El indio y Murphy

EL INDIO Y MURPHY

M. Rosúa

(Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados-CDL, Madrid 1999)

Despojos de indio derrotado en la batalla por el enemigo vil

Despojos de indio derrotado en la batalla por el enemigo vil

  Aunque la Ley de  Educación de 1990  tenga categoría de ordenamiento supremo,  desde luego se integra  en una de rango  superior, la de Murphy   («Nada es tan malo  que no pueda  empeorar»). Sólo hay  algo peor que el  desastre que ha causado en lo que antes era Enseñanza Media, actualmente Secundaria y en realidad ínfima, y es procurar aplicarla hasta sus últimas consecuencias y asignarle sumas exigidas y controladas precisamente por los que fueron sus responsables.

Por ello los sectores del Gobierno anterior que siguen ocupando hoy buena parte de  la Administración, más los sindicatos afines UGT y CCOO, tienen la urgente consigna de reclamar fondos, canalizarlos y manejar las normativas, plantillas y promociones docentes controlando apasionantes actividades de formación del profesorado e indispensables cursillos de actualización pedagógica, algunos tan rentables como los destinados a la selección de personal en el extranjero. Esto se acompaña de la culpabilización automática del Gobierno actual (PP), acusado de favorecer a la Enseñanza privada si, con su derechismo impenitente, se niega a conceder a la LOGSE, es decir, a sus beneficiarios y administradores, los presupuestos que podrían hacer florecer en la poco prometedora larva prodigios de sabiduría. Naturalmente todo se hace en nombre de la defensa de la Enseñanza pública y democrática a la que ellos mismos han llevado a la ruina.

Egipto Antiguo. También intentan sacar la oposición.

Egipto Antiguo. También intentan sacar la oposición.

  Pero lo peor es empeorable.  El M.E.C., reducido a su  mínima expresión por las  transferencias y en vísperas  de perder hasta la C de  Cultura para contentar a un  ruinoso federalismo  encubierto, se decanta por la  cicatería doméstica y la  erosión en los gastos de base  de los institutos, ad maiorem gloriam de los centros privados. Se suceden los recortes de plantillas, de nuevas contrataciones y de suplencias, se mantienen las aulas de casi cuarenta alumnos, la obligación de impartir materias ajenas a la especialidad, y no existe la menor intención de contratar personal auxiliar adecuado para tareas como vigilancia y orientación psicopedagógica. Sin presupuesto encauzado hacia necesidades y reformas tan indispensables como básicas no hay posibilidad de mejora y sin ella la Enseñanza Pública está condenada a ser solamente el obligado reducto de quien no puede ir a otro sitio.

   Mientras no se plantee la situación como la consecuencia necesaria de las finalidades muy concretas que marcaron la redacción de la Reforma Educativa todas las observaciones sobre el bajo nivel se resumen a la alternancia de dos coros: uno de jeremías lamentándose de las triste cuotas de estulticia alcanzadas y otro de pedigüeños que condicionan el advenimiento del paraíso prometido por la LOGSE a sucesivos, crecientes y continuos aportes de dinero estatal. El análisis descafeinado que presenta esta Ley como una bienintencionada iniciativa en la que los errores se mezclan con los aciertos es la tibia respuesta de un gobierno, el actual, obligado a la componenda y al parcheo con tal de que se le permita actuar en temas pactados y no se dé pie a ninguna ruidosa protesta sindical. La reducción de los institutos a escuelas primarias, simples aparcamientos en espera de la mayoría de edad, la puerilidad forzosa, la destrucción de especialidades y categorías académicas, han servido a un fin preciso. Los Agregados y Catedráticos de la Enseñanza Media carecían de peso electoral, eran gente independiente y vulnerable que contaba poco como clientela de los dos sindicatos citados. La LOGSE permitió repartir puestos, contentar a los afiliados que venían de la docencia infantil, establecer el reino de la arbitrariedad, de las oposiciones sin escribir una línea, de las promociones según la fidelidad a los Principios Fundamentales de la Reforma. También sirvió al Gobierno de entonces como pantalla de humo progresista tras la que no había sino tópicos, vaguedades contradictorias que no resistían al menor análisis y un libro blanco en verdad respecto a la inteligencia y la financiación. Las infinitas optativas, la proliferación de marías, estilo iniciación a la vida activa, roles de los sexos o juegos de mesa, en detrimento de las asignaturas de base, el paso automático de un curso a otro, la abolición del suspenso, el bachillerato raquítico, la graduación sin mérito ni esfuerzo, hacían de los institutos un cabañeros (esto alude a una zona de prácticas de tiro) en el plano laboral y permitían, sin invertir fondos estatales de los que buena parte desapareció por cierto en los numerosos casos de corrupción, ofrecer a la opinión pública el mismo título para todos. Algo tan loable e imprescindible como la extensión de la educación obligatoria y gratuita  hasta los dieciséis años se presentó, en un alarde de demagogia, como la justificación del conjunto de la Ley, el blindaje contra las críticas, que sólo podían venir de reaccionarios y corporativistas. Que en realidad esto sirviera para el hundimiento de la Enseñanza Media estatal, convertida en un sálvese el que pueda de docentes y alumnado, que la ignorancia haya corrido paralela en los estudiantes, como era presumible, a la segregación y degradación laboral de los profesionales más calificados, que se esté distribuyendo como diploma de Secundaria lo que no es sino un certificado de estudios primarios, son detalles que carecen de interés frente a la lucha prioritaria por el control de las parcelas más jugosas de la Administración.

