01/17/22

LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA. EL HOMBRE NUEVO ONLINE 2022.

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LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA

Nadie es más que otro si no hace más que otro (Miguel de Cervantes).

El Hombre Nuevo Online.

Hubo un tiempo en el que los defensores de utopías, que resultaron encomiables o nefastas, comprometieron en su ideal tiempo, energía, vidas y haciendas. El final del siglo XX y lo que se lleva de siglo XXI viene caracterizándose  por la agresiva, peligrosa y ruinosa transformación de los luchadores utópicos en clientelas de confortables y tolerantes sistemas de bienestar. La mutación de la democracia en populismo les ha permitido incrustarse en el medio en formas de redes de parásitos que subsisten mediante la distribución de victimismo gregario y se imponen con el chantaje verbal y moral continuo difundido por la incesante lluvia de mensajes y por el pacto implícito con esferas de acumulación de bienes y de manejo de opinión, muy interesadas éstas en mantener el espectáculo antisistema y los coros y danzas de grupos identitarios y eternos agraviados. Las clientelas se saben rentables, disfrutan de audiencia y mejor vivir en proporción inversa a su rendimiento social y son, lógicamente, enemigas del individuo libre y de mérito, trabajo, capacidad e iniciativa. Necesitan, absolutamente, para nutrirse, parasitar y dominar, la imposición de la igualdad gregaria y la abolición de cualquier asomo de excelencia basada en cualidades objetivas, valía y esfuerzo personales. Se llena así el vacío político-social, creado por la desaparición, implosión, caducidad y forzada evidencia del fracaso de los regímenes totalitarios, de las dualidades Malos/Buenos que servían confortablemente de marchamo del club Progresistas/Reaccionarios, Izquierda/Derecha y demás letras escarlatas repartidas a conveniencia según el grado de acobardamiento y pasividad social.

Para salir corriendo (pobres clásicos). Florencia

Naturalmente esto tiene límites, marcados por la final carencia de recursos para alimentar a sectores cada vez más extensos e improductivos, pero ese final  puede darse a muy largo plazo y lo que se llamó estado de bienestar colapsar sólo en zonas más vulnerables por su propia rendición silenciosa a la invasión de las clientelas de la utopía del gratis total, de la diferenciación y de la queja. Aunque los defensores de la etnia semiacuática de Arroyoflaco o de los practicantes de la sexualidad con vegetales y el derecho a la regresión arbórea planteen las indemnizaciones que crean les corresponden por las eras de represión sufridas, es improbable que, llegado el momento, existan fondos suficientes para satisfacerlos.

 

El virus providencial

En el ataque a la conciencia del valor de la vida, individual y concreta, aquí y ahora, de cada ser humano confluyen en los nada felices años veinte del nuevo milenio enemigos de muy diverso signo y época, potenciado esto por un fenómeno epidémico y, a falta de estudio detenido, externo de globalización del miedo y aprovechamiento de la sumisión que carece de precedentes. Se superpuso a un claro esfuerzo preexistente de hacer desaparecer del centro de la atención y de la Historia al individuo libre, de vida limitada, irreemplazable, concreta, sustituido por una especie de antivitruvio, si pensamos en aquella imagen radial, que lo va desdibujando e impone en su lugar simulacros, nuevos dioses invisibles, abstractos, invulnerables, que prometen perfección a siglos vista, invocan mandamientos planetarios y que, mientras, van reemplazando a la humanidad por ganado, bueno para para el pasto, las marcadas tareas y los balidos que llenen de satisfacción a profetas entretenidos en la fabricación de robots.

Sin recurrir a grandes conjuras ni a cerebros maquiavélicos, de forma consciente o inconsciente (una no excluye la otra) nunca se había difundido con tal impunidad la exigencia de la supeditación de las personas, de cada una de ellas, de sus derechos,  bienestar, opciones, forma de vivir cada día, elecciones de felicidad o desdicha e incluso tiempo de esperanza vital a proyecciones utópicas externas coercitivas, imposiciones del sentir y del pensamiento, alabanzas del servilismo y la delación. Comenzó a hacerse con las ficciones duales a partir de la Lucha de Clases y demás credos de Buenos y Malos y demás sinónimos de una cómoda y eterna guerra Bien/Mal en la que cada humano pertenecía siempre a uno de los dos bloques por imperativo prácticamente zoológico. Se trataba de un  razonamiento de gran facilidad y mínimo esfuerzo intelectuales al que acompañan las consignas automáticas recuperadas por lo que se ha dado en llamar lenguaje políticamente correcto y es inseparable de la ofensiva contra el individuo. Son maneras de tergiversar y eludir el análisis de los actos concretos de individuos concretos con sus rasgos específicos, evolución, variaciones y responsabilidades. El salto cualitativo se dio en el siglo XX con los dos totalitarismos, el nazi y el comunista, que no en vano coinciden en su expansión y poder de dominio con la comunicación de masas. Ahí se afincó la dualidad aplicada pronto en beneficio del último, que ha continuado en su ocupación del espacio cultural y el marchamo de superioridad moral hasta hoy y que, aunque por su duración y efectos haya sido mucho más letal que el nazismo y conviva con la realidad de haber causado muchos más millones de muertos, no ha sido objeto de lógica reprobación.

El punto de inflexión se situó más tarde, cuando la dualidad real se desplazó a Parásitos y No Parásitos, es decir, cuando los que en tiempos corrían riesgos e invertían esfuerzos para materializar utopías pasaron a vivir a costa y en los estados de bienestar que denigraban, ejerciendo un chantaje de supuesta superioridad moral apoyada por todo tipo de plataformas culturales. Entró entonces en escena el aliado más poderoso de la sumisión; El miedo. El tercer gran salto. estado de shock incluido, se ha dado gracias a la inestimable ayuda de la mutación y extensión de un virus de la vieja conocida familia de la gripe con variantes por inesperadas más graves y alarmantes. El Covid permitió casi en horas veinticuatro ver cumplido el sueño de cualquier dictador con aspiraciones a totalitario, incluido cerrar durante meses Parlamentos, aislar en sus casas a poblaciones enteras y prohibirles y reglamentarles la comunicación, sustituyendo ésta, lo que ya es sueño húmedo, por simulacros telemáticos que se hizo creer avance perdurable de la técnica nacidos para quedarse y reemplazar a la libre sociedad.

La congelación social vino precedida de todo un despliegue de promoción mediática de consignas de sospechosa uniformidad, que coinciden en señalar al desdichado ciudadano  afanado en vivir a su manera lo mejor posible su fugaz hoy por hoy, culpable de existir y pretender pensar, hablar, disfrutar, comer, amar y desplazarse como mejor le parezca. Para esta ardua tarea de laminación de todos los individuos libres hay que trocear al enemigo, arrancar sus raíces y destruir sus fuentes de memoria. Por ello resulta particularmente útil la eliminación por franjas de edad, de los de más avanzada, que conviene hacer ver como elementos particularmente infectos, infectados, infecciosos y hacerlos salir a horas marcadas. El estigma ya está logrado, es irremediable confundir persona de riesgo con elemento contagioso. Los mayores resultan particularmente molestos porque son memoria viva, escépticos ante los nuevos profetas, poseedores de un acervo de conocimiento y experiencias que desmiente los fundamentos mismos de la nueva doctrina ajena a la humanidad concreta en sí, enemiga del saber, la tradición, la realidad palpable y el presente y necesitada de presentar a la juventud terreno que repoblar, horizonte de hombre nuevo, planetario y verde con reparto de juguetes deslumbrantes de nueva generación.

-¿Cómo logró usted que toda la gente del país lo siguiera en disposiciones tan tremendas, tan aberrantes?– se preguntó durante los juicios de Nuremberg a uno de los responsables de la  política nazi durante la segunda guerra mundial.

Muy fácil: Con el miedo. Si la gente  tiene miedo puedes hacer con ella lo que quieras.- respondió tranquilamente el oficial alemán interrogado.

Y era y sigue siendo cierto. Ha bastado en el siglo XXI el riesgo, no ya de muerte inmediata a manos de nuevos nazis ni ola de Peste Negra espectacular sin remedio, esperanza de conocimiento del origen ni posibilidad alguna de cura, sino de una variante viral de la de la gripe, un virus que lleva y llevará millones de años cohabitando con otras formas de vida en el planeta, para que se instale, de norte a sur y de este a oeste, un general ambiente de agresividad respecto al prójimo como enemigo potencial, una floración de comisarios vocacionales deseosos de denunciar, al más puro estilo de las dictaduras comunistas, a sus vecinos, y una plaga profundamente negra de sumisión al cacique y de renuncia a la libertad, el juicio crítico y los derechos del individuo.

