01/17/22

LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA. EL HOMBRE NUEVO ONLINE 2022.

https://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/

LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA

Nadie es más que otro si no hace más que otro (Miguel de Cervantes).

El Hombre Nuevo Online.

Hubo un tiempo en el que los defensores de utopías, que resultaron encomiables o nefastas, comprometieron en su ideal tiempo, energía, vidas y haciendas. El final del siglo XX y lo que se lleva de siglo XXI viene caracterizándose  por la agresiva, peligrosa y ruinosa transformación de los luchadores utópicos en clientelas de confortables y tolerantes sistemas de bienestar. La mutación de la democracia en populismo les ha permitido incrustarse en el medio en formas de redes de parásitos que subsisten mediante la distribución de victimismo gregario y se imponen con el chantaje verbal y moral continuo difundido por la incesante lluvia de mensajes y por el pacto implícito con esferas de acumulación de bienes y de manejo de opinión, muy interesadas éstas en mantener el espectáculo antisistema y los coros y danzas de grupos identitarios y eternos agraviados. Las clientelas se saben rentables, disfrutan de audiencia y mejor vivir en proporción inversa a su rendimiento social y son, lógicamente, enemigas del individuo libre y de mérito, trabajo, capacidad e iniciativa. Necesitan, absolutamente, para nutrirse, parasitar y dominar, la imposición de la igualdad gregaria y la abolición de cualquier asomo de excelencia basada en cualidades objetivas, valía y esfuerzo personales. Se llena así el vacío político-social, creado por la desaparición, implosión, caducidad y forzada evidencia del fracaso de los regímenes totalitarios, de las dualidades Malos/Buenos que servían confortablemente de marchamo del club Progresistas/Reaccionarios, Izquierda/Derecha y demás letras escarlatas repartidas a conveniencia según el grado de acobardamiento y pasividad social.

Para salir corriendo (pobres clásicos). Florencia

Naturalmente esto tiene límites, marcados por la final carencia de recursos para alimentar a sectores cada vez más extensos e improductivos, pero ese final  puede darse a muy largo plazo y lo que se llamó estado de bienestar colapsar sólo en zonas más vulnerables por su propia rendición silenciosa a la invasión de las clientelas de la utopía del gratis total, de la diferenciación y de la queja. Aunque los defensores de la etnia semiacuática de Arroyoflaco o de los practicantes de la sexualidad con vegetales y el derecho a la regresión arbórea planteen las indemnizaciones que crean les corresponden por las eras de represión sufridas, es improbable que, llegado el momento, existan fondos suficientes para satisfacerlos.

 

El virus providencial

En el ataque a la conciencia del valor de la vida, individual y concreta, aquí y ahora, de cada ser humano confluyen en los nada felices años veinte del nuevo milenio enemigos de muy diverso signo y época, potenciado esto por un fenómeno epidémico y, a falta de estudio detenido, externo de globalización del miedo y aprovechamiento de la sumisión que carece de precedentes. Se superpuso a un claro esfuerzo preexistente de hacer desaparecer del centro de la atención y de la Historia al individuo libre, de vida limitada, irreemplazable, concreta, sustituido por una especie de antivitruvio, si pensamos en aquella imagen radial, que lo va desdibujando e impone en su lugar simulacros, nuevos dioses invisibles, abstractos, invulnerables, que prometen perfección a siglos vista, invocan mandamientos planetarios y que, mientras, van reemplazando a la humanidad por ganado, bueno para para el pasto, las marcadas tareas y los balidos que llenen de satisfacción a profetas entretenidos en la fabricación de robots.

Sin recurrir a grandes conjuras ni a cerebros maquiavélicos, de forma consciente o inconsciente (una no excluye la otra) nunca se había difundido con tal impunidad la exigencia de la supeditación de las personas, de cada una de ellas, de sus derechos,  bienestar, opciones, forma de vivir cada día, elecciones de felicidad o desdicha e incluso tiempo de esperanza vital a proyecciones utópicas externas coercitivas, imposiciones del sentir y del pensamiento, alabanzas del servilismo y la delación. Comenzó a hacerse con las ficciones duales a partir de la Lucha de Clases y demás credos de Buenos y Malos y demás sinónimos de una cómoda y eterna guerra Bien/Mal en la que cada humano pertenecía siempre a uno de los dos bloques por imperativo prácticamente zoológico. Se trataba de un  razonamiento de gran facilidad y mínimo esfuerzo intelectuales al que acompañan las consignas automáticas recuperadas por lo que se ha dado en llamar lenguaje políticamente correcto y es inseparable de la ofensiva contra el individuo. Son maneras de tergiversar y eludir el análisis de los actos concretos de individuos concretos con sus rasgos específicos, evolución, variaciones y responsabilidades. El salto cualitativo se dio en el siglo XX con los dos totalitarismos, el nazi y el comunista, que no en vano coinciden en su expansión y poder de dominio con la comunicación de masas. Ahí se afincó la dualidad aplicada pronto en beneficio del último, que ha continuado en su ocupación del espacio cultural y el marchamo de superioridad moral hasta hoy y que, aunque por su duración y efectos haya sido mucho más letal que el nazismo y conviva con la realidad de haber causado muchos más millones de muertos, no ha sido objeto de lógica reprobación.

El punto de inflexión se situó más tarde, cuando la dualidad real se desplazó a Parásitos y No Parásitos, es decir, cuando los que en tiempos corrían riesgos e invertían esfuerzos para materializar utopías pasaron a vivir a costa y en los estados de bienestar que denigraban, ejerciendo un chantaje de supuesta superioridad moral apoyada por todo tipo de plataformas culturales. Entró entonces en escena el aliado más poderoso de la sumisión; El miedo. El tercer gran salto. estado de shock incluido, se ha dado gracias a la inestimable ayuda de la mutación y extensión de un virus de la vieja conocida familia de la gripe con variantes por inesperadas más graves y alarmantes. El Covid permitió casi en horas veinticuatro ver cumplido el sueño de cualquier dictador con aspiraciones a totalitario, incluido cerrar durante meses Parlamentos, aislar en sus casas a poblaciones enteras y prohibirles y reglamentarles la comunicación, sustituyendo ésta, lo que ya es sueño húmedo, por simulacros telemáticos que se hizo creer avance perdurable de la técnica nacidos para quedarse y reemplazar a la libre sociedad.

La congelación social vino precedida de todo un despliegue de promoción mediática de consignas de sospechosa uniformidad, que coinciden en señalar al desdichado ciudadano  afanado en vivir a su manera lo mejor posible su fugaz hoy por hoy, culpable de existir y pretender pensar, hablar, disfrutar, comer, amar y desplazarse como mejor le parezca. Para esta ardua tarea de laminación de todos los individuos libres hay que trocear al enemigo, arrancar sus raíces y destruir sus fuentes de memoria. Por ello resulta particularmente útil la eliminación por franjas de edad, de los de más avanzada, que conviene hacer ver como elementos particularmente infectos, infectados, infecciosos y hacerlos salir a horas marcadas. El estigma ya está logrado, es irremediable confundir persona de riesgo con elemento contagioso. Los mayores resultan particularmente molestos porque son memoria viva, escépticos ante los nuevos profetas, poseedores de un acervo de conocimiento y experiencias que desmiente los fundamentos mismos de la nueva doctrina ajena a la humanidad concreta en sí, enemiga del saber, la tradición, la realidad palpable y el presente y necesitada de presentar a la juventud terreno que repoblar, horizonte de hombre nuevo, planetario y verde con reparto de juguetes deslumbrantes de nueva generación.

-¿Cómo logró usted que toda la gente del país lo siguiera en disposiciones tan tremendas, tan aberrantes?– se preguntó durante los juicios de Nuremberg a uno de los responsables de la  política nazi durante la segunda guerra mundial.

Muy fácil: Con el miedo. Si la gente  tiene miedo puedes hacer con ella lo que quieras.- respondió tranquilamente el oficial alemán interrogado.

Y era y sigue siendo cierto. Ha bastado en el siglo XXI el riesgo, no ya de muerte inmediata a manos de nuevos nazis ni ola de Peste Negra espectacular sin remedio, esperanza de conocimiento del origen ni posibilidad alguna de cura, sino de una variante viral de la de la gripe, un virus que lleva y llevará millones de años cohabitando con otras formas de vida en el planeta, para que se instale, de norte a sur y de este a oeste, un general ambiente de agresividad respecto al prójimo como enemigo potencial, una floración de comisarios vocacionales deseosos de denunciar, al más puro estilo de las dictaduras comunistas, a sus vecinos, y una plaga profundamente negra de sumisión al cacique y de renuncia a la libertad, el juicio crítico y los derechos del individuo.

La advertencia sobre los gravísimos riesgos sociales de enfocar la situación como una nueva peste que, terror generalizado y extendido mediante, convierte a cualquiera potencialmente en sospechoso e indeseable y da todo el poder a gobernantes sin escrúpulos, totalitarios y mafias y hace de sociedades e individuos libres sus primeras víctimas ha brillado por su total ausencia. Nunca en plagas anteriores se había sembrado, y utilizado, el miedo a nivel planetario de tal forma, ni se han hallado los ciudadanos en un estado de indefensión, control y desconcierto semejantes frente a las disposiciones de fuentes invisibles, repentinas, indiscutibles y variables que condicionan absolutamente sus vidas nada menos que bajo peligro de muerte.

Lejos de acompañar, de manera simultánea a las disposiciones oficiales, la información adecuada y mesurada sobre la naturaleza del agente patógeno, la inevitable recurrencia del fenómeno y las medidas, (vacunas e higiene) para abordar tales problemas, se han utilizado y extendido el pánico, la histeria, las opciones imposibles, véase el encierro indefinido, y con ello un dominio tan absoluto de las poblaciones como jamás se había logrado en regímenes totalitarios ni se ha alcanzado hasta el día de hoy con el comunismo en China, Cuba, Corea del Norte y aprendices mientras se está ensayando con el populismo étnico, nacionalista, sexista, etc. estilo siglo XXI. No es detalle menor que la más vasta dictadura actual de este tipo, China, ya no se denomine en la prensa occidental dictadura ni comunista sino que haya pasado a ser autocracia. Las palabras no son inocentes, ni lo es que escaseen los comentarios sobre la cuna del Covid y la imposibilidad de investigar su origen. Casualidad sin duda el rechazo a denominar una variante del virus por la letra griega xi, a la que sigue en el alfabeto heleno la o, ómicron La xi se asemeja a la inicial del nombre de Presidente del imperio asiático que siempre se vio a sí mismo como del Medio, hoy en plena expansión hacia los extremos, al que ha vendido Europa, a cambio de la inundación de mercancías todo a cien, la expectativa comercial y la compra de deuda, su dignidad y su independencia.

A pesar de la Peste Negra. Duomo. Florencia.

El volumen del miedo y disposición a la servidumbre, circulando a pleno galope por la red de comunicaciones moderna, y la parálisis y confinamiento de los países afectados no significan que la epidemia del Covid haya sido ni mucho menos el fenómeno más letal y la mayor ola de seguidismo irracional de masas que se recuerda: En el siglo XX la Primera Guerra Mundial desató una masacre colectiva absurda excepto por los intereses que la aprovecharon y dejó países en principio civilizados cubiertos de cadáveres rajados por bayonetas, gaseados, comidos por los parásitos, el frío y el lodo. La mal llamada gripe española no se quedó atrás, la tuberculosis, hasta el descubrimiento de los antibióticos, segó millares de vidas mientras las vacunas y la simple higiene han salvado innumerables; y las doctrinas totalitarias tienen en su haber millones de muertos, sin que los hombres civilizados hayan decidido rechazar, combatir las causas ni denunciar crímenes, estupidez ni fanatismo.

