atentados al más elemental sentido común. Con el benéfico virus se han conseguido importantes logros en este meritorio rasgo del progreso técnico: Ya ha habido selección de los que no valía la pena que siguiesen estando vivos  y lo que se ha hecho y aceptado socialmente una vez (siempre hay nuevos judíos y estrellas amarillas) se repetirá. Ya se ha conseguido que se los mire como leprosos y fuentes de contagio. Puede que la siguiente propuesta de un avispado becario de las empresas online sea estabularlos frente a pantallas gigantes.

Europa, y España, no poseen enormes reservas de petróleo, ni exportan gas y minerales raros, pero sí tienen un bien principal, tan valioso y único que ha sido imitado y adoptado por el Globo entero: Una mejor, más grata, feliz, segura y libre forma de vivir. Si no son capaces de reconocer y defender esto están haciendo un pésimo negocio, ellas y el menú exportado desde Silicon Valley y empleado a gigantesca escala por el Partido Comunista Chino.

El gran golpe de estado es de tal magnitud que su dimensión ni siquiera se advierte ni su efecto se concibe. Sin exposición ni acuerdo ni permiso ciudadano alguno se roba a la población lo más valioso: Su modo de vida, el que prefieren, el que es más grato y más humano y les proporciona, día a día, fragmentos modestos pero seguros de real felicidad. Deben y deberán desaparecer los contactos directos, pequeños comercios, restaurantes, bares, los paseos por galerías de tiendas, la comida servida en mesa, el camarero conocido, las cañas, las tapas, la librería con su librero. Todo deberá en la práctica ser prohibido, quedar fuera del alcance, ser anatema, resto decadente de un pasado ineficaz ¿ Ineficaz para quién? No para la inmensa mayoría a la que esto le proporcionaba satisfacción, calor, humor, atención, dicha, compañía, ejercicio de su libertad, descubrimiento de otros. Cada cual deberá encerrarse con su ordenador, recurrir para absolutamente todo a su pantalla, ignorar la existencia del mundo externo excepto por el repartidor que llame a su puerta y los fotogramas que el rectángulo escoja y le presente. Ya no habrá, no hay, empleados conocidos en los bancos, ni oficinistas a quienes recurrir, ni informadores. Habrá, para todo, larguísima espera, pantalla, líneas, la completa dejación de responsabilidad personal puesto que todo depende del programa informático, la inmensa pérdida de tiempo acumulada en intentos de contacto con voces mecánicas y sedes vacías y el grado de indefensión más grande que ha conocido jamás el ser humano.

Nadie, ningún ciudadano ha elegido ese mundo horrendo, ninguno ha votado tal programa ni ha dado su beneplácito para que le arrebaten, so pretexto de eficacia y necesidad de implantación online,  por completo su forma de vida infinitamente más grata y mejor. Ni uno solo optaría sinceramente, si se le diera la opción, por la grabación, las pausas, la respuesta mecánica en vez de la atención personal. Sin embargo el gran golpe de estado se ha impuesto y el virus ha sido providencial para acelerarlo, tergiversar el secuestro de libertades e imposición total y totalitaria que condena y denigra cualquier resistencia como simple, torpe y caduca incapacidad de adaptarse al progreso, a la nueva era comunicativa y los avances científicos. Se trata de utilizar de forma fraudulenta y desmesurada recursos puntuales técnicos útiles, y justificar un descomunal fraude y ataque contra una población privada de defensa, fichada y controlada al máximo, desorientada y manipulada por el chantaje de ser calificada de reaccionaria y opuesta al cambio moderno. El proceso no comenzó ayer; se ha amasado con el culto a lo nuevo, lo reciente, lo joven, lo gregario y lo fácil y con el paralelo desprecio al humanismo, la historia, la memoria, el individuo, la vida privada y el esfuerzo, a lo que no está bajo la tecla y el millón de mensajes sino en el camino recorrido hacia el conocimiento y la merecida libertad.https://www.elrincondecasandra.es/siempre-hoy/pandemia-y-pandemias-2020/

Rosúa

[1] El Nasdaq anuncia el fin de la era analógica. Actualidad Económica. 6-12 septiembre 2020. Por Josef Ajram.

[2] Ludismo: Movimiento, que comenzó en Inglaterra en el siglo XIX, de artesanos opuestos a la introducción de nuevas máquinas por el peligro de pérdida de puestos de trabajo. Se ha asimilado, erróneamente, a general tecnofobia.

05/20/20

CHINA 1973-74 fOTOS

https://www.elrincondecasandra.es/china-1973-74-fotos/CHINA: VISIÓN Y MEMORIA DE 1973-74

FOTOS Y PALABRAShttps://www.elrincondecasandra.es/tesis-doctoral-completa-china-1973-74-lenguaje-totalitario/

De M. ROSÚA

 

Un ciclista lee un tadzupao

 

Un ciclista mira los tadzupaos (escritos en grandes caracteres) pegados en un muro en Pekín.

Pocas cosas son tan engañosas como la aparente libertad, la multitudinaria, siempre apoyada en colectivos, pueblo, gente, en grandes y visibles adhesiones y reuniones públicas y carteles que pegas por doquier, mientras que en las librerías sólo encuentras las obras del Líder, del Tetramorfos del Comunismo (Marx, Engels, Lenin, Stalin -fue hermoso mientras duró-, reemplazado luego por Enver Hoxha -mientras duró fue hermoso) y poco más.

Los tadzupaos llamaban al pueblo (siempre colectivos) a la rebelión con la frase de Mao “Hay que ir a contracorriente”, a la cual un extranjero apostilló: “Cuando todos vayan contra corriente yo iré contracorriente”.

 

 

Shanghai 1974, durante el breve viaje al sur y una de las pocas fotografías de él que se salvaron del expolio por los dirigentes en el aeropuerto.

 

 

Pekín: Llegada. Recepción. Visitas.

 

El Hotel de la Amistad. (Tenía muy poco de ella en lo que al ambiente se refería).

El “Hotel de la Amistad”, en Pekín. El enorme edificio de estilo soviético albergaba a los cooperantes extranjeros y fue residencia de la autora. Las principales ciudades del país tenían estos alojamientos, todos semejantes en nombre y en estilo, con el típico gigantismo socialista y tocados de tejados de diseño local para darles un aire chino. Estaba, y se supone que está, en las afueras de la capital.

La utilización de la palabra “Amistad” para este tipo de edificios era preceptiva, e inversamente proporcional a la relación personal, cálida y sincera que tal palabra implica. En esta clase de regímenes el mundo se divide siempre en amigos y enemigos, según la consigna imperante. Los individuos del país, bañados por una propaganda indistinguible de lo que sus sentidos podrían llegar a percibir o experimentar, hacen suya la terminología, que modela la realidad y las ideas y pueden cambiar radicalmente de opinión de un día a otro según la consigna.