La advertencia sobre los gravísimos riesgos sociales de enfocar la situación como una nueva peste que, terror generalizado y extendido mediante, convierte a cualquiera potencialmente en sospechoso e indeseable y da todo el poder a gobernantes sin escrúpulos, totalitarios y mafias y hace de sociedades e individuos libres sus primeras víctimas ha brillado por su total ausencia. Nunca en plagas anteriores se había sembrado, y utilizado, el miedo a nivel planetario de tal forma, ni se han hallado los ciudadanos en un estado de indefensión, control y desconcierto semejantes frente a las disposiciones de fuentes invisibles, repentinas, indiscutibles y variables que condicionan absolutamente sus vidas nada menos que bajo peligro de muerte.

Lejos de acompañar, de manera simultánea a las disposiciones oficiales, la información adecuada y mesurada sobre la naturaleza del agente patógeno, la inevitable recurrencia del fenómeno y las medidas, (vacunas e higiene) para abordar tales problemas, se han utilizado y extendido el pánico, la histeria, las opciones imposibles, véase el encierro indefinido, y con ello un dominio tan absoluto de las poblaciones como jamás se había logrado en regímenes totalitarios ni se ha alcanzado hasta el día de hoy con el comunismo en China, Cuba, Corea del Norte y aprendices mientras se está ensayando con el populismo étnico, nacionalista, sexista, etc. estilo siglo XXI. No es detalle menor que la más vasta dictadura actual de este tipo, China, ya no se denomine en la prensa occidental dictadura ni comunista sino que haya pasado a ser autocracia. Las palabras no son inocentes, ni lo es que escaseen los comentarios sobre la cuna del Covid y la imposibilidad de investigar su origen. Casualidad sin duda el rechazo a denominar una variante del virus por la letra griega xi, a la que sigue en el alfabeto heleno la o, ómicron La xi se asemeja a la inicial del nombre de Presidente del imperio asiático que siempre se vio a sí mismo como del Medio, hoy en plena expansión hacia los extremos, al que ha vendido Europa, a cambio de la inundación de mercancías todo a cien, la expectativa comercial y la compra de deuda, su dignidad y su independencia.

A pesar de la Peste Negra. Duomo. Florencia.

El volumen del miedo y disposición a la servidumbre, circulando a pleno galope por la red de comunicaciones moderna, y la parálisis y confinamiento de los países afectados no significan que la epidemia del Covid haya sido ni mucho menos el fenómeno más letal y la mayor ola de seguidismo irracional de masas que se recuerda: En el siglo XX la Primera Guerra Mundial desató una masacre colectiva absurda excepto por los intereses que la aprovecharon y dejó países en principio civilizados cubiertos de cadáveres rajados por bayonetas, gaseados, comidos por los parásitos, el frío y el lodo. La mal llamada gripe española no se quedó atrás, la tuberculosis, hasta el descubrimiento de los antibióticos, segó millares de vidas mientras las vacunas y la simple higiene han salvado innumerables; y las doctrinas totalitarias tienen en su haber millones de muertos, sin que los hombres civilizados hayan decidido rechazar, combatir las causas ni denunciar crímenes, estupidez ni fanatismo.

 

La mercancía del miedo

Lo pintaron, pero no se rindieron al miedo. Caravaggio. Florencia

La capacidad mercantil del miedo no es, ciertamente, nueva. El miedo vende, como bien sabe el periodismo. No se compra un periódico lleno de buenas noticias, pero, aliado con las técnicas de comunicación, esa mercancía vende mucho más, su rentabilidad se multiplica exponencialmente. La pandemia desciende sobre poblaciones que invierten gran parte de su dinero y atención en el estado y la apariencia física, en dietas, belleza, mimo del cuerpo y ropa de marca. Dios está aquí y se lleva puesto. Los enemigos del aspecto saludable son doblemente enemigos y los testigos visibles del deterioro de la enfermedad  o la vejez deben ser ocultados o mantenidos a la mayor distancia.  La confusión y los gobiernos de caciques han permitido además con la pandemia la floración de múltiples negocios, grandes ingresos, mafias, fraudes, estafas, cohechos y la constatación de que objetos de fácil fabricación y escaso coste, como mascarillas o desinfectantes, no se hallaran en el mercado y hubiera que importarlos de otros países. Como China.

Muy mayor negocio  ha sido, es y pretende ser la absoluta y fulgurante  imposición online, para gran alegría de empresas del ramo, programadores y comisionistas estatales o privados y con carencia absoluta de críticos, porque ¿quién se atrevería a pasar por desfasado reaccionario que añora épocas de atraso y es incapaz de apreciar los milagros de los nuevos tiempos?, ¿y las cuantiosas ayudas económicas que para ello la generosidad de los gestores universales le ofrecen?

El paso del miedo al pánico se mide por la percepción del agente de la pandemia como una especie de diminuta bestia rabiosa suelta que transmite su veneno fatal por la respiración y vapores de cualquier prójimo. Esto se traduce en la indefensión y desconcierto totales e inevitables. La racionalidad ofrece panoramas más templados  y desde luego mucho más lógicos y prácticos. Véase la visión de la vida como el micromundo de seres unicelulares, bacilos, virus, bacterias, microbios, que coexiste desde siempre, y por siempre, con otras formas, el macromundo, en el que se sitúa la especie humana, con interacción y reacción variable de ambos entre sí, en formas tan distintas como el bacilo de Koch, responsable de la tuberculosis, o las bacterias indispensables para la existencia del hombre a las que se debe, por ejemplo, la fermentación.

El Covid ha sido una pandemia de terror global porque había medios para ello. Era un miedo difundido y renovado en cada disposición, dato y día, acompañado por la indefensión completa, puesto que se inserta en un elemento absolutamente nuevo en el planeta: El sistema de comunicaciones informático. Y éste, que en principio debería haber actuado sólo como factor de apoyo positivo, ha multiplicado exponencialmente los daños sociales y políticos del Covid a causa de la gestión y porque se inserta en poblaciones que, previamente, se hallan en la situación de dependencia, no más peligrosa pero sí mayor, que la humanidad ha vivido jamás con el advenimiento de la telemática, que, al tiempo que sus indudables beneficios, tiene un lado oscuro: Su utilización de forma particularmente espuria y totalitaria.

 

El gran timo online

Moisés recibiendo los Mandamientos (sin online.). Florencia.

De repente, y con voluntad de permanencia, se ha privado al común de los ciudadanos de la atención directa, so pretextos profilácticos que no corresponden sino a un abuso permanente de las circunstancias, de la confusión y de ese excelente cómplice de todas las vilezas que es el temor. Robots, cintas grabadas, mensajes de correo sin posibilidad de respuesta, llamadas a números de teléfono que no responden jamás, soberbia, prepotencia y falsos pretextos de ocupación desbordada, desprecio del infeliz que intenta obtener la antes eficaz y rápida atención médica y que se encuentra con citas a más de un mes vista, organismos en los que donde había seis empleados hay dos o uno visiblemente inactivo pero que exige cita previa, fechas para vacunas de la vulgar gripe que se dan con más de treinta días vista so pretexto de agenda de enfermería completa y que cuando el citado al fin acude comprueba que es el único representante de la supuesta apretada agenda, desdichados que piden recetas de medicamentos necesarios y se encuentran con una especie de antidisturbios bloqueando la puerta y al habitual y conocido empleado transformado en furibundo cancerbero, organismos oficiales que funcionan visiblemente a ínfimo rendimiento, sospechosa unanimidad en las alabanzas al online y en el crudo hecho de que en absoluto reemplaza a la atención presencial, que se aprovecha y se quiere aprovechar para una amputación brutal de servicios y una segregación de la población y, que, en cambio, ha anulado la responsabilidad individual, no hay recurso posible ni respuesta y que jamás el individuo ha estado a tal punto indefenso ante la dictadura de dictadores invisibles.

La pesadilla burocrática, véanse los viajes y aeropuertos, a golpe de documentos noreply de inatacable estupidez binaria, el manifiesto desprecio e imposición a las personas concretas favorecen reacciones inútiles y negativas de rechazo a vacunas y a medidas aconsejables porque se produce un efecto de válvula de escape ajeno a la lógica y producto de la imposibilidad de control, de la impotencia ante la manipulación de la existencia cotidiana dispuesta por gobiernos ávidos de recibir dádivas y alabanzas de los señores que rigen y dosifican energía, autómatas y datos. Mientras, en las calles intentan conseguir empleos  y alimentos miles de seres humanos en paro que ofrecerían los necesarios atención y servicios, a los que se suman olas de emigración nada telemática. En la práctica, los ruidosos grupos antisistema son extremadamente útiles porque canalizan la atención, rechazo y reprobación de la opinión pública, que ve en ellos defensores del contagio y desahoga el volumen de agresividad y frustración acumuladas.