 

La mercancía del miedo

Lo pintaron, pero no se rindieron al miedo. Caravaggio. Florencia

La capacidad mercantil del miedo no es, ciertamente, nueva. El miedo vende, como bien sabe el periodismo. No se compra un periódico lleno de buenas noticias, pero, aliado con las técnicas de comunicación, esa mercancía vende mucho más, su rentabilidad se multiplica exponencialmente. La pandemia desciende sobre poblaciones que invierten gran parte de su dinero y atención en el estado y la apariencia física, en dietas, belleza, mimo del cuerpo y ropa de marca. Dios está aquí y se lleva puesto. Los enemigos del aspecto saludable son doblemente enemigos y los testigos visibles del deterioro de la enfermedad  o la vejez deben ser ocultados o mantenidos a la mayor distancia.  La confusión y los gobiernos de caciques han permitido además con la pandemia la floración de múltiples negocios, grandes ingresos, mafias, fraudes, estafas, cohechos y la constatación de que objetos de fácil fabricación y escaso coste, como mascarillas o desinfectantes, no se hallaran en el mercado y hubiera que importarlos de otros países. Como China.

Muy mayor negocio  ha sido, es y pretende ser la absoluta y fulgurante  imposición online, para gran alegría de empresas del ramo, programadores y comisionistas estatales o privados y con carencia absoluta de críticos, porque ¿quién se atrevería a pasar por desfasado reaccionario que añora épocas de atraso y es incapaz de apreciar los milagros de los nuevos tiempos?, ¿y las cuantiosas ayudas económicas que para ello la generosidad de los gestores universales le ofrecen?

El paso del miedo al pánico se mide por la percepción del agente de la pandemia como una especie de diminuta bestia rabiosa suelta que transmite su veneno fatal por la respiración y vapores de cualquier prójimo. Esto se traduce en la indefensión y desconcierto totales e inevitables. La racionalidad ofrece panoramas más templados  y desde luego mucho más lógicos y prácticos. Véase la visión de la vida como el micromundo de seres unicelulares, bacilos, virus, bacterias, microbios, que coexiste desde siempre, y por siempre, con otras formas, el macromundo, en el que se sitúa la especie humana, con interacción y reacción variable de ambos entre sí, en formas tan distintas como el bacilo de Koch, responsable de la tuberculosis, o las bacterias indispensables para la existencia del hombre a las que se debe, por ejemplo, la fermentación.

El Covid ha sido una pandemia de terror global porque había medios para ello. Era un miedo difundido y renovado en cada disposición, dato y día, acompañado por la indefensión completa, puesto que se inserta en un elemento absolutamente nuevo en el planeta: El sistema de comunicaciones informático. Y éste, que en principio debería haber actuado sólo como factor de apoyo positivo, ha multiplicado exponencialmente los daños sociales y políticos del Covid a causa de la gestión y porque se inserta en poblaciones que, previamente, se hallan en la situación de dependencia, no más peligrosa pero sí mayor, que la humanidad ha vivido jamás con el advenimiento de la telemática, que, al tiempo que sus indudables beneficios, tiene un lado oscuro: Su utilización de forma particularmente espuria y totalitaria.

 

El gran timo online

Moisés recibiendo los Mandamientos (sin online.). Florencia.

De repente, y con voluntad de permanencia, se ha privado al común de los ciudadanos de la atención directa, so pretextos profilácticos que no corresponden sino a un abuso permanente de las circunstancias, de la confusión y de ese excelente cómplice de todas las vilezas que es el temor. Robots, cintas grabadas, mensajes de correo sin posibilidad de respuesta, llamadas a números de teléfono que no responden jamás, soberbia, prepotencia y falsos pretextos de ocupación desbordada, desprecio del infeliz que intenta obtener la antes eficaz y rápida atención médica y que se encuentra con citas a más de un mes vista, organismos en los que donde había seis empleados hay dos o uno visiblemente inactivo pero que exige cita previa, fechas para vacunas de la vulgar gripe que se dan con más de treinta días vista so pretexto de agenda de enfermería completa y que cuando el citado al fin acude comprueba que es el único representante de la supuesta apretada agenda, desdichados que piden recetas de medicamentos necesarios y se encuentran con una especie de antidisturbios bloqueando la puerta y al habitual y conocido empleado transformado en furibundo cancerbero, organismos oficiales que funcionan visiblemente a ínfimo rendimiento, sospechosa unanimidad en las alabanzas al online y en el crudo hecho de que en absoluto reemplaza a la atención presencial, que se aprovecha y se quiere aprovechar para una amputación brutal de servicios y una segregación de la población y, que, en cambio, ha anulado la responsabilidad individual, no hay recurso posible ni respuesta y que jamás el individuo ha estado a tal punto indefenso ante la dictadura de dictadores invisibles.

La pesadilla burocrática, véanse los viajes y aeropuertos, a golpe de documentos noreply de inatacable estupidez binaria, el manifiesto desprecio e imposición a las personas concretas favorecen reacciones inútiles y negativas de rechazo a vacunas y a medidas aconsejables porque se produce un efecto de válvula de escape ajeno a la lógica y producto de la imposibilidad de control, de la impotencia ante la manipulación de la existencia cotidiana dispuesta por gobiernos ávidos de recibir dádivas y alabanzas de los señores que rigen y dosifican energía, autómatas y datos. Mientras, en las calles intentan conseguir empleos  y alimentos miles de seres humanos en paro que ofrecerían los necesarios atención y servicios, a los que se suman olas de emigración nada telemática. En la práctica, los ruidosos grupos antisistema son extremadamente útiles porque canalizan la atención, rechazo y reprobación de la opinión pública, que ve en ellos defensores del contagio y desahoga el volumen de agresividad y frustración acumuladas.

La maniobra de manipulación y sumisión de masas goza sobre todo de la mayor impunidad, está blindada ante el más mínimo ataque porque toda crítica y análisis de la opresión que ha provocado automáticamente se deriva al vertedero de los vomitados por la historia, de los incapaces de adaptase a la era luminosa del Progreso y sus ineludibles avances que permiten posibilidades jamás soñadas. Y son, además, cambios absolutamente irreversibles.

 

La dictadura invisible

La realidad es que se ha impuesto, de la forma más antidemocrática posible, el online como sistema de comunicación exclusivo, aunque no sea sino un recurso más que debía adaptarse a las necesidades y servicio de ciudadanos. Con una mezcla de papanatismo provinciano y afán de captar subvenciones basadas en la mutación telemática, se ha dejado a millones de personas en estado de necesidad y carencia, impotentes y atemorizadas, amordazadas además física y psicológicamente por la vergüenza de ser tachadas de incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y de ser torpes rémoras del progreso. Son por millares víctimas de un robo legal y cotidiano que ni siquiera pueden denunciar. Se hace en silencio e incluso con sonrisas. Coexiste el tratamiento online de apestados con las campañas de los bancos, pródigas en anuncios y carteles con sonrisas y ofertas de cariñosa atención simultáneas de unas directivas dignas de los lazaretos medievales para rechazar al usuario, limitar su entrada, blindar el recinto, reducir a mínimo horario y servicios, eliminar empleados y oficinas- Todo esto en un sector, el bancario, cuyos trabajadores gozan de un horario reducido de verano de seis meses amén de diversas ventajas fuera del alcance del común de los mortales.

Peor que el Infierno: El de la estupidez. Florencia.

El individuo sobra. Hay respecto a la población franjas de él más eliminables o despreciables que otras, las de mayor edad, y esto es bienvenido por las clientelas de la grey victimista de nómina y por los caciques, y el Cacique. Les hace sitio y, con su presumible pronta desaparición, minimiza gastos de mantenimiento. Clanes y clientelas de nómina imperan. Ahora bien, el canon del mínimo común denominador intelectual tiene sus límites por mucho que se lleve haciendo un intento tras otro de eliminar todo saber, conocimiento y humanismo de los estudios y se prohíban la reflexión y la memoria. Como ocurre con la economía, la resistencia de materiales no es infinita y hay un derrumbamiento final del país famélico, carente de recursos materiales y humanos. Pero hasta que se alcance ese límite del canon de la estulticia y mediocridad como norma puede transcurrir bastante tiempo y mientas hay espacio clientelar para algunas generaciones que disfrutarán de todo tipo de juguetes tecnológicos.

Excepto de la libertad y la cuota de incertidumbre e irremediables sentimientos de soledad y tristeza inherentes a lo humano, y de la felicidad de no deber lo que se obtiene sino a sí mismo.

Infierno: El más indiferente. Florencia,.

 

Tiempos de genocidios light

El genocidio light, que tiene la bandera verde, de un verde un tanto lívido porque el reverso de los inacabables bosques del planeta futuro es la deseable desaparición del idílico y sano panorama de cuantos no cuadran en la perfección juvenil y deportiva, ha encontrado su grande y segunda oportunidad, después de los programas de eliminación física y los burdos intentos totalitarios del siglo XX: Sobran cuantos no vean números diminutos en pantallas diminutas, sobran los que no tabletean con agilidad en pantallas, sobra el que no ofrece la feliz imagen de dar corriendo vueltas a la manzana provisto de zapatillas de marca, está de más el de lectura y dicción de online precarias, por no hablar del osado y por fortuna raro contestatario que se atreve a dudar de la deslumbrante bondad y acierto del sistema. Molesta además especialmente por densidad comparativa, por la constatación de que posee autonomía de pensamiento y un almacén personal de saberes de los que al veloz interlocutor se le ha privado por abolición de estudios y del concepto de superioridad y excelencia de los conocimientos.

  • El indeseable ciudadano que ha perdido el look de la juventud es expulsado de cada metro de reciente asfalto con el que se impide el paso del transporte con el fin de construir en ciudades grises desiertos parameros e inmensas aceras innecesarias donde antes había seguridad, tráfico, posibilidad de desplazarse y animación urbana. Porque la ciudad, con su plural oferta y animación, es la libertad. La epidemia ha dado su oportunidad de oro a la ola de desprecio, hostilidad y eliminación de percepción y contacto con la que se trata a los mayores. Existen muchas formas de exterminio, en pequeñas dosis, maquilladas por campañas de solicitud gregaria oficiales. La  eutanasia, en tal contexto, será muy bienvenida, los suicidios difuminados en el hastío del abandono y el rechazo. Hay que hacer a los que no dan la imagen del Hombre Nuevo online la vida tan incómoda como sea posible, atizar la segregación, sacralizar al espécimen joven del nuevo mundo telemático regado de alabanzas y subvenciones. En el viejo se ve la imagen lamentable de lo que se llegará a ser, de lo que la propaganda de la juventud impecable, eterna y sin memoria niega. Toda agresividad, desdén, omisión son pocas, como saben muy bien las oficinas bancarias, los servicios públicos, las entidades y recepcionistas de servicios médicos. Los dioses Futuro, Online, Planeta Verde, Porvenir Climático exigen sacrificios, la pandemia providencial ha acudido en su ayuda, el Hombre Nuevo carente de pasado y de recuerdo se multiplica en los jóvenes.

Antes de que el comando igualdad de género lo destroce. David, de Miguel Ángel. Florencia.