 

 

Museo de Historia. Pekín. Bandera de la revolución campesina, con un arado.

El Museo lo era de una Historia recortada, purgada y seleccionada según los criterios del Partido Comunista. La Historia se modelaba según las consignas del momento. La realidad, los hechos concretos, no existían como tales. Como en el plano físico, el Partido seleccionaba también en el temporal e intelectual lo que correspondía a la imagen mental fijada como ortodoxa, pero en sí muy insegura, pues dependía de la voluntad cambiante del Líder.

 

 

El puente del Palacio de Verano. Fiesta Nacional.

Fiesta Nacional. Pekín, Palacio de Verano. La neblina ha ido levantando durante el día y permite apreciar con mayor claridad la hermosa simetría del puente del Palacio de Verano, punteado por los globos y banderas rojos (todo siempre en rojo y sólo rojo) de la Fiesta Nacional.

 

 

 

Típico cartel con los iconos del régimen.

Típica iconografía del Partido Comunista Chino: Obrero (estrechando los libros de Mao), Campesina y Soldado dispuestos a aplastar ideológica y físicamente a los “enemigos” del régimen socialista.

 

 

En la Fiesta Nacional.

La gente acude a la Fiesta Nacional. Obsérvense vestimenta y expresiones.

 

Más banderas rojas, que, junto a los farolillos igualmente rojos, es la decoración monocroma de la Fiesta Nacional. El león es una estatua antigua, con símbolos del poder y fuerza del país, por lo que se salvó de la destrucción artística de la Revolución Cultural. Funcionarios y visitantes -chaquetas azul y gris- deambulan por el recinto ferial.

 

 

 

 

Niños bailando y cantando las alabanzas a Mao y el Partido.

Espectáculos de danzas infantiles durante la Fiesta Nacional. Todos los niños llevan el pañuelito rojo de pioneros del Partido y cantan sus alabanzas.

 

Representantes oficiales de las minorías nacionales con el enorme cartel de propaganda al fondo y paneles con diversas fotos y textos sobre los éxitos del régimen. En primer plano se encuentra el del Tíbet, país invadido por China en 1950 y ocupado hasta la fecha. Hay también uigures, hui, etc. Todos sonríen.

 

Los actores se preparan para el espectáculo

 

 

 

Los empinados escalones de la Gran Muralla.

 

 

La  Gran Muralla parecía lindar con la nada.

 

La Gran Muralla, los otros muy pequeños.

 

El largo camino hasta la torre de vigilancia. A veces en la Gran Muralla había incluso soledad.

 

En el camino a las tumbas Ming. Acompañantes.

 

Escalinata real.

 

Pekín. Entrenamiento en un parque.

Pekín. Artes marciales.

 

 

Pekín. La grande y solitaria avenida.

 

Pekín. Puerta antigua o imitación de las antiguas, destruidas durante la Revolución Cultural.

 

 

Pekín. Arco y puerta antiguos.

 

 

Pekín. Moto de limpieza.

 

 

Pekín. Un cooperante francés.

 

 

Pekín. La cooperante española.

 

 

Pekín

 

 

Pekín

 

Pekín. Día de fiesta. Fotos en la plaza principal.

 

Pekín

 

Pekín.

 

Pekín

 

Pekín. Gigantescos palacios del pueblo (=edificios oficiales). Entremedias bien poco.

 

Pekín.

 

Pekín.

 

 

Pekín. Museos, etc.

 

 

Pekín. La entrada al parque.

Pekín. La avenida, como siempre semivacía y con carteles gigantes.

 

Pekín; obviamente.

 

Pekín centrísimo.

Pekín. Alrededores.

 

 

Pekín. Carteles de las óperas-ballet revolucionarios (siempre los mismos), en alabanza de Mao y del Partido Comunista Chino. Esa media docena de espectáculos eran los únicos.

 

 

Pekín. En un centro de enseñanza. Carteles con consignas

 

 

Pekín. Consigna gigante

 

 

Pekín. Jóvenes mirando tadzupaos (escritos en grandes caracteres).

Pekín. Habitación de la cooperante española.

 

 

Pekín. Desde el balcón de la cooperante española en el Hotel de la Amistad.

 

Pekín. Habitación de la cooperante.

 

 

Pekín. Mercado.

 

 

Pekín. Pared con tadzupaos y observadores.

 

 

Pekín. Tadzupaos y gente.

 

Pekín. Leyendo tadzupaos.

 

Pekín. Guardia urbano, Lenin y Stalin.

 

 

Pekín. Abuela con pies vendados.

 

Pekín. Tadzupao.

 

Pekín. Leyendo los tadzupaos.

 

 

Pekín, lector y tadzupao.

 

Pekín. La gran plaza.

 

Pekín. Una guía.

 

Pekín. Garita de seguridad.

 

Pekín. Profesores durante la sesión de trabajo manual.

Profesores en trabajo manual

 

Pekín. Calle.

 

Pekín. Señora con pies vendados

 

 

     SIAN

 

 Sian. M. Rosúa, profesora de español, frente al Hotel de la Amistad, donde se alojó toda su estancia. Había tres huéspedes, extranjeros: Un matrimonio mayor, de Sri Lanka, profesores de inglés, y ella.

 

Sian. La profesora de español en una fábrica, con el profesor de español y traductor Chü-ye, un dirigente local del Partido y otros acompañantes.

 

Sian. Trabajo manual en el instituto con la cosecha de algodón.

 

Obras y alumnos en trabajo manual.

 

Sian. Rosúa, profesora española.

Sian. Alumnos y profesores de español, y la profesora española, en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Sian.

 

Sian. Alumnos en trabajo manual.

 

Sian. Trabajo manual en el instituto.

 

Sian. Niñas amigas de la profesora de español.

 

 

Sian. El niño del profesor Chü-Ye y los cerditos.

 

Sian. Consignas en el Instituto.

 

Sian. Niños.

Sian. Director y profesores.

 

Sian. Señora de una comuna cercana.

 

Sian. Señora de la comuna.

Sian. En la comuna.

 

Sian. En la comuna.

 

Sian. La pagoda de la Oca. De hecho, en Xian había dos pagodas: la de la Pequeña y la de la Gran Oca. La autora no puede decir con certidumbre qué Oca era la que visitó.

 

Sian La pagoda. Era un hermoso edificio antiguo, de los pocos que se habían salvado de la Revolución Cultural. El número de pisos representa las etapas a la perfección espiritual. Se conservaba y enseñaba para mostrar que el Partido Comunista respetaba las religiones, en este caso el budismo.

 

Sian. El airoso tejado de la pagoda.