Adiós, Arte, adiós

Adiós, Arte, adiós

Degradación laboral

   El Teorema del Indio («Todo  jefe necesita indios, pero el  indio no necesita siempre  jefes») y el axioma «Todo  proyecto perdura en función  del número y cuantía de los  sueldos que genera» –ajenos  a Murphy pero cercanos a su espíritu- se cumplen así de forma ejemplar. ¿Qué sería de los diseñadores curriculares, coordinadores, asesores, innovadores pedagógicos, sin auditorio, privados de la tropa de docentes de la que pueden disponer a placer y que une a la sumisión ante lo inevitable el temor a perder su puesto por la reducción demográfica de alumnado? Por mala que sea la Reforma al menos ofrece, mediante cargos diversos, asignaturas variopintas y aulas que son simples salas de espera hasta la mayoría de edad, formas de afianzarse en plantillas inseguras e incluso una ilusión de misionera labor social.

   Así, una vez transformada la Enseñanza Media en un vasto reducto de Primaria y su profesorado en una masa indiferenciada, nos hallamos en los dominios del propagandista LOGSE, cuyo perfil es inconfundible: Se distingue por su insistencia en lo colectivo y grupal que se concreta en la persecución de cuantos indios inermes le sea posible para organizar reuniones, puestas en común, actividades, todo ello de gran valor pedagógico. Su euforia ante la palabra equipo va acompañada de un rechazo insuperable frente al ser independiente y ajeno a ditirambos, gregarismo y consignas. Igual desazón le producen el mérito personal, el bagaje académico y la labor de los indios solitarios. Si se trata de un Gran Jefe, que ha conseguido salvarse de la galera de la tiza y ascender a despacho y alfombra, entonces se apresurará a ofrecer a la opinión pública guarderías de jóvenes abiertas cuantos más días y horas mejor, y ello sin el menor coste estatal en personal auxiliar. El oscuro objeto del deseo de este peculiar comisariado es una igualdad que transforma a los que eran buenos profesionales en la enseñanza de sus asignaturas en chicas para todo que dan clase de cualquier cosa y a los que se puede utilizar como vigilantes, animadores de padres e hijos, oficinistas, psicólogos, patrulleros, apóstoles de la educación en valores, iniciadores sexuales y, en fin, tropa de extras permanentes de la llamada comunidad educativa.

¿Para qué la Historia?

¿Para qué la Historia?

El inconfundible perfil LOGSE se caracteriza también por la incontinencia burocrática, la necesidad compulsiva de generar documentos, reflejo y proyecto de reuniones para las que se recluta sin escrúpulos a indios indefensos a los que se culpabiliza por no ganarse el pan que comen, y, desde luego, estos rasgos se acompañan siempre de un tono impositivo evangélico y maternal sobre la motivación y dedicación a los alumnos, adolescentes hacia los que muestra el paternalismo misionero, empedrado de tópicos sobre la excelsa vocación de la Enseñanza, que normalmente repugna al docente sano y medianamente eficaz en la profesión con la que se gana la vida.

   El cui prodest es una línea de demarcación extraordinariamente práctica para distinguir a los cándidos defensores y a los culpables cómplices del desastre educativo. Basta con observar los beneficios obtenidos de la situación, véase el acceso a puestos inmerecidos, el manejo de nombramientos y plazas, las promociones vertiginosas, el boicot y la segregación de colegas críticos ante el espíritu LOGSE y el reparto y aprovechamiento de sus atribuciones en nombre de la Reforma, el exilio dorado –con sueldos millonarios si es en el Exterior- de los comisarios políticos de ésta, la imposición de pésimo material pedagógico con cuyas editoriales se colabora et caetera. Conviene aclarar que muchos libros de texto, fiel reflejo de la ley que los inspira, son hasta tal punto pueriles, inconexos, cargados de ganga inútil y acronía metodológica que los estudiantes acaban recurriendo a los antiguos manuales de BUP y COU de amigos y hermanos.