A éstos la dictadura invisible les ofrece y ofrecerá compañía garantizada y gratificación instantánea. A ningún régimen totalitario le faltaron juventudes fanatizadas. El más torpe de los dictadores sabe acomodarse y sacar partido de ellos. Mayormente en un país colgado, como probeta de experimentos mal conseguidos, al extremo occidental de Europa y que es en ella la nación fallida, débil, irrelevante y patética, única que rechaza nombre, símbolos, lengua propia, historia y bandera, envidiosa con razón de su vecina Francia, defensora de su falsa Leyenda Negra, miembro mendicante de la U.E y que tiene como presidente un maniquí huero al que nadie votó en elecciones generales y que se apoya en el desecho de terroristas reciclados y en clientelas ansiosas de desguazar el país. La dictadura invisible online no admite reclamaciones, es blindada, abstracta, anónima  e invulnerable. El cacique presidencial es el mascarón de proa de las clientelas parasitas tras el que se apiña, con aplausos, la tropa tragaperras, que tintinea consignas -a -o cada vez que se introduce en sus ranuras el sueldo.

El maniquí modelo Hombre Nuevo cuenta con  tres amigos: la Trinidad: Planeta, Futuro y Progreso a la que se suma el caprichoso dios Climático, que garantiza la irresponsabilidad del Líder y su distanciamiento de cuanto pertenezca a lo presente, inmediato y comprobable. No hay culto más cómodo ni dioses más inapelables. A más vacío personal y mayor capacidad de fraude y flatulencia ideológica mayor devoción espectacular por cuanto se sitúe a siglos, milenios, millones de años vista. El parásito se sabe en ese terreno libre de dar explicaciones a críticos y adversarios y dueño de repartir a sus fieles huestes larguezas. Planes, proclamas, promesas, expolio de bienes y derechos, leyes y normas diarias y abundantes, disposiciones arbitrarias y contradictorias, invocaciones, prohibiciones, sacrificios, todo se justifica en el ara del dios Futuro, del dios Planeta, del dios Progreso, del sagrado Cambio Climático. No hay medio ni posibilidad alguna de comprobar cuanto el Líder proclama, de acomodar sus disposiciones al presente, de introducir en la escena del hoy y el ahora al ciudadano y su breve vida. Ninguno de tales dioses existe como tal y su misma entelequia los protege y da a los líderes invisibles y a sus representantes patente de corso para hacer y disponer cuanto quisieren, desparece el presente, lo único real y cierto, para ser sustituido por imágenes virtuales futuribles y profetas que evangelizan, en un rasgo de conmiseración, a los torpes mortales apegados al disfrute de los bienes y alimentos terrestres de su día a día.

La pasividad de poblaciones narcotizadas por la difusión del miedo no impide, sin embargo, la percepción del esbozo de sociedad que se está intentando imponer: No es el mundo en el que se desearía vivir sino la antítesis del proyecto democrático que con tanto esfuerzo se había ido materializando, el de derechos y libertades individuales, valoración de la excelencia y el mérito, admiración por la belleza, la inteligencia, las obras sublimes de la investigación y del arte, los logros del trabajo y del esfuerzo.

Lo que apunta es el lado más oscuro del empleo de la ciencia, el menos democrático, en el que un abismo separará al individuo del común de una élite provista de contactos, fondos, tarjetas oro y express y equipos de asesores que resolverán para ella cuantas gestiones presente la vida diaria. Es una élite de físico y nacimientos seleccionados por especialistas en genética que les asegurarán la vida a la carta, la ausencia de defecto alguno y la previa eliminación de cuantos no consideren humanos, dignos de respirar ni de pertenecer a su núcleo dinástico. La élite planeará, sin mancharse, sobre el confuso enjambre de la plebe, lucirá, en el caso de que quiera reproducirse, bebés impecables y no tendrá jamás el menor problema de gestiones, pagos y suministros, no existirán para ella robots telefónicos, silencios, noreply ni esperas y, con sorpresa genuina, sabrá a veces de las angustias de cuantos habitan los tan lejanos mundos exteriores. Entonces verificará el móvil que lleva como un escapulario y lo considerará una transmisión defectuosa.

Naturalmente hay un olimpo, y en él profetas y gestores de felicidades virtuales disfrutan, además de de los bienes de este mundo antes de que lo cubra el uniforme tono verde, del mayor de los placeres: El dominio total, aquel que los dominados agradecen y alaban, pasada ya la línea de la crítica, la perplejidad, la rebelión y el sufrimiento e instalados en las tierras del olvido de lo que en el pasado fueron y sintieron.

La utopía recuperada

La sustitución de una forma de vida y un sistema razonablemente libres lleva camino de aprovechar las circunstancias para instalar de forma permanente un nuevo totalitarismo anónimo, una fusión, más que revival, del nazi y el comunista, con la dualidad masa/élite blindada por la aparente neutralidad de la ciencia y los inmensos avances y beneficios que ésta ha procurado. Esos mismos descubrimientos, la complejidad alcanzada, hacen el manejo de lo que concierne a su vida diaria ajeno e inaccesible para la mayor parte de la población, que debe remitirse a su uso y dar las gracias por el milagro de la comunicación y la información instantáneas. La toma de disposiciones sin la menor participación de los interesados, y contra su voluntad, beneficio e intereses ha introducido riesgos gravísimos de un tipo de dictadura y control telemáticos que exige la anulación de cualquier otro medio de expresión, representación y contacto. Se plantea pues una tarea nueva, por demás insólita: Recuperar la utopía.

La Belleza existe. Botticelli. Florencia

En este caso se trata, y sería la primera vez que tal fenómeno se produce en la Historia, no de luchar por una utopía inédita, sino de recuperar la más feliz forma de vivir que, sin rechazo de los progresos actuales y con plena conciencia de la historia reciente, reivindique sin complejos ni temores de exclusión, omisión ni ostracismo, las formas de relación personal y laboral que se intenta erradicar y sustituir por opciones mecánicas vacías de responsabilidad personal y de calidad humana. Se trata, en esta época gris, de la utopía de reemplazar la envidia y el odio a la excelencia por la abrumadora alegría ante la superioridad ajena, por la plataforma que ésta a todos ofrece de despegar de la angustia, mezquindad y de los males inevitables. Si, por poner un ejemplo, la ciudad italiana de Florencia fue capaz, en el siglo XIV, a pesar de la feroz Peste Negra de 1347, que mató a más de un tercio de la población, de alcanzar la cumbre de un arte que llamamos renacentista y edificar la maravilla del Duomo de Brunelleschi, grabar las puertas del Baptisterio de Ghiberti, pintar y esculpir los infinitos tesoros de la Galería de los Uffizi, de la Galería de la Academia, si lo hicieron Miguel Ángel, Botticelli, Leonardo, Fray Angelico, Rafael, Caravaggio, con el olor reciente de la muerte, el terror y la pérdida, es posible que poblaciones que han sufrido infinitamente menos salgan de su estupor, rechacen la sumisión y el miedo, afronten la vida y la posibilidad de crear y sentir, más allá.. Lo hicieron otros hace siglos, en condiciones y con existencias mucho más duras y breves, y  supieron, sin embargo, dejar para sus contemporáneos, para nosotros y para sí mismos, una porción de eternidad.

Rosúa

Madrid, enero de 2022.

 

 

 

 

06/7/21

Homenaje al homeless

HOMENAJE AL HOMELESS (En inglés persona sin techo)

 

La acción ocurre en un aeropuerto de Londres, llegadas internacionales, junio de 2021.

Los cansados viajeros hacen cola ordenadamente para que, pasados los controles de inmigración, policía y sanitarios, puedan acceder a Gran Bretaña, en la versión reducida que el Brexit impone, y tomar sus vuelos internos de correspondencia. Hay retraso y, parafraseando en versión light a Mao Tse-tung, cierto desorden bajo los cielos.

Visión profética de una terminal de aeropueto

Inglaterra remoza el rule Britannia y decide marcar al orbe su diferencia: Sólo entrarán los que muestren pruebas innumerables, antes, durante y semanas después del vuelo, de que no están infectados por el virus maléfico, ese germen de una gripe virulenta regalo del todo a cien chino que ha sembrado en la antaño libre Europa (y en el resto del Globo) la plaga de la más completa sumisión, del Estado de Sitio a la carta de intereses políticos, de la desconfianza y miedo al semejante y de la certidumbre para los gobiernos del poder sin límites respaldado por el pálido terror a la muerte.

«1984» en un teatro de Londres. Orwell siempre actual.

Justo cuando la muerte estaba tan olvidada, cuando era de tan mal gusto aludir a la ineludible fecha de caducidad de la vida, cuando las matanzas, hambrunas, estúpidas guerras, crímenes terroristas sea ocurrían lejos, sea se hacía cuanto era posible para que se olvidaran o disolvieran en la adoración de dioses abstractos, sin relación con el individuo concreto de aquí y ahora, dioses nuevos tan lejanos como inapelables: El dios Futuro, el dios Planeta, el dios Verde, el dios Climático, el dios Género. Nunca los dictadores, los totalitarios y sus aprendices dispusieron de liturgia, ritos y parroquias más cómodas.

Vino, además, como otras veces pero repleto el cargador de infinitamente más impunidad y miedo, el virus del Celeste Imperio, cabalgando en las máquinas del Apocalipsis, plantando los cascos sobre individuos encerrados y abrumados que ya no contarían como tales y pasarían a ser estadísticas, cifras, franjas de edad, potenciales enemigos.

El homeless hacía cola en el aeropuerto, provisto, como único bagaje, de su tarjeta de identidad británica. ¿Dónde están sus pruebas, documentos preceptivos, abundantes certificados, todos adquiridos y luego enviados al móvil con profilaxis exquisita, paquetes de test dejados en el descansillo para que no haya contacto físico ninguno, batería de prescripciones legales que permiten o impiden la entrada en el país?

-No tengo dinero para pagarlos.

En la cola de cansados y hambrientos viajeros (porque tampoco la profilaxis permite que el bar ni el avión suministren comidas o bebidas) comienza a cundir la impaciencia, aún moderada por la reserva británica.

El bobby (guardia inglés) mantiene la flema que de él se espera. No en vano recibió su bautismo de fuego en horas de soportar, a pie firme, la curiosidad de los turistas. Recorre la cola una ondulación de indignación contenida y temor a perder las conexiones mezclada con inconfesables deseos de que se elimine, de la manera que sea, al homeless y con todavía menos confesable envidia respecto a ese tipo que no ha pagado nada ni ha hecho nada de lo que ellos han estado obligados a hacer.

El guardia, esfinge añil y afanosa, apunta en su librera y pasa al apartado siguiente:

– ¿Dónde pasará usted la cuarentena? ¿Domicilio?

– No tengo domicilio.

La onda, en la cola, se manifiesta en toses, carraspeos, arrastrado de pies, miradas ansiosas hacia el reloj, el panel de vuelos y el lavabo.

El homeless parece compadecerse, reflexiona. El bobby repite su pregunta;

– ¿Domicilio? Debe darme un domicilio.

– Bueno, tal vez vaya a casa de unos amigos….

El bobby apresta bolígrafo y libreta, olvidado, por lo crítico del momento, de las ventajas del online y del programa informático que debería contemplar, pero no lo hace, la situación.

– ¿Dirección de sus amigos? ¿Calle? ¿Teléfono?