 

Sian. El remate de los tejados es con frecuencia una campanita.

 

 

Sian. En la pagoda. La profesora española. Era un lugar hermoso y de paz.

Sian. El monje de la pagoda.

 

Sian. El monje en la pagoda. Era afable, tranquilo, distante, educado, resignado ante los manifiestos ignorancia y desprecio hacia la religión de los miembros del Partido que dirigían la visita de la profesora española

 

Sian. En el camino a las tumbas reales, la mayor parte aún no excavadas pero claramente bajo las colinas artificiales. Allí estaba la del emperador y los famosos guerreros, pero se mantenía en secreto.

 

Sian. El camino real y las estatuas guardianas.

 

 

Sian. León guardián de las tumbas reales.

 

Sian. Antigua estatua de guerrero en el camino real.

 

Sian. Caballo alado en el camino real.

 

Sian. Los guardianes reales.

 

Sian. Los caballos del sendero real.

 

Sian. Con las estatuas decapitadas.

Sian. En el Museo Arqueológico. Decoración mural.

 

 

 

Sian. En el Museo Arqueológico.

 

.

Sian. En la visita a la zona de enterramientos reales. La profesora española con el intérprete de José Castedo y el simpático guía del lugar.

 

Sian. En la visita a la zona de enterramientos reales. Antiguas esculturas de caballos, elefantes, etc. La profesora española.

 

Sian. Estatua de guerrero guardián.

Sian. El fiero y muy antiguo guardián del camino a las tumbas.

 

Sian. Estela y guía.

Sian. Caballo de piedra del camino a las tumbas reales.

 

 

 

Sian. Una de las estatuas del camino real.

 

Sian. Una de las estatuas del cortejo hacia las tumbas reales.

 

Sian. Estatua del camino real maltratada por el tiempo.

 

Sian. Estatuas del camino real decapitadas (¿Revolución Cultural?)

 

Sian. Pilar del camino real.

 

 

Sian. Estatua de camello bactriano. Avenida a las tumbas reales.

 

Sian. Intérpretes y José Castedo, que vivía en Pekín e hizo una visita a Sian. Castedo era el único español que se había quedado en China durante la Revolución Cultural y se proclamaba absolutamente maoísta comunista y del sector de Álvarez del Vayo. Decía, con cierto furor, ¡Yo estoy con los chinos siempre!. Parece que esa fidelidad incondicional, de ideología pasional, y su trabajo de años, no fueron luego reconocidas como correspondía por las autoridades chinas.

Sian. José Castedo.

 

 

Sian. El intérprete de José Castedo y la profesora de español.

 

Sian. Chü-Ye, profesor de español.

 

Sian. Zona antigua y museo. Intérpretes, acompañantes y la profesora española.

 

Sian. En la habitación de Rosúa, la profesora española, con el acompañante de Castedo, que era un dirigente del Partido Comunista Chino.

 

 

Sian. Visita a una fábrica, con un dirigente, el profesor Chü-Ye y la profesora española.

 

 

Sian. En el Hotel de la Amistad (todos lo eran), un profesor de francés de paso, su intérprete y la profesora española.

 

 

 

 

Sian. La pagoda de la Gran Oca.

 

Pequeña pagoda

 

Sian, de oca en oca. La pagoda de la Pequeña Oca (tal vez, y la otra es la Gran Oca).

 

Sian. En el Instituto. Un grupo folclórico, directivos y profesores chinos y profesores extranjeros. En el centro un matrimonio de Sri Lanka, profesores de inglés, y la profesora de español a su lado.

 

 

   

 

Viaje por el sur

 

Kweilin.

 

 

En el viaje por el sur

 

Obreras del astillero de Shanghai.

 

En el sur de China. Bicitaxi habitual. Los automóviles eran en los setenta escasísimos y reservados para altos cargos y usos oficiales.

 

Los grandes ríos del sur en plena época de lluvias, con su transporte en barcazas.

 

Kweilin. Por el río en una lancha. El poco fondo obligaba a que se ayudaran de palos para impulsarla.

 

 

.

La niña y las plantas del sur.

 

 

 

 

 

En Cantón. Ciclista.

 

 

 

 

 

 

PEKÍN

 

Pekín. Trabajo manual en el Instituto; donde el ambiente era muy diferente de Sian, sin cordialidad alguna. El centro tenía fama de haber sido una plaza fuerte de la Revolución Cultural y rezumaba comisariado maoísta.

 

Pekín. Trabajo manual en el instituto.

 

Pekín. Trabajo manual en el instituto.

 

 

Pekín. Trabajo manual en el instituto.

 

 

Pekín. Trabajo manual en el instituto.

 

Pekín. En el mercado.

 

 

Pekín.

 

Pekín. Una de las óperas revolucionarias, único espectáculo teatral que había.

 

Pekín. Entrada al Instituto de Lenguas Extranjeras.

 

Pekín. En el instituto. Trabajo manual. Alumnos.

 

Camino a las tumbas. Estatua de elefante sumiso

 

 

Camino a las tumbas.  Caballo en espera de jinete.

 

Camino a las tumbasPerro fiel y feroz, según con quién.

 

Pekín. Películas revolucionarias (las únicas).

 

 

 

 

Shanghai 1974

Segundo viaje al sur, antes de hacerme salir del país y quedarse con buena parte de mis fotografías.

05/8/20

CHINA 1973-74 TESIS AUTORA LENGUAJE TOTALITARIO INTRODUCCIÓN Y RESUMEN

Biografía Y Bibliografía. Libros y ArtículosTESIS DOCTORAL DE MERCEDES ROSÚA DELGADO

DEFENDIDA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, UCM, DONDE LA AUTORA HABÍA CURSADO TODOS SUS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DE ROMÁNICAS (LENGUA Y LITERATURA) EL 16 DE ENERO DE 1978.https://www.elrincondecasandra.es/china-1973-74-tesis-autora-lenguaje-totalitario-introduccion/

La enseñanza de lenguas modernas en China Continental: Interdependencia entre el aprendizaje de una lengua, estructura mental y visión del mundo. Madrid, 1978.

Contiene documentación original, textos docentes, sobre la enseñanza del español en la República Popular China, donde la autora impartió clases en 1973-74. Es un estudio sobre el lenguaje totalitario. Se calificó con Sobresaliente cum laude.

Su título original rezaba …en la República Popular China, lo que hubo de cambiar, a indicación de su director de tesis, por en China Continental.

importa añadir a mi descripción de esta documentación que deseo sea útil a quien lo precise,  pero que no pertenece a ni debe ser capitalizada por organización alguna. Es fruto del trabajo y experiencia de una persona independiente y para independientes.