Piedras viejas: El Duomo, Florencia

Piedras viejas: El Duomo, Florencia

 La innegable vaciedad de la Ley de Educación, la sorprendente estulticia de sus tópicos y sus efectos lastimosos nunca la han privado de un apoyo sociopolítico de filiación tribal que ordena, sea la realidad cual fuere, respaldar al partido anteriormente en el poder (el PSOE, al que se deben la LOGSE y leyes afines) y atacar al actual (en 1999 gobernaba el Partido Popular, quien, por cierto, no derogó la LOGSE. Muy por el contrario, tomó la medida, nefasta para la Educación española, de transferir a las Autonomías las competencias educativas). No en vano juntas y directores de institutos que se han guardado de decir una sola palabra excepto para asentir durante muchos años de evidente y progresiva degradación y manifiestas injusticias se apresuraron, tras el cambio de Gobierno del 96, a denunciar en cartas abiertas la escasa inversión y atención estatales a la Enseñanza pública.

   La sustitución de la LOGSE por un buen sistema educativo es factible, simple y no requiere grandes inversiones. Pero no es electoralmente rentable, conlleva problemas y requiere una valentía que el Gobierno no puede permitirse o de la que simplemente carece. El cambio consistiría en desglosar la Enseñanza Media de la General Básica y dar a la primera el tratamiento intelectual y metodológico que los adolescentes precisan, centrar los periodos lectivos en las materias esenciales eliminando buena parte de la maraña de optativas, primar en los estudiantes el mérito y el esfuerzo y en los docentes la especialización en asignatura, nivel y edad, reducir la injerencia de los no docentes en la labor del profesorado, eliminar el aprobado de complacencia, el paso automático de curso y la reglamentación que obliga a soportar a alumnos de conducta deplorable y a mantener forzosamente en los institutos a los que no tienen la menor intención ni vocación de estudio. Esto supone, en el marco intocable de la obligatoriedad de la escolarización gratuita hasta los dieciséis años, que las salidas hacia la Formación Profesional sean buenas, bien valoradas y posteriormente viables en el mundo laboral y que sean flexibles los puentes de acceso para adultos a los estudios superiores. Naturalmente la Enseñanza debería recuperar un mínimo de estima por la adquisición de conocimientos, la cultura y la sucesión cronológica. Los presupuestos, en vez de emplearse en cursillos para el profesorado sobre cómo encajar psicológicamente (el cliente siempre tiene razón) el que el alumnado les llame calvo cabrón o vieja puta (sic) o en talleres de mus y dominó, servirían para reducir -¡al fin!- los alumnos por aula, dotarían becas, facilitarían el acceso a centros politécnicos adecuadamente equipados, mejorarían las instalaciones deficientes u obsoletas e incluso podrían servir para ofrecer a los profesores promoción, consideración, derecho al año sabático, reconocimiento de las enfermedades profesionales (compatible, vistas las perspectivas, con el plus de peligrosidad) y respeto hacia sus condiciones laborales, cosas ciertamente más motivadoras que los cursillos antes mencionados.

   Pero una mejora sustancial educativa no interesa ni resulta lucrativa para los clanes en el poder. A las autonomías les conviene una Enseñanza sin Historia, Geografía ni Lengua Españolas y una normativa con la que imponer su nepotismo endogámico, incompatible con la excelencia intelectual y la universalidad académica. La Administración central, tras el desguace, puede quedar reducida a un papel testimonial y un mosaico de reductos férreamente pactados. Los expertos pedagógicos esperan impacientes alcanzar su nivel de incompetencia y amagan con nuevas normativas y disposiciones. Los indios son gente dispersa, sin peso político y con menos porvenir que los bisontes. Los dos sindicatos (naturalmente se refiere a los dos sindicatos subvencionados y fieles al PSOE: UGT y Comisiones Obreras) precisan de arbitrariedad y listón a altura mínima para contentar a los suyos. Los padres consideran un derecho la titulación automática de sus  hijos y no se van a manifestar jamás porque éstos ignoren las Guerras Mundiales o dónde está Canadá. La Enseñanza Privada tiene un filón en el creciente desastre, que desvía hacia ella al alumnado de clase media antes satisfecho de la estatal pero que ahora busca garantías de selección, calidad y rigor (puede que todos los diplomas sean oficialmente iguales pero, cara a un mundo competitivo, según de donde vengan unos serán más iguales que otros).

   La LOGSE está blindada por la nube de intereses que ha generado al lado de la cual nada cuentan el sentido ni el bien comunes, la ética, la eficacia o la lógica. Todas las probabilidades apuntan hacia su prolongación, con algunos retoques ínfimos como el tímido y abucheado Decreto de Humanidades. En los años ochenta España, que gozaba de un apreciable nivel en su Enseñanza Media, perdió, por disposición gubernamental, la oportunidad de establecer una auténtica reforma educativa democrática, buena y gratuita. Sería utópico esperar que el actual Gobierno emprendiese, contra toda rentabilidad electoral inmediata, tal tarea, eminentemente política pero en un sentido muy distinto al que se viene dando a la palabra.