– …Es que es posible, muy posible, que no estén…O que no les venga bien alojarme. De hecho, hace tanto tiempo que no los veo…

El bobby deja caer el bolígrafo, pero no la mecánica del procedimiento.  En la cola cunde ya el franco desánimo de las irremediables catástrofes. Mientras, la sala se ha ido vaciando de otros empleados y de viajeros. A nadie se puede recurrir, los mostradores son lanchas de salvamento vacías, abandonadas por capitanes de líneas aéreas insensibles al hambre, sueño, cansancio, sed de los viajeros que empiezan a plantearse cómo se sentirían los leprosos en su lazareto medieval. Alguien, que pretendió alegrarse el viaje antes de comenzarlo con dos whiskeys, sueña con un inmediato futuro de reducido grupo de personas que deambulan en la soledad nocturna de calles sin comercios ni restaurantes -ubi sunt los pubs?- y van cayendo junto a las puertas cerradas, no víctimas del virus, sino del desfallecimiento y la repugnancia que leen en los ojos de los escasos semejantes.

– ¿Otro domicilio?-insiste el bobby.- ¿Su familia?

– – Mi madre. La casa de mi madre.

Corre por bobby y cola un hálito de esperanza.

-….pero mi madre ha muerto.

Desesperación general.

By by mi vuelo

Para colmo, el homeless no despierta compasión alguna. Es un hombre en la treintena, bien parecido, con aspecto de moderada salud, ni escuálido ni andrajoso. Ha, visiblemente, decidido vivir al margen. El reducido grupo de viajeros que ha ido quedando en la sala desierta le desea, fervientemente en el fondo de su corazón, aunque nunca dejarían tal deseo sobrenadar hasta la superficie de su conciencia, que coja el coronavirus, que lo pase muy mal, que vague por calles inhóspitas y sórdidos garitos, que, si no tiene dinero ni trabajo, pase hambre. El homeless no es una incomodidad, es un insulto, una visión de que hay libertades, que se pagan a muy alto precio, que les están vedadas. Como si el hombre sin casa ni dinero poseyera llaves que ellos ignoran, que ellos de ninguna manera querrían usar pero que ponen en tela de juicio el perfecto armazón de seguridades, de tarjetas de crédito, de relaciones influyentes, clanes familiares, clanes bancarios, Uno de los frustrados viajeros, que ha perdido por culpa del retraso su vuelo doméstico, se siente, y lo manifiesta, particularmente indignado, derrocha educada elocuencia con cuanto empleado atisba, apenas ninguno. Él es un británico que acaba de perder, además del vuelo, la ocasión de materializar de forma inesperada su vocación de auxilio social a los desfavorecidos que ha ejercido desde la adolescencia en diversas organizaciones benéficas, muy bien reglamentadas, y que se indigna y predica contra las injusticias y la pobreza en el mundo. Justo es reconocer que este desfavorecido no  parece acomplejado por ello y, tras ser conducido por el bobby a la puerta del aeropuerto como única opción a la excepcionalidad del caso, se funde con el silencio de las ocurras calles de la periferia de Londres. El inglés con fuerte vocación benéfica continúa pidiendo justicia y asistencia para él y su pareja sin el menor éxito. Su compañera, una dama con sentido práctico y de posibles, lo rescata y conduce al alojamiento que les permita tomar, al día siguiente, otro vuelo.

Entrar en Londres y después morir

Estamos en junio, no hace demasiado frío y las noches son cortas. El homeless camina sin prisas Si llueve será un chaparrón; ya se meterá en algún sitio. Está en el país en el que, finalmente, como suyo, no puede negarse la entrada a un individuo. Está en casa.

Todavía tú estás.

ROSÚA

04/4/21

CIVILIZACIÓN 3 DE ABRIL 2021 SÁBADO DE GLORIA

CIVILIZACIÓN, AL FIN.

Madrid, 3 de abril de 2021, Sábado de Gloria

El lugar de la cita para recibir la primera dosis de la vacuna contra el virus se alza en un territorio de amplio horizonte que parece de reciente repoblación. La fila es muy larga, serpentea hasta perderse de vista, dibuja los bordes de un mapa de esperas, ya desde hace un año, de esa vacuna que es lo único que puede dominar la pandemia, rodea el novísimo Hospital Isabel Zendal, levantado en un tiempo récord por la Presidenta de la Comunidad de Madrid para atender a las víctimas del Covid. La organización es sin embargo, como el transporte, impecable, la corriente no se detiene, la franja de citados, centenares, miles a la larga, corresponde a personas que pasan de setenta años.

De repente existo. Yo, que se supone que no cuento para nadie según los criterios sociales establecidos y que vivo una vida solitaria en extremo, he comenzado a existir en el territorio, el país, la ciudad que habito. Y más allá de existir, de mi propia y tan limitada existencia, experimento, con fuerza que parece multiplicada por la amplitud del horizonte y por cada uno de los que esperan, un sentimiento totalmente nuevo, amplio, abierto, luminoso, grato;: El orgullo del lugar, de los seres y de la especie en los que me hallo. Estoy viviendo un momento histórico, único, jamás recordado por nadie de los presentes, nunca experimentado por todos los individuos sin excepción, mucho más que una guerra o una catástrofe económica. La pandemia, letal, indiscriminada, veloz, ha sido la señal del comienzo de una carrera  para salvar personas de la muerte. Ha producido, también, vilezas y carroñeros en su camino y dado la justa medida de los peores parásitos, pero, por encima de todo, el sentimiento que despierta esta mañana del Sábado de Gloria de 2021 es el orgullo. Orgullo de pertenencia a un vasto grupo, un remanso de la Historia en el que lo que es la auténtica civilización brilla, la que consiste en valorar cada persona y su vida, sin otro criterio. La fila está compuesta de seres físicamente limitados, enfermos, débiles. Son personas, y basta. Exactamente eso es civilización, ahí se alza el escalón enorme que separa al individuo de la servidumbre a la supervivencia de la especie, del ciego instinto que forzosamente rige el reino animal. Ahí, en cada uno de los que deben ser salvados, vacunados, con todo el esfuerzo que ello supone, está la chispa en la que, de manera confusa pero persistente, sabemos que arde lo mejor de la condición humana.

Frente al Hospital se han sembrado nuevas plantas, todavía unas hojas y un tallo. El metal claro de la cúpula parece haber posado ayer su nave extraterrestre, porque la rapidez de su instalación es asombrosa. El blanco, negro y gris de los interiores no producen frialdad sino la tranquilidad del acceso a un espacio seguro, estable, aireado, cúbico. Los brazos de la ciencia, cubiertos de batas y guantes y rematados por el punto final azul de las jeringuillas, son la meta de un largo camino, de meses de expectativa y tierra de nadie. La pandemia arrasó con los calendarios, se burló de las agendas y los relojes, hizo del tiempo y las fechas señaladas un baldío estéril donde nadie osaba plantar una esperanza. Los brotes, frente al hospital, sin embargo crecen, la fila avanza, entra en el recinto, es bien recibida y orientada. Y, finalmente, en el corazón del miedo se clava una jeringuilla azul.

Sabemos, lo enseñó y aún lo enseña, lo que hubieran hecho con los que están en este fila los regímenes totalitarios, sabemos el desprecio que hacia ellos mostraron políticos indignos y chamarileros mendigos de la imagen. No han vencido. Ahí están muchos otros, sanitarios, gestores, políticos eficaces y decentes, laboratorios que han colaborado, intercambiado, quemado las pestañas y las etapas y gente del común que sin decirlo ni escucharlo sabe que no tiene derecho a disponer de otra vida. Sabemos lo que hubiera ocurrido con los de esta fila en otro marco y circunstancias, nos lo enseñó el siglo XX, y aún brotan y brotarán adeptos a su eliminación, al afán de marcarlos, de una forma u ora, con invisibles estrellas amarillas distribuidas, probablemente, online.

Las personas de la fila sienten alivio y agradecimiento. También cansancio, resignación y premura. A veces reflexionan en voz alta sobre su suerte. No saben hasta qué punto es grande la dimensión de ésta. Por experiencia directa alguien de la fila, que esto escribe, recuerda el contraste del tratamiento y medios con el de otros lugares y países, aquél donde una rata atraviesa la sala de consulta del médico, donde la suciedad pública es norma y se defeca al raso a lo largo de las vías del tren mientras el gobierno lanza satélites, naciones ricas en mercancías y prepotencia pero donde el tratamiento para un cáncer es de pago y la vida, la muerte y la libertad  no están sujetas a las leyes, lugares donde al enfermo por la pandemia sólo se lo hospitaliza si abona cantidades de dinero fuera de su alcance.

Las personas citadas  para la vacunación, gratuita, en ese hospital de la periferia de Madrid que ha surgido en tiempo récord, como un milagro, ignoran que la isla de limpieza y eficiencia en la que se encuentran es rara y vulnerable,  reposa sobre una base detestada, erosionada por quienes sólo buscan arrancar dentelladas del  magro presupuesto del país y cavan túneles para multiplicar despachos y cargos. Se da hasta tal extremo por adquirido y perdurable el bienestar que no se advierte su fragilidad, que sus cimientos, aún firmes, reciben las oleadas de la más antigua y mezquina de las pasiones: el odio a la excelencia, que invade de tal forma a sus portadores que no deja en ellos resquicio para el si aprecio de los hechos, del bien, de sus semejantes. Y  transforma a los atacantes en desdichados seres insensibles a la nobleza de la auténtica solidaridad humana, de la que su furor igualitario es un triste remedo.

Pero hoy el horizonte es amplio, cada cual recibe la porción de vacuna que puede salvar su vida, es tratado con atención y con respeto. Y alguien recupera el orgullo perdido de pertenecer a su especie, de vivir en lo que sí merece el nombre de civilización.

  1. Rosúa

 

02/12/21

LOS DIOSES MALOS

Los dioses malos

Hombre-Reptil-Mesoamérica

En Madrid, febrero 2021.

Dios Murciélago-Mesoamérica.

Sorprendente sorpresa la manifestada en medios de comunicación (prácticamente todos), comentaristas, analistas y público ante el curioso grado de violencia, polarización, agresiones y ataques de todo tipo a la estructura y símbolos mismos de los países que se consideraban cuna y referencia del Estado de Derecho, la libertad y la prosperidad. La ebullición de una materia desconocida parece haber hecho saltar la tapadera en lo que se solía llamar Occidente: Europa y Estados Unidos. Simplemente afloran de forma simultánea, en diversos grados, la parroquia y cosecha de los dioses malos, que han venido predicando, en el silencio cómplice y medroso general, la destrucción del individuo, la de la justicia igual para todos y la eliminación de raíz de la creencia en el valor de cada ser humano. El individuo ya no es sujeto ni centro de política, filosofía, jurisdicción, pensamiento, y, por lo tanto, tampoco es responsable de sus actos, irreemplazable, libre ni único. Lo sustituyen conceptos ajenos a su valor personal y a sus obras. A este giro copernicano de la percepción, e imposición, social sirven, con ejemplar sumisión, las empresas mayoristas de distribución de tópicos. A ello se suman, sea países que se suponían en la órbita del cambio y que, sin embargo, parecen entregados a una violenta regresión, sea otros en el muy mal llamado mundo árabe, que hicieron un conato de huida hacia la modernidad y no se reponen de la caída tras el frustrado salto. Oriente entre tanto observa. Algunos conscientes del mejor vivir que les ha procurado la adopción de sistemas y principios que vinieron del oeste pero que tienen categoría universal. Otros enquistados en la gigantesca réplica del tradicional y déspota señor feudal, aquél que rebosa de mercancías y bienes, pretende modernidad pero que, en el fondo, no ignora que impera sobre vasallos, no sobre ciudadanos. La extrapolación, imposición y blindaje supremacista del poder informático han venido, además, a resultar herramienta de valor inapreciable para la implantación, acelerada en su curso, de la sociedad sin individuos, extraída de éstos la médula de su valor puesto que carentes de responsabilidad personal. La voluntaria ceguera occidental respecto a los derechos humanos, que se evita cuidadosamente mencionar mientras se aplaude la previsible renuncia a su defensa y el afable acomodo con la República (todas las dictaduras afirman serlo) Popular (título, junto con  Democrática, igualmente reivindicado por todo totalitarismo que se precie) China, es buena muestra de ello.