Resumen de la tesis doctoral de Mercedes Rosúa

https://www.elrincondecasandra.es/publicaciones/

 

 NOTA SOBRE LA LEGIBILIDAD DEL ORIGINAL: El documento original fue mecanografiado y, con el paso del tiempo, se ha hecho en diversas páginas difícilmente legible. En espera de que alguna vez pueda transcribirse en su totalidad, se incluyen aquí siete páginas, las de mayor dificultad en su lectura, transcritas. Éstas son las p.p. 6, 7, 25, 27, 28, 97, 98. Se añaden en apéndice separado a continuación para que el lector pueda intercalarlas.

 

 

 

TESIS DOCTORAL DE MERCEDES ROSÚA DELGADO

DEFENDIDA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, UCM, EN 1978, DONDE LA AUTORA CURSÓ SUS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS DE ROMÁNICAS (LENGUA Y LITERATURA).

La enseñanza de lenguas modernas en China Continental:

Interdependencia entre el aprendizaje de una lengua, estructura mental y visión del mundo. Madrid, 16 de enero de 1978

Contiene documentación original, textos docentes sobre la enseñanza del español en la República Popular China, donde la autora impartió clases en 1973-74. Es un estudio sobre el lenguaje totalitario. Se calificó con Sobresaliente cum laude.

Su título original rezaba …en la República Popular China, lo que hubo de cambiar, a indicación de su director de tesis, por en China Continental.

 

 

Importa tener en cuenta que la autora desea que este documento, fruto del trabajo y experiencia de una persona independiente y para independientes, sea útil a quien lo precise, pero que todos los derechos sobre él pertenecen a la autora, incluidos los de edición física o electrónica, sin que pueda efectuarse ningún cambio, omisión o añadido respecto al original e indicando siempre fuente y autoría.

 

 

Nota sobre la legibilidad del original: El documento original fue mecanografiado y, con el paso del tiempo, se hizo en diversas páginas difícilmente legible. En espera de que alguna vez pueda transcribirse en su totalidad, se incluyen aquí siete páginas, las de mayor dificultad en su lectura, transcritas e intercaladas junto a las originales (p.p. 6, 7, 25, 27, 28, 97, 98).

Téngase también en cuenta que la grafía latina de nombres propios es la que se utilizaba en la época.

 

 

Deseo dedicar este trabajo a Li-Yi-She, pseudónimo de los tres ex-guardias rojos que tuvieron el valor de exhibir en Cantón, en 1973-74, una serie de carteles murales en los que defendían la democracia y la lucidez. También a Wang Weilin, que se puso frente a los tanques en la plaza de Tien An Men, en Pekín, durante la masacre de junio de 1989.

 

INTRODUCCIÓN

 

Este trabajo es el fruto de anotaciones, reflexiones y vivencias durante el curso escolar 1973-74 en la República Popular China como profesora de español, y de una labor de búsqueda bibliográfica, comparación y comprobación de datos, análisis y síntesis durante los años siguientes. Se centra, partiendo de la observación de la enseñanza del castellano, en la interdependencia entre el lenguaje enseñado y las directrices político-sociales del sistema, en la visión del mundo y en el universo mental que de ello resulta.

Es conocida la dificultad de obtener documentación sobre cuanto acontece en China Popular. Las publicaciones oficiales no abundan y están escritas en el rígido marco del perfeccionismo estatal. En cuanto a los libros y estudios efectuados por occidentales, existen bastantes y no pocos de interés, pero, como cualquier extranjero, sus autores han debido ceñirse, durante su estancia en China, a las reglas del sistema, que han delimitado estrictamente sus pasos y su acceso a fuentes de información. Buena parte de las obras sobre China adolecen, además, de una irracionalidad partidista que las hace tanto o más perfeccionistas que las oficiales. He incluido en la presente obra una serie de lecciones y textos empleados por los profesores chinos de español para sus clases, y elaborados por ellos mismos. La prohibición gubernamental, por razones políticas, de sacar material pedagógico fuera del país explica el escaso número del recogido, y le otorga, al tiempo, el valor de su rareza.

La época que trato, el canto de cisne del maoísmo, el grande y temeroso retorno tras la Revolución Cultural, es enormemente significativa. A partir de los años setenta la enseñanza superior, entre ella la de lenguas, comienza a resucitar; vuelven del campo estudiantes y profesores, se reorganizan escuelas e institutos, se reconsidera la contratación de cooperantes extranjeros; se habla de “Revolución Educativa”, presentada por los dirigentes chinos como continuación necesaria de los sucesos de 1966-1969, y por la prensa occidental con los títulos sensacionalistas de “Segunda Revolución Cultural”.

La experiencia concreta de la que parte este trabajo fue, por fortuna, sumamente variada, puesto que, en el espacio de un curso escolar, enseñé en tres centros y visité varios. La primera experiencia pedagógica es ciertamente la más especial: Dos meses y medio en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Sian, a mil kilómetros de Pekín, en el interior, no lejos de Yenán. Un matrimonio de Sri Lanka y yo éramos los primeros cooperantes extranjeros que aparecían en esa ciudad de dos millones de habitantes tras la marcha a sus respectivos países de los profesores occidentales de 1957. En Sian, precisamente por la falta de costumbre de aplicar el férreo encuadramiento que rodea a los extranjeros en Pekín y por factores personales, establecí relaciones humanas de una riqueza y naturalidad inusitadas con mis colegas chinos, se me dieron facilidades para documentarme, y se me permitió llevar a cabo encuestas minuciosas entre profesores y alumnos.

En Pekín, tras una corta etapa, que desde el principio se había acordado como provisional, en el Instituto de Lenguas Extranjeras, pasé al Instituto N.º 2. El Instituto de Lenguas Extranjeras presentaba la peculiaridad de, por una parte, encargarse de la formación de adultos destinados a ocupar puestos en el extranjero, y, por otra, de recibir estudiantes de chino venidos de países con los que Pekín había establecido acuerdos bilaterales. En cuanto al Instituto N.º 2, era, como el de Sian, una escuela superior de lenguas vivas.

El régimen de vida de alumnos y claustro, el material pedagógico, la metodología didáctica, los textos, su temática, estructuración y vocabulario, todo ello configuraba uno de los más puros ejemplos de una etapa histórica totalitaria, de la apoteosis agónica del maoísmo, de un monopolio en literatura, arte, pensamiento, posiblemente jamás igualado. Actualmente las exigencias de la modernización obligan al sistema a entreabrirse, a relativizarse. Pero el calco verbal de esos años es una huella inestimable.

Mercedes ROSÚA DELGADO

 

Nota Bene: Pueden consultarse sobre el tema libros y artículos de la autora, y las referencias en su web www.elrincondecasandra.es

 

EL VOLUMEN DEL DOCUMENTO ESCANEADO HA IMPEDIDO HASTA AHORA PASARLO A ESTA WEB.  SE ESPERA PODER PONER UN ENLACE CUANDO SEA POSIBLE.