La maniobra de manipulación y sumisión de masas goza sobre todo de la mayor impunidad, está blindada ante el más mínimo ataque porque toda crítica y análisis de la opresión que ha provocado automáticamente se deriva al vertedero de los vomitados por la historia, de los incapaces de adaptase a la era luminosa del Progreso y sus ineludibles avances que permiten posibilidades jamás soñadas. Y son, además, cambios absolutamente irreversibles.

 

La dictadura invisible

La realidad es que se ha impuesto, de la forma más antidemocrática posible, el online como sistema de comunicación exclusivo, aunque no sea sino un recurso más que debía adaptarse a las necesidades y servicio de ciudadanos. Con una mezcla de papanatismo provinciano y afán de captar subvenciones basadas en la mutación telemática, se ha dejado a millones de personas en estado de necesidad y carencia, impotentes y atemorizadas, amordazadas además física y psicológicamente por la vergüenza de ser tachadas de incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y de ser torpes rémoras del progreso. Son por millares víctimas de un robo legal y cotidiano que ni siquiera pueden denunciar. Se hace en silencio e incluso con sonrisas. Coexiste el tratamiento online de apestados con las campañas de los bancos, pródigas en anuncios y carteles con sonrisas y ofertas de cariñosa atención simultáneas de unas directivas dignas de los lazaretos medievales para rechazar al usuario, limitar su entrada, blindar el recinto, reducir a mínimo horario y servicios, eliminar empleados y oficinas- Todo esto en un sector, el bancario, cuyos trabajadores gozan de un horario reducido de verano de seis meses amén de diversas ventajas fuera del alcance del común de los mortales.

Peor que el Infierno: El de la estupidez. Florencia.

El individuo sobra. Hay respecto a la población franjas de él más eliminables o despreciables que otras, las de mayor edad, y esto es bienvenido por las clientelas de la grey victimista de nómina y por los caciques, y el Cacique. Les hace sitio y, con su presumible pronta desaparición, minimiza gastos de mantenimiento. Clanes y clientelas de nómina imperan. Ahora bien, el canon del mínimo común denominador intelectual tiene sus límites por mucho que se lleve haciendo un intento tras otro de eliminar todo saber, conocimiento y humanismo de los estudios y se prohíban la reflexión y la memoria. Como ocurre con la economía, la resistencia de materiales no es infinita y hay un derrumbamiento final del país famélico, carente de recursos materiales y humanos. Pero hasta que se alcance ese límite del canon de la estulticia y mediocridad como norma puede transcurrir bastante tiempo y mientas hay espacio clientelar para algunas generaciones que disfrutarán de todo tipo de juguetes tecnológicos.

Excepto de la libertad y la cuota de incertidumbre e irremediables sentimientos de soledad y tristeza inherentes a lo humano, y de la felicidad de no deber lo que se obtiene sino a sí mismo.

Infierno: El más indiferente. Florencia,.

 

Tiempos de genocidios light

El genocidio light, que tiene la bandera verde, de un verde un tanto lívido porque el reverso de los inacabables bosques del planeta futuro es la deseable desaparición del idílico y sano panorama de cuantos no cuadran en la perfección juvenil y deportiva, ha encontrado su grande y segunda oportunidad, después de los programas de eliminación física y los burdos intentos totalitarios del siglo XX: Sobran cuantos no vean números diminutos en pantallas diminutas, sobran los que no tabletean con agilidad en pantallas, sobra el que no ofrece la feliz imagen de dar corriendo vueltas a la manzana provisto de zapatillas de marca, está de más el de lectura y dicción de online precarias, por no hablar del osado y por fortuna raro contestatario que se atreve a dudar de la deslumbrante bondad y acierto del sistema. Molesta además especialmente por densidad comparativa, por la constatación de que posee autonomía de pensamiento y un almacén personal de saberes de los que al veloz interlocutor se le ha privado por abolición de estudios y del concepto de superioridad y excelencia de los conocimientos.

  • El indeseable ciudadano que ha perdido el look de la juventud es expulsado de cada metro de reciente asfalto con el que se impide el paso del transporte con el fin de construir en ciudades grises desiertos parameros e inmensas aceras innecesarias donde antes había seguridad, tráfico, posibilidad de desplazarse y animación urbana. Porque la ciudad, con su plural oferta y animación, es la libertad. La epidemia ha dado su oportunidad de oro a la ola de desprecio, hostilidad y eliminación de percepción y contacto con la que se trata a los mayores. Existen muchas formas de exterminio, en pequeñas dosis, maquilladas por campañas de solicitud gregaria oficiales. La  eutanasia, en tal contexto, será muy bienvenida, los suicidios difuminados en el hastío del abandono y el rechazo. Hay que hacer a los que no dan la imagen del Hombre Nuevo online la vida tan incómoda como sea posible, atizar la segregación, sacralizar al espécimen joven del nuevo mundo telemático regado de alabanzas y subvenciones. En el viejo se ve la imagen lamentable de lo que se llegará a ser, de lo que la propaganda de la juventud impecable, eterna y sin memoria niega. Toda agresividad, desdén, omisión son pocas, como saben muy bien las oficinas bancarias, los servicios públicos, las entidades y recepcionistas de servicios médicos. Los dioses Futuro, Online, Planeta Verde, Porvenir Climático exigen sacrificios, la pandemia providencial ha acudido en su ayuda, el Hombre Nuevo carente de pasado y de recuerdo se multiplica en los jóvenes.

Antes de que el comando igualdad de género lo destroce. David, de Miguel Ángel. Florencia.

A éstos la dictadura invisible les ofrece y ofrecerá compañía garantizada y gratificación instantánea. A ningún régimen totalitario le faltaron juventudes fanatizadas. El más torpe de los dictadores sabe acomodarse y sacar partido de ellos. Mayormente en un país colgado, como probeta de experimentos mal conseguidos, al extremo occidental de Europa y que es en ella la nación fallida, débil, irrelevante y patética, única que rechaza nombre, símbolos, lengua propia, historia y bandera, envidiosa con razón de su vecina Francia, defensora de su falsa Leyenda Negra, miembro mendicante de la U.E y que tiene como presidente un maniquí huero al que nadie votó en elecciones generales y que se apoya en el desecho de terroristas reciclados y en clientelas ansiosas de desguazar el país. La dictadura invisible online no admite reclamaciones, es blindada, abstracta, anónima  e invulnerable. El cacique presidencial es el mascarón de proa de las clientelas parasitas tras el que se apiña, con aplausos, la tropa tragaperras, que tintinea consignas -a -o cada vez que se introduce en sus ranuras el sueldo.

El maniquí modelo Hombre Nuevo cuenta con  tres amigos: la Trinidad: Planeta, Futuro y Progreso a la que se suma el caprichoso dios Climático, que garantiza la irresponsabilidad del Líder y su distanciamiento de cuanto pertenezca a lo presente, inmediato y comprobable. No hay culto más cómodo ni dioses más inapelables. A más vacío personal y mayor capacidad de fraude y flatulencia ideológica mayor devoción espectacular por cuanto se sitúe a siglos, milenios, millones de años vista. El parásito se sabe en ese terreno libre de dar explicaciones a críticos y adversarios y dueño de repartir a sus fieles huestes larguezas. Planes, proclamas, promesas, expolio de bienes y derechos, leyes y normas diarias y abundantes, disposiciones arbitrarias y contradictorias, invocaciones, prohibiciones, sacrificios, todo se justifica en el ara del dios Futuro, del dios Planeta, del dios Progreso, del sagrado Cambio Climático. No hay medio ni posibilidad alguna de comprobar cuanto el Líder proclama, de acomodar sus disposiciones al presente, de introducir en la escena del hoy y el ahora al ciudadano y su breve vida. Ninguno de tales dioses existe como tal y su misma entelequia los protege y da a los líderes invisibles y a sus representantes patente de corso para hacer y disponer cuanto quisieren, desparece el presente, lo único real y cierto, para ser sustituido por imágenes virtuales futuribles y profetas que evangelizan, en un rasgo de conmiseración, a los torpes mortales apegados al disfrute de los bienes y alimentos terrestres de su día a día.

La pasividad de poblaciones narcotizadas por la difusión del miedo no impide, sin embargo, la percepción del esbozo de sociedad que se está intentando imponer: No es el mundo en el que se desearía vivir sino la antítesis del proyecto democrático que con tanto esfuerzo se había ido materializando, el de derechos y libertades individuales, valoración de la excelencia y el mérito, admiración por la belleza, la inteligencia, las obras sublimes de la investigación y del arte, los logros del trabajo y del esfuerzo.