Olvidados y aplastados. China. Tien An Men 1989

Parroquia, diezmos y primicias.

Es hora, sin mayores subterfugios, de que la parroquia de clientelas del victimismo subvencionado, de la utopía a cargo del presupuesto reparta entre los que no lo merecen el botín de lo que nunca sus miembros se ganaron, y para ello necesitan destruir definitivamente al individuo, anularlo, aplastarlo, enmudecerlo, hacerlo desaparecer en fin como finalidad y referencia de lo que es genuinamente democrático, enterrarlo bajo un entramado de cubículos gregarios cuya existencia se justifica y prioriza, en un razonamiento que es pura animalidad. El sujeto pasa a ser un puñado de la masa anónima que se moldea a voluntad y se elige, según convenga, por rasgos colectivos, físicos, étnicos, biológicos, geográficos, ajenos a la personalidad, voluntad,, hechos, méritos y obras de cada persona en sí. La democracia  parlamentaria, que ni fue ni quería ser un dios pero sí es la mejor defensa contra las tiranías, el mejor espacio para los ciudadanos, ha sido sido sustituida por su remedo, una ficción chillona, inquisidora, totalitaria y amenazadora que es exactamente su polo opuesto y la más completa y blindada garantía de servidumbre. La lluvia de incongruencias y despropósitos es tal que no halla respuesta ni apenas se percibe. Pero no se trata simplemente de estupidez, error o incompetencia. Siempre hay beneficiarios activos y pasivos. Se nombra, alaba, concede el premio Nobel, condena o juzga en función del color de la epidermis, de la tribu urbana o provinciana de origen, de si se es transexual, homosexual, mujer o miembro de la secta que más votos prometa. El nombre y apellidos, la singladura vital, la identidad real no son sino aditamentos al icono ofrecido a las cámaras y cuyos atributos responden a los de una sociedad anónima.

La revolución de nómina. Aspirantes a clientela.
Madrid, 2011

 

El evangelio de los dioses malos

Naturalmente el alma misma que, con todas sus desviaciones y retrocesos, animaba a los sistemas occidentales, los Derechos Humanos, las ideas de superior categoría de la verdad, la libertad, la justicia y el respeto debido a las personas por ser tales, sin distinción positiva o negativa en función de rasgo alguno, no tienen cabida en el evangelio de los Dioses Malos, en el culto a la fragmentación, a la diferencia y a la confrontación, indispensable ésta para justificar el asalto al inmenso botín que representa el Estado en sí. Se trata de un evangelio antagónico a los valores gracias a los cuales se han construido con esfuerzo civilización, progreso y un bienestar superior al nunca logrado antes. El antagonismo revierte en el culto al mínimo común denominador en todos los sentidos presentado como igualdad, en la instalación ubicua de tipos de censura patentes, oficializados o, apenas, encubiertos, potenciados con una rapidez inesperada por la pandemia de 2020-2021, que ha ofrecido a grupos de poder y propaganda (valga la redundancia) y a aspirantes a tiranías sinobananeras la posibilidad de capitalizar el miedo, silencio, aislamiento y parálisis institucional y política en los que se encuentra sumida la población. Para que la ola parásita pudiera pisar en tan poco tiempo tan a fondo el acelerador de la instalación de una parodia siniestra de la democracia, para anular ciudadanía y Parlamento en renovadas e indefinidas horas  veinticuatro hacía falta una catástrofe súbita.

Exterior inquietante

El evangelio de los Dioses Malos es, lógicamente, futurista y totalitario, pero desdichadamente con un reino muy de este mundo. Su maqueta del preceptivo paraíso terrestre es un híbrido de comuna hindú vegana, animalista y beatífica regida, eso sí, por la casta de los nuevos gurús que, en la trastienda, se apoyan en dictaduras, ejércitos, policías, armamento y empresas tan concretos como los de los dos grandes países con vocación de imperio actuales: China y Rusia. Los coros y danzas de la felicidad continua exhiben la maqueta de su paraíso, inatacable porque se sitúa en épocas como mínimo a una o varias décadas vista, en el cual, con la propiedad privada, han desaparecido la libertad, autonomía y criterios individuales para dejar paso la más estúpida de las servidumbres. El gran lujo de los grandes ricos es precisamente ése: La exhibición de austeridad, la revelación mesiánica de la simplicidad suma y la comunión universal con vegetales, animales y con cuanto conglomerado de átomos se presente. Acompañadas de un desprecio olímpico por los bienes cotidianos de este mundo, desde el cafelito mañanero hasta el coche utilitario pasando por el sofá y salón propios y por esos objetos retrógrados llamados Parlamentos, periódicos, individuos que se desahogan insultando al Gobierno y que son felices, de vez en cuando, con unas cañas con los amigos o con un traje nuevo.

Los placeres prohibidos

 

 

 

 

 

 

Concentración de ascetas. La India.

El Satán tradicional era un pobre diablo en comparación con el apóstol resplandeciente que, junto con el resto de su club, descubre al ensimismado auditorio que pobreza es riqueza, unidad variedad, hambre salud, fatiga alegría, aburrimiento éxtasis, enfermedad experiencia, propiedad engaño, cuerpo banco de órganos.

El lujo del gran rico, ahíto de vulgares placeres terrenales y que revisa, con hastío, la extensión universal de sus empresas, es la gastada túnica versión chándal y el bosque, el ashram hindú, que no en vano aparece en el país de más férrea división en castas. Son bienvenidos el budismo new age y las imitaciones de cueva tibetana, pero guardándose muy bien de entrar en detalles, como que China invadió y ocupa el Tíbet, asesinó, encarceló, destrozó los templos y obligó a huir al Dalai Lama y a miles de personas.

El Dalai Lama durante su visita a España.

El Padrino oriental es tranquilo, afable y comprensivo, ofrece grandes ventajas a los que transiten por la Nueva Ruta de la Seda, pero cuando de dominio real se trata tiene bien aprendido el código siciliano y no admite que parroquia y clero cuestionen ni un milímetro su dominio estratégico e ideológico. El Padrino oriental, siguiendo la tradición, no se prodiga, es discreto y, como en el teatro de sombras, la ópera local y el kabuki, simplemente esboza, alude, señala una realidad que, ésa sí, es única, muy precisa, no contempla alternativas y deja claro que no existen salvación, episodios, argumento ni personajes otros que los marcados. Se trata de una planificación de gran envergadura que toma como escenario espacio-temporal los cinco continentes, a través de las vías estratégicas y comerciales en proyecto o en uso, y comprende este siglo y los venideros, fiel al mañana cantarín del comunismo clásico.

Asambles reciente del Gobierno y Partido Comunista Chino. (El Parlamento más zarrapastroso es prefererible. Esta foto fue tomada de una de las proyecciones en pantalla mostradas durante la conferencia sobre la Nueva Ruta de la Seda, en el American International Institute de Madrid, centro cultural estadounidense. En un ambiente de cordial visión y entendimiento  del Gobierno Chino.)

Demografía del Olimpo

En la cima de este Olimpo los Dioses Malos y su alto clero podrían encontrarse, sin saberlo, con otro colegio apostólico entregado como ellos a la suprema embriaguez: La de la Nada tras tener y haber tenido todo. Se trata del perfecto terrorista islámico. Ben Laden había poseído y gozado de cuanto puede ofrecer la vida a un príncipe árabe. Llegó entonces al punto en el que el lujo extremo es la voluntaria carencia, pero no en un solitario retiro, sino como activa doctrina que reciban y acaten los fieles. Descubrió el placer inigualable del abandono de las pasiones terrenales a cambio de una pasión mayor. Él, también, tenía una divinidad de referencia, no terrenal como los Doses Malos pero sí cómodamente abstracta, indiscutible, lejana: La anulación de lo existente, de las sucias sociedades de pensantes y variados individuos. La pureza letal es indispensable para el evangelio militante de la renuncia, el vacío y la nada, únicos que permiten, tras la gran limpieza de cuanto complace los sentidos y el intelecto, el establecimiento del mundo ideal según las naturales leyes, que comienzan por la radical selección física y mental de los seres humanos. Los Dioses Malos se sorprenderían de hallar en la colina de sus bienaventuranzas el rostro beatífico, la sonrisa  del líder que ya ha degustado la embriaguez de la soledad de altura, de élite perfecta, del desprecio a la turbia corriente de la vida.

A los Dioses Malos de Occidente los anima parecida soberbia, la de la humildad extrema, la del Sumo Sacerdote que renuncia a la cruz de oro y vestimenta que llevaron sus predecesores  no por sí mismos sino por razón del cargo, y que exhibe la cruz de plata y las zapatillas de fieltro proclamándose el más modesto de los modestos, digno de la simpatía fraternal de los que han alcanzado la cima del desdén por su propia riqueza y desprecian comodidad, apariencia y esos objetos propios del anhelo de los pobres. El Sumo Sacerdote predica la carencia de bienes de este mundo, en franco contraste con las genuinas caridad y humanidad cristianas de un dios que comía cordero y pan, bebía vino y animaba a ocuparse de los enfermos e inválidos. El público ideal de los Dioses Malos es otro, una Humanidad ya pasada por el filtro selectivo de la nada tierna Madre Naturaleza, seres jóvenes, vigorosos, resistentes, voluntariosos en el seguimiento de consignas, más dados al empleo de la energía en el deporte que en el cerebro, con buena imagen y sonrisa propia de la felicidad permanente. El Hombre Nuevo en fin, no tocado por alusión alguna a la enfermedad, la decadencia, la tristeza, la muerte Tampoco por los surcos de la reflexión ni por el peso de la memoria. Elástico, fresco y desdeñoso de la buena comida popular y del agua caliente pero admirador de todos los signos de jerarquía y dominio en los que el austero apóstol se complace. Réplica en fin del líder incombustible, a imagen y semejanza, en menor formato, de los nuevos dioses.

Paraíso VIP

Topografía del Olimpo

Finalmente es un evangelio que carece de originalidad pero no de muy material e inquietante estructura. De hecho, nunca, gracias al uso pervertido y monstruoso de la telemática, su poder había sido tanto. El reino que se pretende implantar en este mundo y cuyas consignas se escuchan en millones de canales y mensajes no es otro que el viejo comunismo remozado, el afán totalitario, el manual de fabricar en serie el Hombre Nuevo y ponerlo a disposición de los mandarines. El neocomunismo actual, todo sonrisas y verdor, tiene como música de fondo los aplausos del partido único Chino y las más toscas pero muy convincentes amenazas de las mafias rusas, de Moscú y de los controladores del paso de materias primas. Corresponde al temible empeño de destruir desde el interior, por franquicias interpuestas,  países e individuos libres, arrebatarles cuanto poseen y la idea misma de trabajar por ello, empujarlos a un redil donde disfruten, y agradezcan, la igualdad del pienso. Ahí reside la felicidad de los auténticos ricos: sobrevolar la grey, soldar sumisión y devoción en el vapor que a ellos les sirve de perfume, escuchar por doquier dos y dos son cinco, cosechar abrazos y sonrisas. Y gozar luego con su corte, una vez  revisados en múltiples pantallas los informes, de los bienes y placeres debidos a los líderes.

De la Comuna Celeste al Cielo.