ÍNDICE

 

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04/19/20

CARTA ABIERTA A (CASI) TODOS LOS GOBIERNOS DEL MUNDO

https://www.elrincondecasandra.es/carta-abierta-a-casi-todos-los-gobiernos-del-mundo/Desde Madrid, pero urbi et orbi y sine die

Carta abierta a (casi) todos los Gobiernos del mundo

 

Esto es una petición de auxilio y de acogida. El lugar que muchos de ustedes conocen por sus vacaciones ha demostrado, definitivamente, que es invivible y, gracias a la prueba del algodón de la pandemia, ha alcanzado y puede alcanzar, con activa cooperación o pasividad sumisa, las mayores cotas de peligrosidad y estupidez.

Aquí no hay ciudadanos, ni individuos que pretendan serlo. Hay una mayoría ovejuna con probable carga genética de los perros de Pávlov que tan sólo sabe reaccionar a la contraseña condicionada y a que le arrojen el hueso de subvención o de cuota, mientras se van hundiendo ellos y la perrera. Los actos de generosidad, la espontánea bravura que ustedes, desde el exterior, románticamente exaltaron en el pueblo español era simplemente puntual, obra de impulsos en ocasiones concretas, sin conciencia ni compromiso ciudadanos, ruidosos enfados a los que sigue siempre la obediencia y temor al cacique. La palabra democracia es un simple traje de los domingos que le presta una promoción inmerecida. A la hora del filtro de elecciones y defensa conjunta de lo que debería ser su país, leyes y derechos no hay sino la vieja tribu y el acostumbrado amo que paga la borrachera de rencor y envidia y reparte raciones de emergencia.

Inglaterra, si me acogieras. Tú valiente, convencida de esos valores que hay que defender, Inglaterra, país de ciudadanos, no de vasallos, no de resignados al “Es lo que hay”. “Hay lo que nos echen”. Inglaterra, país de libertades y de respeto por los individuos, por su vida privada y por la ciencia, la cultura real y la grandeza. Nunca debí dejarte, y aun antes de dejarte te añoraba, presintiendo tristezas de tu ausencia. Siento que te detuvieras en Gibraltar, que no subieras mucho más hacia el norte. Habría dignidad, no rendiciones. Nunca supe de libertad tan honda, del respeto en la vida cotidiana como en ti los sentí. Por ello estás en la primera de las muchas puertas a las que llamo, mientras atrás dejo la vergüenza de mi propio país de nacimiento que se complace en ser por siempre víctima, mendiga de limosnas y amargada por la valía y bienestar ajenos. Si me abrieses tus puertas, si lo hicieras…Todavía, quizás, de cuanto tengo algo hay que yo pudiera darte y compensar lo mucho que me diste y que hasta hoy en día me alimenta.

Quizás ni lo conciben ni lo advierten, países de esa puerta a la que llamo. En mi triste nación, hoy el líder mundial de fallecidos por millón de habitantes y en cabeza de enfermos, sanitarios infectados, no ha habido protección, ni mascarillas ni pruebas sobre el virus. Aquí se muere solo, hay un triaje según la edad para obtener o no respiradores, está prohibido el negro como el luto, como la libertad, no queda espacio sino para la loa y propaganda. De todos en Europa, este pobre país está en cabeza del más largo y total confinamiento, camino llano hacia la dictadura, para el control sin límites ni leyes En el triste país que ha sido el mío nada extraño tendría que el Gobierno, ese amasijo de maldad y torpeza, esté ya fabricando, a manera de estrellas amarillas, marcas según la edad, largos listados de población caduca, prescindible, ajena a su interés y sus votantes, títulos de apestados. No bajarán de trenes, no saldrán ni a la puerta de la calle. Les darán el color que corresponde, con amables sonrisas protectoras, indicando el camino del encierro de su lento exterminio.

Nueva Zelanda, tu lejana puerta podría ser mi hogar. Conozco tu pureza y tu belleza, te he visitado en varias ocasiones. A ti quería volver cuando estalló la peste. Y ahora, un simple refugiado, si hay seguridad de mi limpieza, de que nada hay en mí que contamine tu especial hermosura, tu cristalino espacio, entonces considera permitirme el acceso y comparte la paz y limpidez que a ti te sobra. Algo te podré dar. Hasta el alma los virus no han llegado. Tal vez la blanca y verde altura, tus montañas, el mar lleno de vida, los helechos gigantes y las flores violeta, los volcanes, los raros animales refugiados en ti, a mí semejantes, vuestro respeto por cada individuo, tendrán poder para curar recuerdos del mísero temor, de las mentiras, de vileza esparcida y aceptada en mi anterior país.

Lo que era mundo, horizontes infinitos, se ha vuelto fortaleza, vallas, muros, sin aeropuertos, trenes ni aviones. Pero sabed que os llamo y os preciso, y que vosotros, exclusivamente, disfrutáis del poder de rescatarme. Dejadme entrar donde vivir aún pueda y ser una persona como otras y sacudirme el polvo y la vergüenza de lo que fue el lugar en que he nacido. Alemania, demuestras que aprendiste la terrible lección del genocidio y hoy abominas de segregar viejos, dices que todas vidas son iguales, con la clara nobleza que te honra. De España te separa la elevada frontera de los muertos que tú no has tenido, la ordenada manera de aislar lo imprescindible, respetando las libertades, exactamente iguales para cada uno, mayor, adulto, niño, ciudadanos al fin, justo por serlo. A cuantos huiremos de la marca, de la segregación, del nuevo ghetto, del acoso anunciado y propaganda que ya el Gobierno incuba para ofrecer carnaza a los vasallos, ofrécenos asilo, danos días de la igualdad debida a los humanos. Pues te honrarás con ello en la medida que un país de verdad siempre merece.

Nunca debí volver. Cinco países en los que he vivido. Y más de un centenar recorrí sola. Nada tengo en común con el que sueña conque haya siempre más inquisiciones, con el gordo parásito que vive de momias y de mitos de una guerra, de un dictador que fue y les alimenta. Nada que ver con quienes no persiguen a los que ponen bombas y prefieren que los azucen contra quien gobierna. Ninguna relación con los que añoran, de todos los sistemas, los peores, sangrientas dictaduras de cuantas hubo y en el mundo han sido.

Países (casi) todos, me es preciso llamar a las fronteras, dejando atrás el viejo, el muy sincero amor que tuve a la nación que un día fue la mía. Ya no lo es y no va a serlo nunca. Solo entre todos, es país que elige odiarse, rechazar su nombre y su bandera, y vota a un amasijo de ratones que quieren lo mediocre a su medida.