Lo que apunta es el lado más oscuro del empleo de la ciencia, el menos democrático, en el que un abismo separará al individuo del común de una élite provista de contactos, fondos, tarjetas oro y express y equipos de asesores que resolverán para ella cuantas gestiones presente la vida diaria. Es una élite de físico y nacimientos seleccionados por especialistas en genética que les asegurarán la vida a la carta, la ausencia de defecto alguno y la previa eliminación de cuantos no consideren humanos, dignos de respirar ni de pertenecer a su núcleo dinástico. La élite planeará, sin mancharse, sobre el confuso enjambre de la plebe, lucirá, en el caso de que quiera reproducirse, bebés impecables y no tendrá jamás el menor problema de gestiones, pagos y suministros, no existirán para ella robots telefónicos, silencios, noreply ni esperas y, con sorpresa genuina, sabrá a veces de las angustias de cuantos habitan los tan lejanos mundos exteriores. Entonces verificará el móvil que lleva como un escapulario y lo considerará una transmisión defectuosa.

Naturalmente hay un olimpo, y en él profetas y gestores de felicidades virtuales disfrutan, además de de los bienes de este mundo antes de que lo cubra el uniforme tono verde, del mayor de los placeres: El dominio total, aquel que los dominados agradecen y alaban, pasada ya la línea de la crítica, la perplejidad, la rebelión y el sufrimiento e instalados en las tierras del olvido de lo que en el pasado fueron y sintieron.

La utopía recuperada

La sustitución de una forma de vida y un sistema razonablemente libres lleva camino de aprovechar las circunstancias para instalar de forma permanente un nuevo totalitarismo anónimo, una fusión, más que revival, del nazi y el comunista, con la dualidad masa/élite blindada por la aparente neutralidad de la ciencia y los inmensos avances y beneficios que ésta ha procurado. Esos mismos descubrimientos, la complejidad alcanzada, hacen el manejo de lo que concierne a su vida diaria ajeno e inaccesible para la mayor parte de la población, que debe remitirse a su uso y dar las gracias por el milagro de la comunicación y la información instantáneas. La toma de disposiciones sin la menor participación de los interesados, y contra su voluntad, beneficio e intereses ha introducido riesgos gravísimos de un tipo de dictadura y control telemáticos que exige la anulación de cualquier otro medio de expresión, representación y contacto. Se plantea pues una tarea nueva, por demás insólita: Recuperar la utopía.

La Belleza existe. Botticelli. Florencia

En este caso se trata, y sería la primera vez que tal fenómeno se produce en la Historia, no de luchar por una utopía inédita, sino de recuperar la más feliz forma de vivir que, sin rechazo de los progresos actuales y con plena conciencia de la historia reciente, reivindique sin complejos ni temores de exclusión, omisión ni ostracismo, las formas de relación personal y laboral que se intenta erradicar y sustituir por opciones mecánicas vacías de responsabilidad personal y de calidad humana. Se trata, en esta época gris, de la utopía de reemplazar la envidia y el odio a la excelencia por la abrumadora alegría ante la superioridad ajena, por la plataforma que ésta a todos ofrece de despegar de la angustia, mezquindad y de los males inevitables. Si, por poner un ejemplo, la ciudad italiana de Florencia fue capaz, en el siglo XIV, a pesar de la feroz Peste Negra de 1347, que mató a más de un tercio de la población, de alcanzar la cumbre de un arte que llamamos renacentista y edificar la maravilla del Duomo de Brunelleschi, grabar las puertas del Baptisterio de Ghiberti, pintar y esculpir los infinitos tesoros de la Galería de los Uffizi, de la Galería de la Academia, si lo hicieron Miguel Ángel, Botticelli, Leonardo, Fray Angelico, Rafael, Caravaggio, con el olor reciente de la muerte, el terror y la pérdida, es posible que poblaciones que han sufrido infinitamente menos salgan de su estupor, rechacen la sumisión y el miedo, afronten la vida y la posibilidad de crear y sentir, más allá.. Lo hicieron otros hace siglos, en condiciones y con existencias mucho más duras y breves, y  supieron, sin embargo, dejar para sus contemporáneos, para nosotros y para sí mismos, una porción de eternidad.

Rosúa

Madrid, enero de 2022.

 

 

 

 

08/1/21

Tiempo de Caciques- Madrid, julio de 2021

No espero nada.

No temo nada.

Soy libre.

Nikos Kazantzakis. Epitafio.

Escritor de Creta, Grecia. Un país orgulloso de  su historia, alegre, libre.

 

Tiempo de caciques.

Hubo un breve tiempo aceptablemente racional, de transición y confirmación del país moderno que de hecho España ya era.

Luego hubo un largo tiempo de chantaje, mayormente verbal, cultural y en el manejo de la opinión pública, destinado a crear un pasado de dictadura atroz, uniformemente satánica, que justificase la ocupación de grandes y rentables espacios por gentes sin méritos para ello.

Le siguió un tiempo de caciques, con voluntad de afincamiento eterno apoyado en mitologías, ancestrales, pasadas y futuribles ajenas a todo control y verificación.

No existieron, ni habían existido nunca, dualidades de perfectas maldad y bondad, jamás hubo dos españas más allá del discurso poético y del fácil recurso al simplismo verbal. Sí existieron, y existen siempre, por una parte, responsables de crímenes, robos, fraudes, asesinatos. Por otra, aquéllos más peligrosos a causa de su anonimato, mimetismo, voracidad y gran número, sin valía ni obra propia, dispuestos a vivir mejor y a costa de los demás alegando pertenencia a colectivos presentes, pasados o marcados por inescrutables designios de la Historia para cumplir los decretos del dios Futuro y su Mesías, encarnado en un bíblico Cobrador del Frac a cuyas puertas hace cola la inagotable cantera de víctimas de género, etnia, historia, número y caso. El planteamiento dual se traduce siempre en chantaje, extorsión y anulación de los hechos y derechos concretos del individuo concreto por parte del grupo depredador, que absorbe de la limitada y presente vida de las personas beneficios, poderes, haberes y territorios proporcionales al vasto robo del erario público. cultural y mediático, implantado afianzado y explotado, sistemáticamente por la gigantesca bolsa de clientelas en las que se asienta el sistema parásito.

Que la monumental excrecencia haya logrado en España imponerse como el ruido de una tamborrada se impone a la buena música y que las simples y profundas estupidez, ignorancia, mediocridad y envidia se erijan como norma sólo puede explicarse por la aquiescencia implícita o explícita de una gran parte de la población a lo que objetivamente es malo, ridículo, ruinoso, absurdo y falso. Ni hay dos Españas ni ha habido un absoluto Mal encarnado hasta 1975 en una dictadura sin la cual hubiese imperado una república parangón  de dicha y libertades. Lo que sí hubo sin lugar a dudas durante los años siguientes fue un país como los otros que se propuso y logró resolver múltiples conflictos. Existió un tiempo de altura de miras, realidad y desprendimiento, imposible de concebir ni tolerar por los grupos ávidos de apropiarse de lo que por sí mismos no hubieran conseguido jamás.

Vino el largo tiempo de chantaje, la fabricación del monstruo dual, el montaje póstumo de defensores de la Luz y del Bien, el tiempo en el que la sola inclusión verbal en derechas, fachas, burgués, franquista, reaccionario significaba ostracismo social y económico. Desaparecieron la realidad, la educación, la historia, la lengua, el territorio nacional, la igualdad ante las leyes, hasta extremos que precisamente por su insólito nivel de irracionalidad y estulticia resultaban inatacables y producían desde el exterior reacciones entre la indiferencia ante lo inane y la hilaridad por lo ridículo, mezcladas con la conmiseración que despierta en el foro internacional  el pobre actor que cree llenar con deslumbramiento estético el escenario y paga a la clá los aplausos.

Lejos de ser el valiente pueblo español que muchos quisieran creer, la mayor parte del  manso público local digiere sin el menor esfuerzo, sin incomodarse siquiera por el tamaño, olor y sabor de las píldoras, las mayores necedades, los más flagrantes absurdos, las más patéticas sumisiones a la irracionalidad, las injusticias más obvias, la impunidad de los delitos. Deglute, mientras no falte el pienso, como integrados en el menú cotidiano la mentira continua, la impunidad como norma, la desaparición bajo sus pies de lo que llamaron país que sólo se ha vuelto un remedo fallido de tal, una patética anomalía, el único sin posibilidad de exhibir en numerosos territorios bandera ni símbolos, de emplear ni estudiar la lengua española y donde no hay ciudadanos con derechos y deberes iguales sino un amasijo de clientelas y caciques que compran la fidelidad de sus mesnadas a golpe de fabla, habla, sexo, distribución generosa de aprobados en ignorancia, falsos diplomas, doctorados ficticios, cátedras y bachilleres inexistentes y erradicación de la libertad, el saber y la memoria. Tendidos quedan en el campo de batalla gramática, semántica y sintaxis, repartidos como botín  de los asaltantes las infelices vocales y los desdichados morfemas.