Sin embargo la fractura entre los núcleos que imponen, sin asomo de consulta democrática, cambios radicales en el tipo vida y la indignación e inquietud que sienten aquéllos forzados a someterse a decisiones ajenas que repugnan al sentido común y a la profunda y legítima aspiración a la propia autonomía y al bienestar cotidiano, la negativa a sacrificarse en nombre de dioses en los que no creen, la oscura conciencia de opresión y fraude han alcanzado dimensiones y presiones propias de placas tectónicas. Y el magma no encuentra puntos de salida porque se les ha arrebatado la dignidad y la palabra, precisamente arrojándoles simulacros de comunicación infinita y de quimérico y perdurable reparto de beneficios que recibirán por la pantalla sin moverse del asiento o reclamarán en monólogos interminables con grabaciones telefónicas mientras en las calles se hacinan parados que podrían y querrían ofrecer mucho mejores y desde luego preferibles servicios directos físicos.

Ni moderno ni online

Los apóstoles online

Desde América hasta los confines de la desgajada y desgarrada Unión Europea, el hervor y explosiones consecuencia de la presión llevan gestándose mucho más de los diez años que suelen atribuírseles, aunque hayan saltado al primer plano recientemente y adquirido un pico de notoriedad con las últimas elecciones presidenciales norteamericanas y la permisiva y teatral, atrezzo lumpen incluido, toma del Capitolio. Es la perfecta ilustración, en trazos muy gruesos, de lo que se presenta como masa compuesta de los despreciables, zafios, atrasados, impresentables y malos, a los que no puede menos de personificar alguien como el Presidente saliente, que reunía esas cualidades y no dudaba en exhibirlas.

Las élites miméticas de la norteamericana, la beautiful people de Europa y aledaños, no han dudado, con conmovedora homogeneidad, en analizar y comentar cuanto sucedía recurriendo al instrumento del que llevan sirviéndose varias décadas y que han incrustado en la cultura, los mensajes y la conciencia popular. Se trata del chantaje dual, tan fácil como falso, servido por la reciente plantilla de dioses y evangelios, provistos de tópicos bienaventurados, de un bien remunerado sacerdocio y de una red de inquisiciones. Se han secuestrado lenguaje, medios de comunicación y a la expresión y gestación mismas del pensamiento en una especie de implante cerebral de autocensura mediante el cual grandes contingentes de población creen que se hallan en un mundo en el que prácticamente la especie humana se divide, y ha dividido desde la aurora de los tiempos, en Buenos/Malos,  Éstos deben identificarse -y ay del que automáticamente no lo haga- por una parte, en los primeros con el marchamo de izquierdas, progresistas, socialistas, comunistas, antifascistas, trabajadores,, feministas de género, inclusivos. centristas .dialogantes. En los segundos, abominables sin paliativos, las etiquetas fatales son  derechas, liberales, fascistas, capitalistas, burgueses, nazis, conservadores, propietarios, emprendedores, reaccionarios, machistas, extremistas, crispadores, racistas. En el caso de España, vergonzante donde los haya, en la que la visión política ciudadana se ha revelado incapaz de ir más allá de la comunidad de vecinos mal avenidos, es preceptivo añadir como Buenos nacionalidades, multicultural, identitario,  ancestral antifranquista (Nota Bene: post mortem), foral, diferencial. Los Malos gozan además en este caso de epítetos constantes: facha, centralista, franquista, nacional.

Las Tablets de la Ley

Los nuevos dioses se sitúan, en un espacio lo suficientemente alto, difuso e incontrolable como para servir a las proclamas de cualesquiera líder y élite que, en su nombre, culpabilice e imponga diezmos y vasallaje a la grey a la que él graciosamente favorece y salva. La franquicia oficial del mesías invoca a sus pares celestes. El Dios Planeta, el Dios Futuro, el Dios Clima, el Dios Energía Bondadosa, el Dios Medioambiente, el Dios Género y el Dios Victimas y Víctimos son perfectos para el perfecto totalitarismo anónimo. La utilización mercenaria del nuevo Olimpo, del socorrido santoral a siglos vista, ejerce exactamente el efecto contrario al que se proclama, impide medidas y estudios razonables, ceñidos a situaciones, lugares y seres concretos. No habrá dictador que no se deshaga en alabanzas a la nueva red de Burós Políticos Verdes, Dialogantes, Progresistas, Ambientalistas, Ecológicos, Inclusivos, Policéntricos y Multiculturales. Se trata, además, de dioses que resultan extremadamente adaptables en mantenimiento y sacrificios y que, como Futuro, el más cómodo de los dioses por cuanto inexistente, están exentos de críticas so condena de herejía.

Bueno y Malísimo (y feo).

El arma del  dualismo preceptivo es un instrumento de chantaje, continuo, social, cultural y, sobre todo, económico, puesto que significa llanamente la promoción e implantación de capas de parásitos exclusivos dueños y administradores de plataformas y sumisas audiencias, de las que extraen beneficios a escala de los Estados, lo cual rinde mucho más que corrupción alguna, gracias a la intimidación que su monopolio oficial supone y a la consiguiente extorsión ejercida contra los que sí producen, crean, valen. En suma, una sustitución del mundo real por el irreal de explotación a distancia. Un márketing de proporciones tan colosales se consigue con un dominio de los medios de comunicación abrumador, gracias a la feliz confluencia de la ola de clientelas parásitas de utopías subvencionadas (fenómeno históricamente nuevo) y el imperialismo informático. No se trata, ni mucho menos, de un simple fenómeno pasajero de manipulación semántica y demagogia. Su dimensión  se está revelando día a día, por la implosión de estructuras básicas de los países, por la inclusión en el índice de ideas prohibidas de los valores universales, por el abandono de la defensa y mención de éstos cara al exterior y por una regresión obvia y acelerada, ante la que las víctimas y afectados por la plaga parásita permanecen mudos, acobardados y desarmados a causa de la presión ambiente, de la necesidad de aceptación laboral y social, de la convicción de impotencia y por el franco temor, que se palpa incluso en las más informales conversaciones, de verse incluido en el bloque de los Malos, reaccionaros, fachas, derechistas y de ser objeto de rechazo, agresiones u ostracismo. En este sentido, se está viviendo la época de menor falta de libertad, literalmente, y mayor atentado contra la vida privada que se recuerda. Todo un logro.

Al desgajarlos de su contexto histórico para construir el mito dual, términos de muy real peligrosidad, como nazi, genocidio, totalitarismo se han banalizado y por lo tanto, al no existir delitos per se y responsables, criminales y crímenes, se ha abierto una tierra de nadie ética en la que puede acampar cualquiera y hacer y afirmar lo que le plazca mientras se cobije bajo una bandera y goce de audiencia suficiente. Hacia ese descampado se precipita un muy especial lumpen que se ve excluido y despreciado por la nueva e inalcanzable élite y que carece de formas de expresarlo, tanto más cuanto que el placebo del diluvio de mensajes es inversamente proporcional a la reflexión, el conocimiento y la significancia. El interesado mito dual ha producido también efectos nefastos en el polo demonizado de los Malos. Las víctimas de la nueva inquisición están lógicamente a la defensiva, no ven sino ataques en cualquier alabanza del sector público y se enquistan con frecuencia, sin análisis objetivo ni racionalidad algunos, en puntos ideológicos abstractos, pasionales y ajenos a la complejidad de las situaciones individuales reales y al valor de la solidaridad

 La plaga dual es pandémica, ha anegado múltiples países, pero ninguno es un ejemplo tan claro como España, porque en ella se ha llegado al evidente extremo de país fallido, lamentable zurcido de piezas y remiendos que prohíbe el uso de su propia lengua, se reparte entre clanes, abomina de su historia y es la única entre las que deberían ser sus pares que ya no merece el nombre de nación. Su caso ilustrará probablemente capítulos de estudios sociológicos por su especial explotación del mito dual a fuerza de recrear el fantasma de una pasada guerra civil de forma que sirva de perpetuo instrumento para mantener a la población bajo chantaje y monopolizar, con intención de eternidad, poder, control y economía .por parte de la clase parásita. Figurará en los manuales como ejemplo del paso de país a anécdota.

Revolucionarios esperando su momento. Madrid 2011

 

El Antiguo Testamento

La extrapolación de vocablos que sólo son válidos referidos a épocas y situaciones concretas y únicamente pueden ser utilizados en estudios históricos y sociológicos no es, finalmente, sino una de las facetas de un fenómeno de mucha mayor envergadura que puede, y está de hecho logrando, sumir en la indefensión a millones de personas. El obligatorio dualismo tiene una semilla, de considerable tamaño por sus efectos aunque relativamente reciente, que se ha utilizado para explicar nada menos que la totalidad de la Historia desde que el homínido bajó del árbol. El dogma de la Lucha de Clases, que trata con apariencia científica y definitiva cualquier faceta humana, reduce en realidad a los sujetos a rebaño, a categoría animal cuyos miembros nacen, viven, se reproducen y mueren definidos por una especie de genética semejante en cada uno a la de los demás de su grupo, homogéneo éste en comportamientos y rasgos con variaciones puramente zoológicas. Establece un dios colectivo e inmutable llamado Trabajadores que ignora la evidencia y el presente y sacrifica vidas y haciendas al Dios Futuro. Desgajado de circunstancias concretas, de análisis, el dogma es simplemente falso, y su énfasis en su igualitarismo enfermizo delata de por sí la pobreza del razonamiento, su agresividad en la imposición da idea de la carencia de base real. Se trata de una construcción en la que desaparece el individuo como sujeto, y con él  cuanto lo protegía, las leyes iguales para todos, la  pluralidad de las formas de expresión, la búsqueda independiente por parte de cada cual de la existencia que considere más dichosa.

Los viajes perdidos

Su mutación actual, del siglo XX al XXI, consiste en dominar órganos de propaganda, alimentar continuamente variables de rencor victimista, disponer de vastísimas clientelas dependientes en lo material, cultural y laboral de satrapías anónimas que les reparten lo que ellos ni se merecen ni se han ganado por sí mismos y reservar para la nueva e inalcanzable élite lo mejor de lo anteriormente producido. Poco importan los cuerpos, en este contexto. Es mucho más útil el dominio, desde el interior, de los comportamientos dirigidos por la diaria ración de consignas disfrazadas de ideario preceptivo que tiene un mandamiento cardinal: No percibir la realidad, los actos concretos realizados por personas concretas, es decir, lograr la desaparición de la responsabilidad individual, la desaparición del planeta auténtico, que es el cotidiano, y su sustitución por construcciones virtuales, eternas y universales. Éstas son al mismo tiempo transitorias, puesto que cada una reemplaza impunemente a la anterior sin posibilidad de réplica ni aun de recuerdo, porque  memoria y conocimiento han quedado abolidos y su frágil, limitado y manipulado espacio es el de una pantalla cambiante que carece de reservas propias gracias a la destrucción de los fundamentos del saber por obra de Reformas Educativas diseñadas para ello, y que no por azar son acérrimas enemigas de Humanidades, Historia, Estudios Clásicos, Arte y de cualquier acto y persona que muestren grandeza o que hayan sido guiados por caridad, desprendimiento, heroísmo, honradez y excelencia.

El saber sí ocupa lugar

El limitado espacio de la percepción y la memoria es ajeno a la omnipotencia cognitiva que parece ofrecer la lluvia de comunicación. Lo que está ocupado por Me Too, por normas sobre el color rosa,  por la felicidad sin propiedad y el eterno San Valentín prometidos por China y la vasta mafia oficial rusa no deja oportunidad ni lugar para hablar de los millones de muertos, de sus campos de concentración y de sus presos. Ni tampoco hay sitio para la mayor discriminación que ha existido y existe: La de las mujeres en el Islam, véase la teocracia iraní.