Les ruego me acojan dado el peligro que corro si no me dan asilo. La limpieza en forma de encierro, segregación permanente y adiestramiento de la chusma para que acose, persiga, denuncie y arrincone a la gente de mi edad está en camino, es inminente. El volumen de frustración acumulada en millones de personas sometidas a un aislamiento innecesariamente extremo por ser consecuencia de la absoluta imprevisión, manipulación, estulticia del Gobierno es tremendo, buscarán en quién desahogar su rencor, y, como se trata de un país particularmente cobarde, embestirá, en cuanto le abran la puerta del redil, contra el blanco más más cercano, marcado para ello por las leyes de segregación. Esa víctima propiciatoria, nombrada leproso en potencia por todos los canales oficiales, serán los viejos, que, gracias a la sed de propaganda, el sectarismo y la colosal ineptitud del partido en el gobierno, han muerto a millares, de forma angustiosa, dolorosa e indigna, avalada incluso por protocolos la atroz selección de los que convenía dejar morir.

A la memoria vienen las líneas de la última carta de Petronio, el árbitro de la elegancia, dirigida antes de suicidarse al emperador Nerón. (Sí, orgulloso prohombre del Gobierno, sí. Recuerde, Quo vadis? Es latín; ¿sabe? Ustedes prácticamente lo eliminaron cuando destruyeron el Bachillerato y la buena Enseñanza Pública). Petronio dice a Nerón, quien se enfada bastante, que puede excusarle por haber matado a su mujer, asesinado a su madre, por haber incendiado Roma, pero que lo imperdonable es que se empeñe en declamar horriblemente horribles versos: Mata, pero no cantes. Tortura, pero no bailes. Incendia, pero no hagas poemas.). Parafraseándolo, al Gobierno actual español, ese amasijo de tribus nacionalistas y comunismo revenido encalado de fatuidad, codicia y solicitud viscosa, habría que decirle:

Miente, pero no susurres.

Traiciona, pero no prediques

Extermina por fanatismo, estupidez y negligencia, pero no te hagas fotos en la Casa Blanca.

Puedo excusarte el que mientas sin reposo, que desdeñes los miles de vidas, salud y libertades que han costado tu vanidad y negligencia, que ocultes y desprecies el dolor y el luto.

Puedo excusarte el que te alíes con los que odian al país y cubras de dinero y halagos a representantes de los asesinos del País Vasco y a los siempre traidores y mezquinos independentistas catalanes.

Puedo excusarte la infame actuación de los que tomas como mentores y precedentes cuando azuzaron, tras la gran matanza terrorista con bombas en trenes de Madrid, a las masas a asaltar las sedes del partido entonces en el gobierno en vez de perseguir a los asesinos, de manera que los tuyos se apoderaran del Estado y se repartieran sus despojos.

Puedo excusarte que hayas creado una contienda dual guerracivilista como único argumento de propaganda que te permita sembrar rencor y legitimar tus redes parásitas.

Puedo excusarte que intentes por todos los medios desguazar el país y repartirlo entre quienes te sostienen en la Presidencia.

Puedo excusarte el dispendio gigantesco, en un arruinado país, del erario para nutrir a la multiplicación de tus huestes con cargos públicos, ministros, ministriles y asesores y crear votantes dependientes.

Pero lo que no tiene excusa es el fatal crimen estético, el atuendo indeciblemente hortera de tu mujer, vestida de bandera estadounidense, en la recepción en la Casa Blanca, el de la luctuosa familia monster de tu antecesor que allí cuelga como ridícula muestra de España, tus impostados gestos de novicio medroso, tus inacabables arengas en la televisión a tu servicio, el tono con el que susurra a los equinos del rebaño tu visir, el pachulí sentimental con el que anegas al auditorio, la insólita estulticia de los nombres de tus ministerios, la masa de estupidez y cursilería de tus consignas, que hace tiempo alcanzó el punto crítico.

Y la conmiseración mal disimulada que tu oquedad de atributos despierta cuando intentas posar para la foto y te delata la apremiante ansiedad del nuevo rico por ser aceptado en el club de los de arriba.

Ésta es una muy real y seria llamada de socorro. De vosotros depende el cuánto y cómo de una vida.

Así pues, países (casi) todos los que podéis hacerlo, abridme vuestras puertas, acogedme y salvadme.

Rosúa

 

06/10/18

La marmota de 2018: El gran negocio dual.

La marmota de 2018:

El gran negocio dual.

 

 

Déjà vu. Vista ya la marmota primaveral, con variantes diversas pero siempre fieles a un esquema en el que la evidencia, precisamente por serlo, es de imposible denuncia y está blindada por una programación previa, diseñada para culpabilizar y ridiculizar al denunciante y por la aparente sorpresa ante la cadena de cambios y sucesos difundida por los medios de comunicación.

Ocurrió ya, en la semana del 11 de marzo de 2004: El sabor de preparación ambiental, el clímax sabiamente aprovechado, el resultado similar, rápido. Se repite -años después, sin aquel preludio sangriento pero sostenida por una vasta y equivalente red de intereses. Es un negocio rentable, con un reparto de puestos, dinero y fondos públicos de lo más prometedor. Al fin y al cabo es una fórmula carente del menor escrúpulo pero de éxito. Pasó, con marmotas de menor tamaño, desdentadas, en ocasiones alejadas de los focos. Ha vuelto a suceder, apretado en una semana como otrora, entre finales de mayo y comienzos de junio de 2018. Y tiene siempre el mismo común denominador: Separar sucesos concretos, hechos, riesgos asumidos, individuos, de la responsabilidad y personal valía o ignominia de sus actos. No habrá leyes comunes, la Constitución molesta. Los ciudadanos existirán en función de quiméricos colectivos creados al efecto y que funcionan como tópicos magnificados por la insistencia de los medios y sirven como chantaje ideológico de obligado asentimiento y, muy especialmente, como centros de reparto de bienes. No hay personas ni acciones, ni mérito, ni razonamiento alguno. Hay progresistas, mujeres, homosexuales, ecologistas, aborígenes, tribu antifranquista virtual extraordinariamente bien remunerada, coros de la -a y la -o, víctimas de la opresión milenaria, de dictadores exhumados y de la Historia. Hay en fin todos cuantos pretenden obtener gratis total el puesto, dinero y prestigio que nada tienen que ver con su valía, esfuerzo, titulaciones y trabajo. Blindados éstos por las propias dimensiones de la estupidez de las consignas que los protegen, entre las que brilla señera la utilización del mantra Género, como si los órganos genitales que se poseen y su uso determinaran por ley la capacidad, y por ende los privilegios, de cada persona. Se trata simplemente, una vez más, de imponer el dos y dos son cinco orwelliano, de separar la causa y el efecto, hurtando realidad, actos y costes a la percepción general, con la impunidad paralela y el enriquecimiento seguro que esto supone. Es la maquinaria del filtro a contrario, que promociona lo peor y los peores a base de imposiciones gregarias, que, de paso, diluyen y anulan la responsabilidad individual de quien tome conciencia y rehúse formar parte del clientelismo y la vileza. El que disienta será la risible excepción que confirma la regla y desaparecerá en un mar de censura y silencio. Déjà vu.