La liturgia es estricta, con premios a la repetición de jaculatorias de los nuevos y cómodos dioses y excomunión, oprobio y anatemas hacia los disidentes. Es un olimpo creado a imagen y semejanza de sus profetas, compuesto por Futuro, Online, Planeta, Verde y, en fin, con soma[1] a discreción pagado por Benefactores sostenibles, lejanos, virtuosos, virtuales, planetarios, climáticos y telemáticos. Son dioses cuya fuerza precisamente reside en que no existen, en que en lo inmediato, en el concreto vivir de las personas concretas, carecen de entidad. Su responsabilidad se proyecta en una dimensión fuera, en la práctica, del espacio y del tiempo, sin apelación, responsabilidades ni reclamaciones por daños ni denuncias por fraude, lo que permite a los gestores del tiempo de caciques la mayor impunidad que imaginarse pueda, la barra libre de condena a los disidentes, la imposición continua de realidades ficticias y de inapelable superioridad moral. Es religión que otorga a su clero, muy en este mundo, derecho de control, manipulación, cohechos, la apropiación legalizada de cuanto desee, la agresión cuando y a quien plazca, según la momentánea conveniencia del Cacique Máximo, aderezado y diseñado éste, como en la antigua filmografía del salvaje Oeste, según el mudable criterio de venta de imagen del sheriff. No existe blindaje comparable al del régimen que apela a esos nuevos dioses de obligada obediencia y que se beneficia de la sonrisa, entre condescendiente, burlona y cómplice, de los dirigentes de democracias auténticas con ciudadanos reales.

Nunca hubo control de la población mayor, indefensión semejante del individuo que carece del apoyo de las mafias legalizadas, sociopolíticas. En comparación, la vieja dictadura era, en la vida privada, mucho más libre.. En 2021 el sistema sabe todo de todos, puede arruinar al individuos cuando lo desee, se está a años luz de la igualdad de derechos y deberes. La tranquilidad, bienestar, los ingresos de los que se goce dependen de la adhesión implícita o explícita a los mantras de las nuevas religiones laicas, del pago de infinitos diezmos y primicias a su parroquia, de la obediencia al clero de los nuevos dioses y de la aceptación de los juicios de valor que ellos impongan. Se está sometido diariamente a una ducha de consignas sobre qué vida llevar, qué comer, qué decir, qué pensar, qué escribir, cómo ser bueno, aceptado, guapo, sano, joven, fuerte, con una injerencia en la vida personal que sólo en las dictaduras totalitarias -comunistas y nazis- se recuerda, con la salvedad de que la actual, gracias al empleo espurio y malsano de las tecnologías, es infinitamente más eficaz, inapelable, ubicua, absoluta.

Por lo tanto, nunca el conglomerado parásito ha tenido a su disposición botín más fácil, más indefinido ni más rentable: España es un ejemplo de manual: Un país entero, con sus instituciones, empleos, subvenciones, leyes, cargos. No hay negocio mejor ni más impune que la instauración, siempre bajo cobertura de supuesta democracia europea, de un Gobierno de parásitos sostenido por terroristas de carrera, jefes sólo expertos en crear y justificar tribus, vendedores de rentable victimismo y cabeza visible de un Presidente Figurín jamás votado en elecciones generales y encargado del reparto de dádivas. Cuando no se le llama ya miedo al miedo la dictadura es inatacable y se trata de un sistema nuevo, moderno, mediático, de caciques supeditados al filtro online y de ciudadanos que han optado por dejar de serlo.

Es el tiempo del mínimo común denominador, del rancho barato o gratuito aliñado con servilismo y cobardía en el mejor estilo, remozado, de Los Santos Inocentes[2]. A fin de cuentas entre el propio campestre utilizado como perro de caza y el propio 2021 que acepta sin rechistar una lluvia de decretos, normas y órdenes jupiterinas aprovechando, sin asomo de consulta parlamentaria, un impuesto y turbio estado de alarma sólo median las formas, no la disposición de los súbditos. El virus ha venido a potenciar la vocación de vasallo y servidumbre, la decidida y probada, mientras no se demuestre lo contrario, opción de buena parte de la población hispana por el dueño tribal, que ahora nombra a sus mujeres y a las de sus pretorianos ministras y catedráticas .El resultado del desguace es la prueba, enmascarada por los juguetes tecnológicos, de la posibilidad de las regresiones y de la veloz, acelerada lejanía del país que ya no es y que pudo ser.

Rosúa (Madrid, 28 de julio de 2021)

[1] Soma: Droga repartida a los individuos en la novela de Aldous Huxley Un mundo feliz.

[2] Miguel Delibes, novela. 1981. Película de Mario Camus 1984.

 

 

07/13/20

El País de No Pagarás

El País de No Pagaráshttps://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/

 https://www.elrincondecasandra.es/siempre-hoy/pandemia-y-pandemias-2020/

Había una vez un país en el que nada se pagaba nunca y esa era su divisa, su credo, su proyecto, su visión del futuro y su firme creencia de cuál había sido, o debería haber sido, su pasado. Cada mañana, a la que el sol salía, sus habitantes esperaban que iba a iluminar un territorio nuevo en el que, a diferencia de oscuros tiempos anteriores, no quedaría apenas rastro, como de un mal sueño, de los desagradables usos y costumbres de la era antigua, injusta y trabajosa. Se encontraría cada cual, en la misma proporción, calidad y peso, su desayuno, y así ocurriría con todas las pitanzas. De manera semejante, y según gusto, cercanía y apetencia, se instalaría cada uno, por horas días, años o semanas, en la casa que fuese de su agrado, desplazando, si necesidad de ello hubiere, a los ocupantes. De igual forma se procedería con la vestimenta, vehículos, objetos y con cualquier tipo de servicios.

En el País de no Pagarás se valoraba, sin embargo, en extremo la consecuencia, de manera que el conjunto, de los mayores a los menores actos, correspondiera estrictamente a la divisa. Hubiera sido de abominable mal gusto y de reprobación unánime la exigencia de algún tipo de contrapartida para ocupar oficios, trabajos, cargos, ocupaciones de cualquier índole. Se entraba tranquilamente en el despacho, sala, aula, consulta, obra, centro de cualesquiera operaciones, y de la misma forma se abandonaba, como era frecuente, en breve por fatiga o hastío, o por exigencia del siguiente ocupante. Grandes dispensadores de lo que se vino a llamar, por pura estética ya que así figuraba en la letra gótica de las introducciones, títulos se situaban en zonas ajardinadas que ocupaban espacios que otrora se llamaron universitarios. En cada máquina bastaba con la impresión de la palma de la mano para que aparecieran sucesivamente, a elección del consumidor, diplomas diversos de la categoría que se deseara. No existía, lógicamente, la menor contradicción en el número de sus poseedores puesto que aquellos decorativos documentos en modo alguno implicaban conocimiento ni especialización de ningún tipo ni eran, en el feliz País de No Pagarás, remunerados o exigidos. De hecho, cada mañana el césped aparecía sembrado de ellos hasta que eran oportunamente dispersados por el viento.