La máscara de hierro islámica

 

 

 

El ser humano aquí y ahora, irreemplazable, de vida corta y derecho durante ella a buscar su propio camino, es objeto del mayo desprecio e impune agresión por  parte de los nuevos dioses. Su mayor enemigo es la mesnada de Hombres Nuevos diseñados por los subalternos del olimpo, de cerebros y rostros lisos y sonrientes y mirada fija en el futuro luminoso mientras ignoran y pisotean a los hombres reales.

Naturalmente, en tan idílico panorama a la memoria y la evidencia las sustituye el relato, una construcción momentánea de los hechos presentes y pasados sobre la cual es fácil colocar al dios Futuro, y cambiar su apariencia según conveniencia del momento, de forma semejante a cómo se cambian los canales en pantalla. El evangelio relato pasa a ocupar el espacio de cuanto era conocimiento, análisis, historia; en él Europa desaparece y se amputan sin rebozo desde la cátedra y el discurso sus raíces, muy presentes y profundas, del Derecho Romano, la cultura clásica grecolatina, el cristianismo. Libertad, individuo y Derechos Humanos desaparecen por el sumidero junto con la necesidad de correr riesgos por ellos y defenderlos. Tal defensa no tiene sentido en un espacio que ya no se considera heredero de nada, de nadie ni de civilización alguna puesto que se ha reducido a un flotante y variable archipiélago de entidades diversas prestas a acomodarse a cualquier vencedor medianamente seguro de sí. El empeño de unión  europea, los ideales del siglo XX,  son presentados como vías muertas ocupadas por burocracias distantes y enfrentamientos patentes o larvados, mientras el decepcionado vulgo, ya maduro para la sumisión por el antiamericanismo que lleva escuchando desde hace décadas aunque los gastos de su libertad, defensa y buen vivir hayan corrido a cargo de Estados Unidos, está presto a rendir vasallaje al decidido y abrumador poder del totalitarismo de los nuevos amos. El relato occidental sólo admite pequeñas europas incapaces de sentimiento común, pasión ni nervio alguno

La limitación de espacio no atañe ni mucho menos tan sólo al cerebral y psicológico. Tiene otra faceta de paralela envergadura: La material, la económica, la distribución de un muy definido presupuesto, de medios y partidas que se miden en números y que si no van a un sector van a otro, sumas que las parroquias de los dioses malos se disputan con uñas y dientes, con tanto mayor ferocidad bajo la fina capa de angelismo cuanto que los beneficiarios son conversos cuyo exclusivo mérito es el control de la comunicación, la propaganda y la repetición de consignas de amor, paz y felicidad planetarias, multiculturales, verdes y eternas.

Ambos espacios, el cognitivo y el material y económico, están ligados como nunca en siglos pasados había ocurrido, porque se ha impuesto, técnica y puñado de monopolios comunicativos mediante, a una cantidad abrumadora de habitantes del planeta una realidad virtual, un deber ser venido de las alturas y predicado desde Sinaíes inalcanzables por Moiseses de sociedades anónimas. La relación entre las sucesivas cruzadas y la evidencia observable es nula, el uso espurio de la informática obvio, la ciencia está secuestrada mientras los fondos van a subvencionar cruzados y comisarios de las sectas. La élite del bien remunerado evangelio está lejos de ser el jardín temático de millonarios aburridos que juegan a la manipulación utópica. Es el envés indispensable de formas de explotación y dominio muy de este lugar y tiempos y de un plan sin libertad alguna para los siglos venideros.

De sacrificios, timos y callejeros del Paraíso

Los dioses tienen, generalmente, en las mitologías su contrapartida femenina. Futuro no puede ser menos y a su palio acompaña estrechamente Modernidad, en cuyo nombre dictadores y franquicias pueden imponer cualquier cosa, planear en un espacio etéreo ajeno a la menor crítica y cambiar, Tablets de la Ley en mano, sin asomo de consulta democrática, la vida cotidiana de millones de seres. Para mayor poder, riqueza y gloria del nuevo Olimpo, cuyo clero se caracteriza por un tipo de estupidez original, nueva y telemática mezcla de suficiencia, desprecio por el vulgo, ambición y prepotencia que ocupan en ellos el espacio de la memoria, la experiencia y la inteligencia. Naturalmente, por beatífica y desligada de los bienes de este bajo mundo y de sus torpes habitantes que la nueva religión pueda parecer, los dioses malos amén de obediencia y diezmos, necesitan sacrificios, humanos incluso, porque el miedo es, por mucho que se lo vista de austeridad de diseño, garantía de sumisión. Conviene incrustar, tatuar bien en las conciencias que sus pequeñas vidas son deleznables y prescindibles al lado de la salvación del planeta y de la de cuantos animales y plantas lo han habitado. En países donde hasta el más diminuto caniche debe tener sus vacunas y garantías de vigilancia conviene soltar osos y lobos, nada vegetarianos, y considerar sus posibles y presumibles víctimas homo sapiens caídas en pro de una causa mayor. Convencida la sociedad, por medio de los arcángeles del dios correspondiente, de que buena parte de ella sobra, el humano intruso debe manifestar su alegría por contribuir, con sus proteínas, a la reproducción de cualquier ser que no lo sea. Cuando no pueda arriesgarse a andar por el campo sin exponerse a la garra del oso, felizmente desaparecido hace siglos de la montaña hispana, cuando sienta, antes de que le degüelle, el hálito del lobo, cansado del cordero del menú, a su espalda, siempre podrá consolarse, antes de morir, con la esperanza, gracias a la genética, de la próxima recuperación de los voraces reptiles gigantes del Jurásico.

El evangelio de los dioses malos promete un paraíso terrenal de parques temáticos de minorías agraviadas sustentadas, sin mayor mérito que su identificación gregaria, por sectores acotados al efecto y sometidos por la policía del clero del nuevo culto a las víctimas diferenciales. Con la ayuda inestimable e indispensable de la dictadura paralela online, que, en vez de integrar naturalmente en límites prácticos de utilidad general las nuevas tecnologías, se esfuerza en crear una red de absoluto control y dependencia en un grado jamás conocido y que, lejos de procurar progreso y bienestar, está eliminando hasta la más mínima posibilidad de expresión democrática, autonomía, intimidad y defensa de derechos. La desaparición del individuo y la ocupación de su espacio significan la erradicación de relaciones físicas, comunicación directa,  privacidad y autonomía, y la sustitución de muy queridos usos cotidianos  por la esclavitud entre cuatro paredes y una pantalla, mientras las élites gozan de los placeres de la vida real. Nada más grato que este panorama para el dictador y su corte, que sacarán ritualmente en procesión a los dioses malos con Futuro a la cabeza, ante cualquier asomo de protesta y reinarán sobre el rebaño ideal segregado por el Estado de Excepción, tan prolongado como sea posible, que pronto se confundirá con los usos habituales.

 

El rescate

En cualquier lugar……

Y sin embargo sobrevive

La persecución del individuo ha sufrido y sufre un ataque de inusitada, pero organizada, violencia en todos los frentes. Y es inseparable de la destrucción del fundamento mismo de cuanto ha hecho mejor, universalmente adoptada, libre, próspera y grata una forma de vivir, pensar y organizar sociedades. Hay una mezcla de depredación impune, codicia, envidia, rencor social y odio sembrada en ingentes cantidades, una degeneración, que sería caricatural si no fuera por lo letal de sus efectos, del término democracia, que no en vano emplean indefectiblemente todas las dictaduras. El sistema del que ha desaparecido el individuo en sí como centro ha sido tomado por elementos ajenos a la libertad y valores de la persona, véase etnia, lugar geográfico, sexo, color de la piel, ritos tribales, usos comunitarios religiosos, historias míticas. Exactamente lo contrario al progreso y la civilización, que han sido claramente, y con no poco esfuerzo y retrocesos, una lucha por la independencia de las cadenas externas, predeterminadas por factores ajenos a la libre voluntad, una toma de conciencia del valor de esfuerzo, trabajo y méritos propios sin los cuales no hay solidaridad ni bienestar algunos, un ascenso hacia una humanidad que sin el ejercicio del libre albedrío ya no lo es.

Alguien avanza.

Precisamente por eso, y porque el revulsivo de la pandemia ha venido a poner en evidencia en toda su crudeza la fragilidad de lo que se daba por adquirido y perdurable, es buen momento para aprovechar la oportunidad del rescate, de la forma mejor de vivir que se quiere destruir y reemplazar, de la idea del individuo con todo lo que conlleva, de las bases fundacionales de Europa que fueron y son capaces de universalizarse por la común aceptación y comprobación de su excelencia. Es tiempo de rescate en la reflexión sobre China, que no es una masa amorfa de millones de autómatas ni un alien de monstruoso tamaño y lejanía, sino seres con capacidad de diferencia, disidencia, voluntad y cambio. Tiempo de rescate y denuncia de la falsificación de la historia y del antiamericanismo de salón, de la delegación de la autonomía personal y de la conciencia de su precio. También rescate de la indispensable revolución técnica, de la tecnología adaptada, y no a la inversa, a la necesidad y deseos reales de la gente concreta. Con clara percepción de que se puede morir de seguridad y no de amor, vivir miserablemente bajo la aparente comodidad instantánea de nuevas dictaduras, perder cuanto por simple instinto se sabe que es mejor y estimable.

La confrontación con la desgracia, el desconcierto, la indefensión inicial ante la pandemia han desnudado el hermoso cuerpo de lo que por civilización se entiende, lo han hecho, por ello más vulnerable pero también más propicio a recuperación y diagnóstico, más accesible al aprecio por la conciencia de que puede perderse y de que es forzoso luchar por él. Sin temor a los falsos dioses, Rescatando así cada uno lo mejor de sí mismo.

Viva la vida. Ésta.

 

 

 

 

El arma más poderosa

Hay algo que es más poderoso que todo: Una idea, cargada de libertad, de respeto por el individuo y de amor a la vida. Es arma lenta, con pausas y retrocesos, pero su poder nada lo iguala. Es exclusiva de la especie humana, los colmillos, astas, garras y veneno del primate desnudo e indefenso. Anida quizás en un recoveco gris de su cerebro mas no es sólo cerebro. Quizás se desplaza por su médula y navega en su sangre. Corre a más velocidad que el guepardo, hiberna y se aletarga durante largos períodos. Puede hacerse invisible como el agua bajo la luz. Pero luego crece, se afirma, resplandece, y muestra esa cualidad única que es la capacidad de dar lo que no se tiene: Fuerza, esperanza, ánimo.

Ancha es Castilla.

Siempre es primero la idea, y luego se materializa en un objeto, en un plan, en actos. Inexplicables serían si no la extensión de proyectos, los descubrimientos e invenciones, los cambios de gran envergadura a  partir de pobres orígenes y aislados individuos.

Tiene su reverso, de temor, cobardía, servidumbre, que, como carroñeros al acecho, siempre esperan su oportunidad temporal. Sin embargo el arma es tan poderosa que sobrenada crisis y bajezas, prende, y ya no se extingue, erguida como una vela a imagen del hombre frente a los tanques, saboreando,  junto con el reprimido instinto de la fuga, el sabor de su propia dignidad.

Para envidia de los malos dioses.