Colócanos a todos-Acampada en Madrid, 2011.

El Bloque Parásito no corresponde a partidos ni siglas, aunque encuentra su nicho ecológico con mayor comodidad y fortuna en algunos de ellos. No es homogéneo sino cárcel con posibilidades de huida porque ahí la lima en el pan es la fibra moral, la lucidez y la valentía de cada cual. Poco importan los avatares que el actual clan ganador pueda presentar a la opinión y hacer llover desde los medios. Lo hará sea con populismo puro y duro, sea con miedo a inseguridad y atentados, sea con primeras filas de cargos ocasionales sin mayor finalidad que la pose cinematográfica. Lo que definirá realmente su avidez son núcleos muy comprobables y precisos que se continuarán apoyando y nutriendo con los fondos y medios que a lo necesario y justo se niega. Prolongará, y aumentará probablemente, la impunidad en la prohibición del empleo de la lengua española en gran parte del país, la manipulación educativa, el oneroso mantenimiento de los principados nacionalistas, la invención partidista de la Historia y su utilización como fuente de promociones sociales y de espacio televisivo, la exculpación terrorista, el trato aterciopelado a delincuentes y asesinos y la fragmentación y relativización constitucional y legal según los grupos a los que convenga halagar en el momento.

Incide también en el proceso parasitario un conocido factor cíclico tan previsible como el fenómeno de El Niño o el paso de un cometa: El país se recupera económicamente tras la ruina causada por un gobierno de infausta memoria, depredador y sustentado por clientelas improductivas y, cuando mejor gestión, mayor eficacia y menor latrocinio oficializado logran un nivel apreciable en los cofres de erario público, cae sobre ellos de nuevo, con la regularidad del día 29 de los bisiestos, la ola de totalitarismo light en nombre del bien social y del reparto de lo ajeno a sí mismos y a sus clanes, siempre protegidos por el chantaje de tratar de fascistas, reaccionarios y franquistas irredentos a los acobardados disidentes.

Los grandes, y menos grandes, rumiantes presupuestarios se han asegurado de nuevo el sustento, que distribuyen sus ubres y procede del país de nombre vergonzante, España, de gentes del común que producen bienes y servicios y valen por sus propios méritos, personas y no tribus a las que una vez más se niega el país libre de ciudadanos iguales en obligaciones y derechos y a las que pretende confinar a toda costa en la falsedad dual izquierdas/derechas, trabajadores/burgueses, progresistas/reaccionarios, autonomistas/fascistas sólo válida para análisis históricos y temporales muy concretos. Es preciso, para que los beneficiarios del chantaje se mantengan, mantener esta cárcel y blindarla contra toda crítica. El bipartidismo en España, pasada la juventud de aquella Transición y Constitución henchidas de buena voluntad y altura de miras, ha venido siendo el de quienes amenazan a los demás con tratarlos de derechistas abominables y el de los que siempre han preferido someterse al chantaje, bienvivir, callar y traicionar a sus supuestos representados. La explotación del franquismo post mortem y la barricada con dinero público han constituido uno de los negocios más prósperos. Lo siguen siendo, y sólo una masa crítica de cobardía e intereses puede explicar el hecho insólito de un país en el que se prohíbe en amplias extensiones el uso de la lengua nacional, el español, en el que toda muestra de desprecio hacia historia, símbolos e instituciones comunes es financiada y aplaudida y en el que se ha impuesto un filtro a contrario de la calidad en todos los sentidos del término.

Entre rejas

El polo positivo es el de quienes defienden la libertad e igualdad de los ciudadanos, la enseñanza y uso del español y el reparto equitativo de los presupuestos. No hay más dualidad que, por una parte, el magma de las clientelas y, por otra,  los individuos dotados de lucidez y de honradez que probablemente votarían al  único partido político que hoy por hoy defiende esto. Quién es el enemigo a abatir ha quedado meridianamente claro en las revueltas parlamentarias de finales del mayo-principios de junio de 2018, porque hasta lo que parecía más impredecible, mudable y confuso tenía una finalidad: Hacer imposible que en unas elecciones próximas y generales pudiese llegar al poder el partido que defendía premisas incompatibles y antitéticas del bloque parásito. Aquí sí que ha habido un manejo magistral de los tiempos, postergando la renuncia a la Presidencia del Gobierno para el momento en el que ya ésta no podía implicar oportunidad política alguna para el adversario real, al que los votantes hubieran apoyado.

Era, y es, indispensable para las tribus (de terruño, de género, de subvención, de pensión vitalicia si son reinas por un día, de puesto y sueldo permanentes tanto si están en la primera fila como en la segunda, sea cual fuere el tamaño del clan) mantener la cárcel dual y el anatema. Ocurre que les ha surgido un enemigo auténtico, dotado de un discurso y de una trayectoria joven y fresca, que defiende exactamente lo que a los dos grandes clanes tradicionales, que actúan como plataformas de distribución entre sus respectivas clientelas y las tribus más pequeñas, les resulta insufrible: La España de ciudadanos libres e iguales. Simplemente, con una claridad, precisión y racionalidad tanto más peligrosas, en su obviedad, precisamente por ser obvias. Había que unirse, todos, contra la desacostumbrada amenaza, cuyos adeptos se extendían peligrosamente entre la población.

Para ello se llevó a cabo una operación bien trazada y escalonada, de incompatibilidades aparentes, de luchas e improperios llamativos, de súbito redescubrimiento de corrupciones añejas, de escándalos calculados y sorpresas de último minuto. Urgía evitar en el país elecciones generales y garantizar, con intercambio de cromos, la estabilidad y continuación de los clanes. Nadie, de no haber existido la ficticia y mediática cárcel dual y el intensivo calentamiento previo, hubiese creído que sólo por simple azar se había fijado el foco, muy poco antes de la maniobra final, con categoría de grandes noticias en hechos acaecidos hacía lustros. Era igualmente imposible creer en la pura coincidencia de que a las tribus nacionalistas más jugosamente engordadas y vistosamente insumisas se les garantizara y blindara de manera legal nuevas prebendas, parias e impunidades justo en vísperas de que un tribunal, también casualmente, denunciara al firmante de los ya irreversibles acuerdos y millonarias donaciones. Atados y bien atados los respectivos intereses, brota de forma inesperada una moción de censura a causa de la igualmente oportuna sentencia legal sobre corrupción del partido hasta entonces en el poder. Con rapidez vertiginosa, cambia el Gobierno, se asegura con el nuevo, y con su aparente alternativa opositora, la continuidad nutricia del racimo de parásitos de diversa categoría, y se afianza, en horas veinticuatro, el blindaje y ataque contra el partido foramontano que defiende la igualdad y libertad reales, se distrae la atención con la dimisión -ya inútil respecto a un cambio real- del anterior Presidente y se posponen sine díe las elecciones generales.