Las reuniones nunca eran de menos de mil individuos y transcurrían en un cordial intercambio de abrazos y besos animados por la afectuosa consigna “De gente a gente”, en un clima de homogéneo disfrute de la seguridad en la homogeneidad y gratuidad de los días y en la certidumbre de que, en cualquier caso, jamás existirían diferencias ni remuneración alguna entre los miembros de la “gente”. De hecho, se había borrado del léxico como obsoleta la palabra “envidia” puesto que en No Pagarás carecía de sentido. El vocabulario había experimentado un sano proceso de adelgazamiento, perdido buena parte de la grasa verbal que obligaba a manejar sutilezas y múltiples significados que incomodaban en las vastas reuniones a los asistentes. Cabía incluso el peligro de que el entramado de conceptos y palabras los llevara a hacer un esfuerzo, lo que chocaba frontalmente con los principios y leyes en vigor

La vida social y política era en No Pagarás mucho más animada de lo que hubiera podido suponerse. Cada día se fabricaban y exhibían un pasado y un futuro nuevos, con personajes, preferentemente colectivos, cortados a la medida de “Gente”, intercambiables y por encima de todo en absoluto susceptibles de despertar inquietudes de emulación ni desazón comparativo. Se trataba de un divertido pasatiempo semejante al de ir incrustando diminutas piezas en el tapiz de un rompecabezas de grandes dimensiones al que se debían adaptar, sin perfiles discordantes ni aristas, las figuras del pasado que desordenadamente fueran surgiendo y las que pudieran añadirse en el tejido futuro de la nación dichosa repleta de gente bienaventurada. País feliz hasta tal punto que ni siquiera lo turbaban arcaicos recuerdos de la vieja nomenclatura o asuntos de trámite respecto a los vecinos. Ningún rasgo ni símbolo comparativos eran en él aceptables por cuanto implicarían contrapartida de atención y esfuerzo, conocimiento del pasado y enojosas categorías, tanto tiempo ha abolidas, de valor y mérito. Bajo la guía paternal de “Gente”, se habían repartido hacía mucho tiempo fragmentos de fronteras, accidentes geográficos, hablas, flora, fauna y fenómenos atmosféricos, y se hablaba con temor y hostilidad, en voz baja con tono y miradas huidizos, del tiempo oscuro de las diferencias, los esfuerzos, la obligatoriedad de tareas y los pagos. Luego se elevaba la mirada agradecida hacia el cielo homogéneo, sin nubes, tormentas ni pájaros, del infalible salvador Gente, incorpóreo y semejante a una acogedora cúpula de mullidos materiales.

Los países de la comunidad Pagamos se habían acomodado sin esfuerzo al trato con el apéndice extemporáneo que representaba el País de No Pagarás. Atravesaban sus inexistentes fronteras, pasaban en él temporadas extremadamente gratas y disponían ventajosamente de cuanto les parecía oportuno. Disfrutaban de lo que en él les apetecía, enviaban a los aborígenes indispensables pero bien calculados suministros, les impedían cortésmente el acceso a sus propias naciones exteriores y a los beneficios que en ellas sus ciudadanos pagaban y de los que, lógicamente, disponían, y controlaban la situación de modo parecido a los grandes complejos hoteleros: Cada habitante del País de No Pagarás llevaba una pulsera electrónica con la que se medían gastos subvencionados por los de Pagamos. Así las naciones vecinas del País de No Pagarás se solazaban satisfechas y con saldo favorable en el vecino parque temático que, por añadidura, ofrecía a los visitantes románticos e inquietos un placer especial, de lo distinto, mezcla del sabor de lejana tribu, de las utopías idílicas de las viejas historias y de la seguridad de la pitanza. Con un deje añadido a la satisfacción por la propia generosidad cuando se han dejado unas monedas al pobre de la esquina.

En el País de No Pagarás la gratuidad absoluta no impedía, muy al contrario, una intensa vida política. Los miembros del núcleo Gente Para La Gente recibían de por vida el más generoso estipendio en especie conocido tras una estancia, por efímera que fuese, en el cargo, y tal bienaventuranza manaba y se arremansaba en nucleolos, como GMG (Gente Más Gente), JP (Jamás Pagar) o VV (Víctimas y Víctimos), que, por serlo, tenían garantizada la continuidad vitalicia de su mirífica situación. Eran seres tan fugaces que apenas se recordaban sus nombres, pero se consideraba indiscutible la consideración que se les debía, que se cimentaba en la sólida, inalterable, inamovible decisión colectiva de no pagar jamás, de la cual se consideraba a Gente Más Gente encarnación y garante.

Rosúa

07/12/20

VIRUS VÍCTOR. DE CIRCE A PINOCHO-

Virus Víctor

De Circe a Pinocho

(EL DIARIO DE LA PANDEMIA COMIENZA EN MARZO, PERO TRANSCURRE DESDE ENTONCES HASTA LA ACTUALIDAD, A LO LARGO DE 2020 Y EN UN DESPUÉS INDEFINIDO)

https://www.elrincondecasandra.es/diario-de-la-pandemia-madrid-13-marzo-de-2020/

Tratar a la gente como al enemigo puede ser peor que la pandemia. Es a lo que el virus y sobre todo la manipulación del miedo que despierta han abierto las puertas. Se trata, una vez más, del viejo sueño totalitario que, unido por la coyuntura temporal al imperio de la imagen, puede ser letal haciendo de la sociedad un lugar invivible para los individuos con pretensión de libres y poseedores de cierta dignidad y exhibiendo como prototipo un maniquí de cartón piedra prefabricado cada día a golpe de circunstancias.

La regresión está servida, de Circe, que transformaba a los hombres generalmente en cerdos -animal no desposeído de alguna inteligencia y de gran utilidad- , a Pinocho, quien, ya entrado en la edad moderna, pasaba de narigudo a borrico por sus propios méritos y decisiones y por la elección como mentor, no del sabio y bondadoso Gepetto y del atento Pepito Grillo, sino del embaucador que ofrecía un panorama sin fin de golosinas que desembocaba en la completa transformación de los niños (ahora población infantilizada) en bestias de carga vendibles al mejor postor.

El timador que enarbola el virus en la cartuchera no es sino pura imagen apetecible por talla, sonrisa soldada a un rostro sin resquicios de inquietud ni inteligencia, repetición incansable de la misma caja musical y promesas de gratuidad infinita. El Estado Postvirus promete en el mejor de los casos, porque del cerdo todo se aprovecha, la mutación de Circe, en el más probable la de Pinocho, un ganado medroso hecho al ronzal y los rediles y ansioso de identificarse y mostrar su apoyo a la imagen, multiplicada por todos los espejos a todas las horas, de un aparente humano ajeno a la fealdad, la vejez, la incertidumbre y la muerte.

A los Gepettos y Pepitos Grillo ni los hay ni se los espera, porque, de existir, se ocultan con prudencia y sólo les cabe esperar a que pase, si es que pasa, la ola regresiva. Mientras, ven aumentar, entre el general asentimiento a las mutaciones, las orejas de asno y el paso de la voz y el discurso humano al rebuzno, al que inmediatamente se califica de lengua protegida y rasgo cultural. La imagen acartonada que resume el ideal imperturbable e invulnerable de admiradores y partidarios rezuma una pócima que, al estilo de la de Circe, potencia, en una suspensión de microgotas mucho más poderosas que la del virus, lo peor de cada ejemplar humano, que pasa de racional y responsable a frustrado aprendiz de comisario ansioso de demostrar sus méritos con excesos de celo y múltiples denuncias. Nunca algunos habían ofrecido y ejercido sobre tantos tales cotas de poder hacia mutaciones regresivas de extraña, pero no sorprendente, y nueva animalidad.

https://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/

Rosúa

01/6/20

TRISTEZA. ESPAÑA 2019

https://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/Panorama de España 2020.

 

TRISTEZA

Tristeza.

Sin límites, tristeza.

Sin excusa.

La del que pisa el cadáver hecho trozos

del que creyó país al que regresa.

Tristeza de vergüenza viscosa y de sonrojo

que cubren los recuerdos de la infancia,

las calles y los nombres de los pueblos

que tuvieron nobleza y un sentido,

que no fueron de nada ni de nadie,

que tuvieron grandeza sin rencores

y se quisieron por igual de todos.

Manjar de ratas hoy, de subasteros,

de feriantes de feria de desechos,

elogio de avidez y alcantarillas

de los repartidores de carroña.

Donde había montañas sumideros.

Donde Historia censura. Donde Arte

zafiedad obligatoria.

Dónde está, qué habéis hecho,

Qué fue de mi país, hoy desguazado.

Quién robó mi regreso, mi esperanza

y ha teñido el lugar de mis recuerdos

con el color viscoso de la envidia,

con la codicia torpe y sin valía.

Nunca debí volver. No merecía

mi país ser país, ni ciudadanos

los que viven en él.

Son y serán criados

de los países que merecen serlo.

Hicieron su bandera

del pálido terror a la grandeza,

del miserable afán del pedigüeño

que se esfuerza en lamer a los tahúres

por si le arrojan gratis de sus sobras

con dedos largos, fríos, enjoyados

con anillos tramposos de la timba.

Nunca debí volver. No había suelo

donde poner el pie, sólo migajas

y un horizonte hecho de repartos

a ras de conveniencia,

sin futuro, sin leyes, sin Historia.

Mapa para roer el pan ajeno

y no ver más altura que el hocico.

Tristeza del país que no fue nunca.

Capital de la envidia y de no serlo.

Mercedes ROSÚA.2019

06/10/18

La marmota de 2018: El gran negocio dual.

La marmota de 2018:

El gran negocio dual.

 

 

Déjà vu. Vista ya la marmota primaveral, con variantes diversas pero siempre fieles a un esquema en el que la evidencia, precisamente por serlo, es de imposible denuncia y está blindada por una programación previa, diseñada para culpabilizar y ridiculizar al denunciante y por la aparente sorpresa ante la cadena de cambios y sucesos difundida por los medios de comunicación.