Rosúa

09/19/20

UN MUNDO FELICÍSIMO

UN MUNDO FELICÍSIMOhttps://www.elrincondecasandra.es/diario-de-la-pandemia-madrid-13-marzo-de-2020/

 El tsunami de estupidez, densa, creciente, inagotable, avanza a tal rapidez que parece situarse sin esfuerzo a la altura de los labios, de los ojos, haber anegado totalmente el cerebro y paralizado en las extremidades cualquier acción defensiva, sin permitir siquiera la simple huida. Con perfecta tranquilidad un análisis socioeconómico anuncia el cambio inevitable de forma de vida al que no cabe sino someterse. El suplemento económico dominical [1]pontifica que baja de un irrefutable Sinaí la nueva Ley: nada volverá a ser como antes […] fin de la era analógica […] se acabaron las tiendas de barrio y la asistencia a las grandes superficies [… } se reorganiza el ocio, con una vida más casera […] Se acabó el tiempo no digital […] El mundo tal y como lo conocíamos en febrero se ha acabado. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el virus por España, ahí tenemos instalados a una dictadura, Leyes, a un Presidente y a un Gobierno con visos de eternidad por imperativo telemático postmoderno. Nadie los ha elegido, ninguno los ha aprobado, es la maniobra más antidemocrática que imaginarse pueda de imposición general, irreversible, ubicua y absoluta, aupada, naturalmente, en la excusa de que cualquier asomo de alarma y oposición sería una retrógrada y absurda rebelión ludita[2] contra los avances de la ciencia. La destrucción de cuanto hay de grato en el vivir cotidiano exige el todo o nada, y goza como acelerador de un proceso previo de chantaje en una población habituada a la estúpida falacia del terror a ser tachada de no progresista- El anunciado robo es de una talla nunca vista e impresionante. Se sacrifica nada menos que la voluntad, el libre albedrío, los derechos más elementales y el vivir cotidiano del conjunto de los ciudadanos en el ara de la devoción a la existencia online, al puñado de empresas que la manejen y a los escogidos y nunca antes tan privilegiados núcleos gubernamentales y fácticos unidos a ellas. La España de 2020, en su desastrosa gestión de la pandemia, el nivel ínfimo y ridículo de su Gobierno y la sumisión bovina, acobardada y resignada de sus ciudadanos es un excelente ejemplo. Los privilegiados se guardarán muy bien de vivir de tal manera y les faltará tiempo para huir, en cuanto se apaguen el micro y los focos, a entornos y experiencias verdaderos.

Qué mejor que pasarse la mayor parte del tiempo estabulado entre cuatro paredes, pendiente de un transmisor audio-visual, comiendo paquetes encargados a distancia, vistiendo, bebiendo y tocando perfiles ficticios, charlando con guarismos millonarios de amigos inexistentes. Y pagando para mantener una jauría de sueldos, dietas, prebendas, pensiones a perpetuidad, cargos, asesores, ministerios inútiles, ridículos y espurios a los cuales además, -y ésa es la mayor desgracia- su nivel ínfimo no les permite sino idear consignas e injerencias en la privacidad e incluso sentimientos y pensamientos de la gente, ésa que, a su pesar, los mantiene con los impuestos a su trabajo.

Agotado por el uso el chantaje de  “Es usted un facha, reaccionario, franquista”, etc., etc., amanece el nuevo: Todo online o nada. De lo contrario se quedará sin móvil ni aplicaciones, lo cual es peor que la muerte. Aprovechando una vez más el trayecto del Pisuerga virtual y las reales ventajas que su adecuado uso ofrece, se impone de facto como horizonte mucho más allá de la pandemia una reclusión domiciliaria perfectamente controlada, horarios y disponibilidad laboral indefinidos y censura social a gogó para los individuos y amantes de la  vida real críticos. Con un poco de suerte, se incluirán en el plan pausas-café con proyección de compañeros virtuales y gafitas nocturnas para simular caricias que pueden llegar, según tarifa, hasta el orgasmo

Uno de los bienes colaterales de cambio tan excelente es, por supuesto, la supresión de esos sectores lentos, improductivos, y nada fotogénicos que son los viejos, de discutible calidad informática, reacios a abandonar memoria, cultura y trato humano, convertidos en forzosos robinsones de pocos metros cuadrados a base de roerles vías transitables eliminando transporte público, amigos de la sinceridad y la evidencia e incómodos partidarios de alzar la voz y denunciar el tsunami de estupidez y atentados al más elemental sentido común. Con el benéfico virus se han conseguido importantes logros en este meritorio rasgo del progreso técnico: Ya ha habido selección de los que no valía la pena que siguiesen estando vivos  y lo que se ha hecho y aceptado socialmente una vez (siempre hay nuevos judíos y estrellas amarillas) se repetirá. Ya se ha conseguido que se los mire como leprosos y fuentes de contagio. Puede que la siguiente propuesta de un avispado becario de las empresas online sea estabularlos frente a pantallas gigantes.

Europa, y España, no poseen enormes reservas de petróleo, ni exportan gas y minerales raros, pero sí tienen un bien principal, tan valioso y único que ha sido imitado y adoptado por el Globo entero: Una mejor, más grata, feliz, segura y libre forma de vivir. Si no son capaces de reconocer y defender esto están haciendo un pésimo negocio, ellas y el menú exportado desde Silicon Valley y empleado a gigantesca escala por el Partido Comunista Chino.

El gran golpe de estado es de tal magnitud que su dimensión ni siquiera se advierte ni su efecto se concibe. Sin exposición ni acuerdo ni permiso ciudadano alguno se roba a la población lo más valioso: Su modo de vida, el que prefieren, el que es más grato y más humano y les proporciona, día a día, fragmentos modestos pero seguros de real felicidad. Deben y deberán desaparecer los contactos directos, pequeños comercios, restaurantes, bares, los paseos por galerías de tiendas, la comida servida en mesa, el camarero conocido, las cañas, las tapas, la librería con su librero. Todo deberá en la práctica ser prohibido, quedar fuera del alcance, ser anatema, resto decadente de un pasado ineficaz ¿ Ineficaz para quién? No para la inmensa mayoría a la que esto le proporcionaba satisfacción, calor, humor, atención, dicha, compañía, ejercicio de su libertad, descubrimiento de otros. Cada cual deberá encerrarse con su ordenador, recurrir para absolutamente todo a su pantalla, ignorar la existencia del mundo externo excepto por el repartidor que llame a su puerta y los fotogramas que el rectángulo escoja y le presente. Ya no habrá, no hay, empleados conocidos en los bancos, ni oficinistas a quienes recurrir, ni informadores. Habrá, para todo, larguísima espera, pantalla, líneas, la completa dejación de responsabilidad personal puesto que todo depende del programa informático, la inmensa pérdida de tiempo acumulada en intentos de contacto con voces mecánicas y sedes vacías y el grado de indefensión más grande que ha conocido jamás el ser humano.

Nadie, ningún ciudadano ha elegido ese mundo horrendo, ninguno ha votado tal programa ni ha dado su beneplácito para que le arrebaten, so pretexto de eficacia y necesidad de implantación online,  por completo su forma de vida infinitamente más grata y mejor. Ni uno solo optaría sinceramente, si se le diera la opción, por la grabación, las pausas, la respuesta mecánica en vez de la atención personal. Sin embargo el gran golpe de estado se ha impuesto y el virus ha sido providencial para acelerarlo, tergiversar el secuestro de libertades e imposición total y totalitaria que condena y denigra cualquier resistencia como simple, torpe y caduca incapacidad de adaptarse al progreso, a la nueva era comunicativa y los avances científicos. Se trata de utilizar de forma fraudulenta y desmesurada recursos puntuales técnicos útiles, y justificar un descomunal fraude y ataque contra una población privada de defensa, fichada y controlada al máximo, desorientada y manipulada por el chantaje de ser calificada de reaccionaria y opuesta al cambio moderno. El proceso no comenzó ayer; se ha amasado con el culto a lo nuevo, lo reciente, lo joven, lo gregario y lo fácil y con el paralelo desprecio al humanismo, la historia, la memoria, el individuo, la vida privada y el esfuerzo, a lo que no está bajo la tecla y el millón de mensajes sino en el camino recorrido hacia el conocimiento y la merecida libertad.https://www.elrincondecasandra.es/siempre-hoy/pandemia-y-pandemias-2020/

Rosúa

[1] El Nasdaq anuncia el fin de la era analógica. Actualidad Económica. 6-12 septiembre 2020. Por Josef Ajram.

[2] Ludismo: Movimiento, que comenzó en Inglaterra en el siglo XIX, de artesanos opuestos a la introducción de nuevas máquinas por el peligro de pérdida de puestos de trabajo. Se ha asimilado, erróneamente, a general tecnofobia.

07/12/20

VIRUS VÍCTOR. DE CIRCE A PINOCHO-

Virus Víctor

De Circe a Pinocho

(EL DIARIO DE LA PANDEMIA COMIENZA EN MARZO, PERO TRANSCURRE DESDE ENTONCES HASTA LA ACTUALIDAD, A LO LARGO DE 2020 Y EN UN DESPUÉS INDEFINIDO)

https://www.elrincondecasandra.es/diario-de-la-pandemia-madrid-13-marzo-de-2020/

Tratar a la gente como al enemigo puede ser peor que la pandemia. Es a lo que el virus y sobre todo la manipulación del miedo que despierta han abierto las puertas. Se trata, una vez más, del viejo sueño totalitario que, unido por la coyuntura temporal al imperio de la imagen, puede ser letal haciendo de la sociedad un lugar invivible para los individuos con pretensión de libres y poseedores de cierta dignidad y exhibiendo como prototipo un maniquí de cartón piedra prefabricado cada día a golpe de circunstancias.

La regresión está servida, de Circe, que transformaba a los hombres generalmente en cerdos -animal no desposeído de alguna inteligencia y de gran utilidad- , a Pinocho, quien, ya entrado en la edad moderna, pasaba de narigudo a borrico por sus propios méritos y decisiones y por la elección como mentor, no del sabio y bondadoso Gepetto y del atento Pepito Grillo, sino del embaucador que ofrecía un panorama sin fin de golosinas que desembocaba en la completa transformación de los niños (ahora población infantilizada) en bestias de carga vendibles al mejor postor.

El timador que enarbola el virus en la cartuchera no es sino pura imagen apetecible por talla, sonrisa soldada a un rostro sin resquicios de inquietud ni inteligencia, repetición incansable de la misma caja musical y promesas de gratuidad infinita. El Estado Postvirus promete en el mejor de los casos, porque del cerdo todo se aprovecha, la mutación de Circe, en el más probable la de Pinocho, un ganado medroso hecho al ronzal y los rediles y ansioso de identificarse y mostrar su apoyo a la imagen, multiplicada por todos los espejos a todas las horas, de un aparente humano ajeno a la fealdad, la vejez, la incertidumbre y la muerte.

A los Gepettos y Pepitos Grillo ni los hay ni se los espera, porque, de existir, se ocultan con prudencia y sólo les cabe esperar a que pase, si es que pasa, la ola regresiva. Mientras, ven aumentar, entre el general asentimiento a las mutaciones, las orejas de asno y el paso de la voz y el discurso humano al rebuzno, al que inmediatamente se califica de lengua protegida y rasgo cultural. La imagen acartonada que resume el ideal imperturbable e invulnerable de admiradores y partidarios rezuma una pócima que, al estilo de la de Circe, potencia, en una suspensión de microgotas mucho más poderosas que la del virus, lo peor de cada ejemplar humano, que pasa de racional y responsable a frustrado aprendiz de comisario ansioso de demostrar sus méritos con excesos de celo y múltiples denuncias. Nunca algunos habían ofrecido y ejercido sobre tantos tales cotas de poder hacia mutaciones regresivas de extraña, pero no sorprendente, y nueva animalidad.

https://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/

Rosúa