Naturalmente, amén de la burda cadena de aparentes casualidades, convendrá a la estrategia el mantenimiento y exhibición ocasional de al menos dos Tarascas espantables destinadas a erosionar y captar sectores que podrían apoyar al único enemigo real del bloque parásito, el partido al que sí favorecería, al aire libre de las urnas, gran número de ciudadanos. Es imprescindible, en este sentido, rellenar con temor, rencor y victimismo el todavía útil icono Izquierda y procurar que, como en los títeres, infunda miedo, asalte las calles y mordisquee de cuando en cuando la mano oficial que lo nutre. Nada mejor para ello que, mientras cara al exterior se tranquiliza a la economía internacional, en el interior se potencien la indefensión y el atraco legal del desdichado ciudadano atrapado por el fisco, por el delincuente que reincide hasta el infinito sin mayores consecuencias, por el okupa ante el que nadie ampara al agredido, por la enseñanza mísera henchida de consignas en todos los dialectos, por una justicia inútil en la práctica para quien carece de respaldo y no puede permitirse pagar abogados por los virreyes de las diferencias, las independencias y los fueros y por los pretorianos ( y pretorianas) del orgullo de género.

En el otro extremo del espectro, es bueno para el bloque parásito una presencia política de lo que se venderá como extrema derecha, tomando como materia prima la amalgama de gente honesta que defiende causas tan nobles como la de las víctimas del terrorismo, la denuncia de estafas y cohechos y la unidad nacional, pero que puede acompañarse de brotes irracionales, de fundamentalismo clerical en el peor sentido de la palabra, de sectores que tienen una alergia irreprimible -sazonada a veces, de manera nada sorprendente, de filoislamismo- a la libertad sexual, de gentes de peligrosa incapacidad para el análisis concreto de la compleja sociedad de individuos libres cuyos intereses son incompatibles con la sumisión animal a la naturaleza. Es el caso de las banderías antiaborto, sacadas sin venir a cuento, como si de defender el aborto forzoso se tratara, de un simplismo burdo que parece temer al mundo en el que vive y se complace en despreciar lo que ignora. Los movimientos Pro Vida no se han ocupado jamás de las vidas de las mujeres sometidas a una servidumbre puramente biológica y liberadas tan sólo, no por la lírica ni la metafísica, sino por los anticonceptivos, y a las que, por lo visto, habría que obligar por fuerza, como en toda dictadura que se precie, desde el minuto cero del embarazo, a llevar a término la gestación. Para el Bloque Parásito es una bendición la Tarasca del conservadurismo a ultranza. La Clientela con pretensiones de indefinida permanencia, que es y ha sido la única realidad política vestida del chantaje Izquierda/Derecha, precisa del fanatismo integrista, de la intransigencia preconciliar que espante e inspire repulsión a cualquier liberal, laico y agnóstico. Son el Doctor Jekyll extremaderecha del Hyde extremaizquierda destructor antisistema, mafias de todo género incluidas, que amenaza, si no se le nutre con propiedad privada y puestos estatales, con devorar derechos, libertades, bienes, sociedad civil y clase media.

Pese a lo que pudieren proclamar en declaraciones tranquilizadoras, el clan del chantaje y el de los cómodamente chantajeados, asistidos de sus coros y danzas de las taifas nacionalistas, van a prolongar y manipular el espacio que media entre junio de 2018 y las elecciones generales. Cuidarán como oro en paño y nutrirán gozosos a cuantos movimientos accesorios les permitan robar fluido de voto al único partido que es su oponente y pondría en peligro el maná, que siempre paga alguien y del que gratuitamente ellos se alimentan. Cierre de filas contra el adversario, ordeñe hasta la sequía de la ubre estatal y sonrisa de modernidad fiable hacia el exterior. Hay ya ciertamente una búsqueda y/o fabricación febril de supuestos escándalos, contradicciones, corrupciones y quién sabe si montajes de mayor calado que eliminen al líder del solo partido real de la oposición, el que defiende la sociedad y el país que desea una mayoría de ciudadanos privada de voto, de palabra e incluso de salida de una cárcel dual de cuya llave tienen copias todos los parásitos: nacionalistas, nanonacionalistas, aforados medievales, antisistemas de nómina, nóminas vitalicias del sistema, tribus de género, clientelas sociales creadas al efecto y víctimas profesionales. Y esta prisión sí ha sido diseñada por sus beneficiarios como perpetua y no revisable.

Pero es una cárcel frágil. Sin el silencio respecto a los puntos esenciales que encubren progresismo, modernidad, diversidad y diálogo los barrotes se disolverían porque, como en los interrogantes sobre el 11 M y la incalificable vileza del aprovechamiento de la matanza y la manipulación electoral, basta con que un hilo moral se desprenda de la trama. El silencio, ahora como antaño, es tanto más ruidoso cuanto que se impone por presión social, política y mediática a la mayor parte de la población. La consigna es que no hay que comentar, ni mostrar extrañeza, por el extraño giro que provoca, catorce años después, en tres días el cambio de Gobierno. Apenas nadie hace el menor hincapié sobre los prolegómenos y la obvia preparación de la maniobra, la magnificación y difusión de delitos o simples faltas que datan de lustros, mientras que se omiten, siempre, los grandes, probados y continuados desfalcos y se amenaza con vídeos de ridícula envergadura como en la Edad Media con dagas.

La menor reflexión, el hilo más insignificante que salte de la trama, pueden inclinar la balanza en sentido contrario a los resultados electorales planeados según los cuales seguirían incólumes y seguras de la pitanza ambas clientelas, las mafias sociales intocables de género y número, los nacionalistas, norte y este, de las nueces y las mariscadas con sabor a bala y a muerto y los promotores de la estulticia educativa y lingüística. Si ese hilo salta -y finalmente saltará-, el único partido que defiende la igualdad y libertad de los españoles tendrá más votos que nunca.

 

Mercedes Rosúa

[1]Junio de 2018

[1] A fecha de junio del 2018, este escrito se refiere al partido de Ciudadanos.  Lo que sea en el futuro se verá por el único baremo fiable: Sus actos y los métodos a los que recurra.