Ocurrió ya, en la semana del 11 de marzo de 2004: El sabor de preparación ambiental, el clímax sabiamente aprovechado, el resultado similar, rápido. Se repite -años después, sin aquel preludio sangriento pero sostenida por una vasta y equivalente red de intereses. Es un negocio rentable, con un reparto de puestos, dinero y fondos públicos de lo más prometedor. Al fin y al cabo es una fórmula carente del menor escrúpulo pero de éxito. Pasó, con marmotas de menor tamaño, desdentadas, en ocasiones alejadas de los focos. Ha vuelto a suceder, apretado en una semana como otrora, entre finales de mayo y comienzos de junio de 2018. Y tiene siempre el mismo común denominador: Separar sucesos concretos, hechos, riesgos asumidos, individuos, de la responsabilidad y personal valía o ignominia de sus actos. No habrá leyes comunes, la Constitución molesta. Los ciudadanos existirán en función de quiméricos colectivos creados al efecto y que funcionan como tópicos magnificados por la insistencia de los medios y sirven como chantaje ideológico de obligado asentimiento y, muy especialmente, como centros de reparto de bienes. No hay personas ni acciones, ni mérito, ni razonamiento alguno. Hay progresistas, mujeres, homosexuales, ecologistas, aborígenes, tribu antifranquista virtual extraordinariamente bien remunerada, coros de la -a y la -o, víctimas de la opresión milenaria, de dictadores exhumados y de la Historia. Hay en fin todos cuantos pretenden obtener gratis total el puesto, dinero y prestigio que nada tienen que ver con su valía, esfuerzo, titulaciones y trabajo. Blindados éstos por las propias dimensiones de la estupidez de las consignas que los protegen, entre las que brilla señera la utilización del mantra Género, como si los órganos genitales que se poseen y su uso determinaran por ley la capacidad, y por ende los privilegios, de cada persona. Se trata simplemente, una vez más, de imponer el dos y dos son cinco orwelliano, de separar la causa y el efecto, hurtando realidad, actos y costes a la percepción general, con la impunidad paralela y el enriquecimiento seguro que esto supone. Es la maquinaria del filtro a contrario, que promociona lo peor y los peores a base de imposiciones gregarias, que, de paso, diluyen y anulan la responsabilidad individual de quien tome conciencia y rehúse formar parte del clientelismo y la vileza. El que disienta será la risible excepción que confirma la regla y desaparecerá en un mar de censura y silencio. Déjà vu.

Colócanos a todos-Acampada en Madrid, 2011.

El Bloque Parásito no corresponde a partidos ni siglas, aunque encuentra su nicho ecológico con mayor comodidad y fortuna en algunos de ellos. No es homogéneo sino cárcel con posibilidades de huida porque ahí la lima en el pan es la fibra moral, la lucidez y la valentía de cada cual. Poco importan los avatares que el actual clan ganador pueda presentar a la opinión y hacer llover desde los medios. Lo hará sea con populismo puro y duro, sea con miedo a inseguridad y atentados, sea con primeras filas de cargos ocasionales sin mayor finalidad que la pose cinematográfica. Lo que definirá realmente su avidez son núcleos muy comprobables y precisos que se continuarán apoyando y nutriendo con los fondos y medios que a lo necesario y justo se niega. Prolongará, y aumentará probablemente, la impunidad en la prohibición del empleo de la lengua española en gran parte del país, la manipulación educativa, el oneroso mantenimiento de los principados nacionalistas, la invención partidista de la Historia y su utilización como fuente de promociones sociales y de espacio televisivo, la exculpación terrorista, el trato aterciopelado a delincuentes y asesinos y la fragmentación y relativización constitucional y legal según los grupos a los que convenga halagar en el momento.

Incide también en el proceso parasitario un conocido factor cíclico tan previsible como el fenómeno de El Niño o el paso de un cometa: El país se recupera económicamente tras la ruina causada por un gobierno de infausta memoria, depredador y sustentado por clientelas improductivas y, cuando mejor gestión, mayor eficacia y menor latrocinio oficializado logran un nivel apreciable en los cofres de erario público, cae sobre ellos de nuevo, con la regularidad del día 29 de los bisiestos, la ola de totalitarismo light en nombre del bien social y del reparto de lo ajeno a sí mismos y a sus clanes, siempre protegidos por el chantaje de tratar de fascistas, reaccionarios y franquistas irredentos a los acobardados disidentes.

Los grandes, y menos grandes, rumiantes presupuestarios se han asegurado de nuevo el sustento, que distribuyen sus ubres y procede del país de nombre vergonzante, España, de gentes del común que producen bienes y servicios y valen por sus propios méritos, personas y no tribus a las que una vez más se niega el país libre de ciudadanos iguales en obligaciones y derechos y a las que pretende confinar a toda costa en la falsedad dual izquierdas/derechas, trabajadores/burgueses, progresistas/reaccionarios, autonomistas/fascistas sólo válida para análisis históricos y temporales muy concretos. Es preciso, para que los beneficiarios del chantaje se mantengan, mantener esta cárcel y blindarla contra toda crítica. El bipartidismo en España, pasada la juventud de aquella Transición y Constitución henchidas de buena voluntad y altura de miras, ha venido siendo el de quienes amenazan a los demás con tratarlos de derechistas abominables y el de los que siempre han preferido someterse al chantaje, bienvivir, callar y traicionar a sus supuestos representados. La explotación del franquismo post mortem y la barricada con dinero público han constituido uno de los negocios más prósperos. Lo siguen siendo, y sólo una masa crítica de cobardía e intereses puede explicar el hecho insólito de un país en el que se prohíbe en amplias extensiones el uso de la lengua nacional, el español, en el que toda muestra de desprecio hacia historia, símbolos e instituciones comunes es financiada y aplaudida y en el que se ha impuesto un filtro a contrario de la calidad en todos los sentidos del término.

Entre rejas

El polo positivo es el de quienes defienden la libertad e igualdad de los ciudadanos, la enseñanza y uso del español y el reparto equitativo de los presupuestos. No hay más dualidad que, por una parte, el magma de las clientelas y, por otra,  los individuos dotados de lucidez y de honradez que probablemente votarían al  único partido político que hoy por hoy defiende esto. Quién es el enemigo a abatir ha quedado meridianamente claro en las revueltas parlamentarias de finales del mayo-principios de junio de 2018, porque hasta lo que parecía más impredecible, mudable y confuso tenía una finalidad: Hacer imposible que en unas elecciones próximas y generales pudiese llegar al poder el partido que defendía premisas incompatibles y antitéticas del bloque parásito. Aquí sí que ha habido un manejo magistral de los tiempos, postergando la renuncia a la Presidencia del Gobierno para el momento en el que ya ésta no podía implicar oportunidad política alguna para el adversario real, al que los votantes hubieran apoyado.

Era, y es, indispensable para las tribus (de terruño, de género, de subvención, de pensión vitalicia si son reinas por un día, de puesto y sueldo permanentes tanto si están en la primera fila como en la segunda, sea cual fuere el tamaño del clan) mantener la cárcel dual y el anatema. Ocurre que les ha surgido un enemigo auténtico, dotado de un discurso y de una trayectoria joven y fresca, que defiende exactamente lo que a los dos grandes clanes tradicionales, que actúan como plataformas de distribución entre sus respectivas clientelas y las tribus más pequeñas, les resulta insufrible: La España de ciudadanos libres e iguales. Simplemente, con una claridad, precisión y racionalidad tanto más peligrosas, en su obviedad, precisamente por ser obvias. Había que unirse, todos, contra la desacostumbrada amenaza, cuyos adeptos se extendían peligrosamente entre la población.

Para ello se llevó a cabo una operación bien trazada y escalonada, de incompatibilidades aparentes, de luchas e improperios llamativos, de súbito redescubrimiento de corrupciones añejas, de escándalos calculados y sorpresas de último minuto. Urgía evitar en el país elecciones generales y garantizar, con intercambio de cromos, la estabilidad y continuación de los clanes. Nadie, de no haber existido la ficticia y mediática cárcel dual y el intensivo calentamiento previo, hubiese creído que sólo por simple azar se había fijado el foco, muy poco antes de la maniobra final, con categoría de grandes noticias en hechos acaecidos hacía lustros. Era igualmente imposible creer en la pura coincidencia de que a las tribus nacionalistas más jugosamente engordadas y vistosamente insumisas se les garantizara y blindara de manera legal nuevas prebendas, parias e impunidades justo en vísperas de que un tribunal, también casualmente, denunciara al firmante de los ya irreversibles acuerdos y millonarias donaciones. Atados y bien atados los respectivos intereses, brota de forma inesperada una moción de censura a causa de la igualmente oportuna sentencia legal sobre corrupción del partido hasta entonces en el poder. Con rapidez vertiginosa, cambia el Gobierno, se asegura con el nuevo, y con su aparente alternativa opositora, la continuidad nutricia del racimo de parásitos de diversa categoría, y se afianza, en horas veinticuatro, el blindaje y ataque contra el partido foramontano que defiende la igualdad y libertad reales, se distrae la atención con la dimisión -ya inútil respecto a un cambio real- del anterior Presidente y se posponen sine díe las elecciones generales.