Este artículo apareció en el Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados-CDL Madrid. Octubre de 1999.

Su extensión y el espacio temporal transcurrido permiten, a modo de balance, finiquito y moraleja, ciertas conclusiones:

Las leyes educativas impuestas por el PSOE, con la colaboración de grupos nacionalistas, han tenido y tienen numerosos beneficiarios: Correligionarios políticos, miembros de los dos sindicatos afines y de nómina, maestros de Primaria y de Formación Profesional, comisarios pedagógicos, brigadas sociolingüísticas, cacicatos localistas y clonaciones exponenciales de funcionarios autonómicos, representantes y miembros de sectores paraeducativos, propietarios y accionistas de empresas editoriales, estudiantes sin actividad de estudio y medianos y altos cargos espléndidamente retribuidos que van desde asesores, presentadores y defensores de proyectos hasta Ministros y Presidentes, puesto que todos se han valido y servido de esta maniobra, llevan varios lustros cobrando las rentas de su asentimiento, ceguera voluntaria y fidelidad y muchos de ellos disfrutan hoy de relevantes posiciones. Los beneficios se diluyen, pero también existen, en el descenso hacia la base, cuyos miembros, asentados en el fondo abisal, han recibido migajas de reconocimiento, prebendillas accesorias y la reconfortante sensación del gregarismo tribal y de la garantizada benevolencia de los dueños de la superficie.

Todos ellos participan de un mismo común denominador: Han recibido y reciben bienes que en forma alguna se han ganado ni les corresponden por mérito, esfuerzo, titulación, saber, dotes intelectuales o currículum profesional y académico. A todos se les ha ofrecido el ascenso a niveles, sueldos, categorías, status social, certificados, exenciones laborales, promociones instantáneas, fuentes de disposición de dinero público, ingresos extraordinarios y explotación y mando respecto a sectores e individuos ajenos a la maniobra de destrucción educativa y condenados a carne de comisariado. La Reforma Educativa del Partido Socialista Español ha sido, en verdad, fuente de grandes beneficios y, de hecho, se sustenta sobre la pirámide que la trama de intereses que éstos forman y a la que no socava oposición activa alguna.

-Los beneficiarios suman, a estas alturas, cifras considerables, puesto que, además, se han ido multiplicando al ritmo endógeno de la segunda, y casi tercera, generación, necesariamente prolífica porque se reproduce por imperativo de presencia o proximidad del poder, a falta de modo de subsistencia alguno fuera de la coacción, propaganda, repetición de consignas y manipulación comunicativa que les son propios.

-En el otro extremo del balance se sitúa un número de afectados incomparablemente más numeroso y difícilmente cuantificable, ya que incluye nada menos que generaciones enteras de niños y adolescentes víctimas, como de un mal alimento, de la Enseñanza destruida, degradada, reducida a mínimos y manipulada de la forma más indecente, interesada, torpe y dolosa que imaginarse pueda. A ellos se suman los adultos que no han podido enseñarles de la forma adecuada, que han sido testigos de la imposición de la ignorancia, han visto frustradas sus vidas personales y profesionales, han sido obligados a huir en cuanto han podido –los que podían- de las aulas. Y la balanza cede por su peso cuando se añaden las cosechas de jóvenes desorientados, ociosos, privados de su herencia cultural, inermes, convencidos de la justicia del todo por nada, cortados a la medida del demagogo electoral y de los coros pagados por el Régimen, infantilizados y reducidos a la dependencia indefinida de la ubre de la asistencia social y la familia o al exilio laboral compulsivo.

No ha habido la menor ignorancia, inocencia, error, idealismo en el desastre educativo. Hasta para el más lerdo de luces más escasas eran y siempre fueron claras, desde sus comienzos y esbozo, la estulticia por decreto y la catástrofe de la LOGSE y de las sucesivas formas de imponerla y aun aumentarla, como ha sido el empeño desde 2004 del Gobierno del PSOE actual (2011). Todos y cada uno de sus beneficiarios saben y sabían, en su fuero interno, contenido y efectos, lo que sostenían, imponían, defendían y votaban. Y ninguno ignoró el precio de cada sueldo, nombramiento, voto, ventaja de los que disfruta hasta ahora.

Y sin embargo...Florencia, mi habitación con vistas

Y sin embargo…Florencia, mi habitación con vistas

Difícilmente se podría haber hecho tanto daño durante tanto tiempo a tantos.