Naturalmente, amén de la burda cadena de aparentes casualidades, convendrá a la estrategia el mantenimiento y exhibición ocasional de al menos dos Tarascas espantables destinadas a erosionar y captar sectores que podrían apoyar al único enemigo real del bloque parásito, el partido al que sí favorecería, al aire libre de las urnas, gran número de ciudadanos. Es imprescindible, en este sentido, rellenar con temor, rencor y victimismo el todavía útil icono Izquierda y procurar que, como en los títeres, infunda miedo, asalte las calles y mordisquee de cuando en cuando la mano oficial que lo nutre. Nada mejor para ello que, mientras cara al exterior se tranquiliza a la economía internacional, en el interior se potencien la indefensión y el atraco legal del desdichado ciudadano atrapado por el fisco, por el delincuente que reincide hasta el infinito sin mayores consecuencias, por el okupa ante el que nadie ampara al agredido, por la enseñanza mísera henchida de consignas en todos los dialectos, por una justicia inútil en la práctica para quien carece de respaldo y no puede permitirse pagar abogados por los virreyes de las diferencias, las independencias y los fueros y por los pretorianos ( y pretorianas) del orgullo de género.

En el otro extremo del espectro, es bueno para el bloque parásito una presencia política de lo que se venderá como extrema derecha, tomando como materia prima la amalgama de gente honesta que defiende causas tan nobles como la de las víctimas del terrorismo, la denuncia de estafas y cohechos y la unidad nacional, pero que puede acompañarse de brotes irracionales, de fundamentalismo clerical en el peor sentido de la palabra, de sectores que tienen una alergia irreprimible -sazonada a veces, de manera nada sorprendente, de filoislamismo- a la libertad sexual, de gentes de peligrosa incapacidad para el análisis concreto de la compleja sociedad de individuos libres cuyos intereses son incompatibles con la sumisión animal a la naturaleza. Es el caso de las banderías antiaborto, sacadas sin venir a cuento, como si de defender el aborto forzoso se tratara, de un simplismo burdo que parece temer al mundo en el que vive y se complace en despreciar lo que ignora. Los movimientos Pro Vida no se han ocupado jamás de las vidas de las mujeres sometidas a una servidumbre puramente biológica y liberadas tan sólo, no por la lírica ni la metafísica, sino por los anticonceptivos, y a las que, por lo visto, habría que obligar por fuerza, como en toda dictadura que se precie, desde el minuto cero del embarazo, a llevar a término la gestación. Para el Bloque Parásito es una bendición la Tarasca del conservadurismo a ultranza. La Clientela con pretensiones de indefinida permanencia, que es y ha sido la única realidad política vestida del chantaje Izquierda/Derecha, precisa del fanatismo integrista, de la intransigencia preconciliar que espante e inspire repulsión a cualquier liberal, laico y agnóstico. Son el Doctor Jekyll extremaderecha del Hyde extremaizquierda destructor antisistema, mafias de todo género incluidas, que amenaza, si no se le nutre con propiedad privada y puestos estatales, con devorar derechos, libertades, bienes, sociedad civil y clase media.

Pese a lo que pudieren proclamar en declaraciones tranquilizadoras, el clan del chantaje y el de los cómodamente chantajeados, asistidos de sus coros y danzas de las taifas nacionalistas, van a prolongar y manipular el espacio que media entre junio de 2018 y las elecciones generales. Cuidarán como oro en paño y nutrirán gozosos a cuantos movimientos accesorios les permitan robar fluido de voto al único partido que es su oponente y pondría en peligro el maná, que siempre paga alguien y del que gratuitamente ellos se alimentan. Cierre de filas contra el adversario, ordeñe hasta la sequía de la ubre estatal y sonrisa de modernidad fiable hacia el exterior. Hay ya ciertamente una búsqueda y/o fabricación febril de supuestos escándalos, contradicciones, corrupciones y quién sabe si montajes de mayor calado que eliminen al líder del solo partido real de la oposición, el que defiende la sociedad y el país que desea una mayoría de ciudadanos privada de voto, de palabra e incluso de salida de una cárcel dual de cuya llave tienen copias todos los parásitos: nacionalistas, nanonacionalistas, aforados medievales, antisistemas de nómina, nóminas vitalicias del sistema, tribus de género, clientelas sociales creadas al efecto y víctimas profesionales. Y esta prisión sí ha sido diseñada por sus beneficiarios como perpetua y no revisable.

Pero es una cárcel frágil. Sin el silencio respecto a los puntos esenciales que encubren progresismo, modernidad, diversidad y diálogo los barrotes se disolverían porque, como en los interrogantes sobre el 11 M y la incalificable vileza del aprovechamiento de la matanza y la manipulación electoral, basta con que un hilo moral se desprenda de la trama. El silencio, ahora como antaño, es tanto más ruidoso cuanto que se impone por presión social, política y mediática a la mayor parte de la población. La consigna es que no hay que comentar, ni mostrar extrañeza, por el extraño giro que provoca, catorce años después, en tres días el cambio de Gobierno. Apenas nadie hace el menor hincapié sobre los prolegómenos y la obvia preparación de la maniobra, la magnificación y difusión de delitos o simples faltas que datan de lustros, mientras que se omiten, siempre, los grandes, probados y continuados desfalcos y se amenaza con vídeos de ridícula envergadura como en la Edad Media con dagas.

La menor reflexión, el hilo más insignificante que salte de la trama, pueden inclinar la balanza en sentido contrario a los resultados electorales planeados según los cuales seguirían incólumes y seguras de la pitanza ambas clientelas, las mafias sociales intocables de género y número, los nacionalistas, norte y este, de las nueces y las mariscadas con sabor a bala y a muerto y los promotores de la estulticia educativa y lingüística. Si ese hilo salta -y finalmente saltará-, el único partido que defiende la igualdad y libertad de los españoles tendrá más votos que nunca.

 

Mercedes Rosúa

[1]Junio de 2018

[1] A fecha de junio del 2018, este escrito se refiere al partido de Ciudadanos.  Lo que sea en el futuro se verá por el único baremo fiable: Sus actos y los métodos a los que recurra.

 

02/1/18

ISRAEL 2018-SIN MURO

Rabino dubitativo-Cuadro de Chagall

ISRAEL. SIN MURO

 2017-18

 

Vuelta a Israel tras más de dos décadas. No deja de ser una trágica ironía que hoy por hoy el único movimiento y partido político con importante peso en su Gobierno que presenta los rasgos del alemán de los años cuarenta sea el judío ortodoxo. Véase: Superioridad de raza elegida, por Dios en este caso, lo que lógicamente significa que las otras no lo fueron, fundamentalismo que toma como base premisas religiosas para justificar actuaciones y leyes, y componente de herencia biológica o, a veces, admisión cuidadosa de conversos. En cualquier otro caso la comunidad internacional se le hubiera echado encima. No en del judío ortodoxo, que ha ganado grandes cotas de poder en Israel desde hace pocas décadas y se extiende y afirma sin posibilidad de crítica externa alguna por la inmensa losa de mala conciencia mundial del Holocausto. Los ideólogos nazis estarían felices si pudiesen observarlo. Es poco probable que en las altas esferas alemanas se creyera realmente que iban a exterminar a todos los judíos y a su descendencia, pero hoy, no satisfechos con el exterminio de seis millones de personas, disfrutarían inmensamente con la contemplación del Mal simétrico, aunque sea en un formato mínimo y sin genocidios, reproducido en el mismísimo corazón del enemigo. Con el apoyo de la América del Orden Nuevo, el blanco piadoso y bíblico y toda crítica silenciada o tibia por el chantaje de los horrores del Tercer Reich, el temor al terrorismo y conflictos de Oriente Medio y por la sensación de que Israel, cualesquiera que sus iniciativas y formas de actuar sean, es una cuña defensiva de la civilización y de Europa. Su muro (ésta es época de poner puertas al campo) se extiende en longitud y en altura en la psicología popular mucho más que sus dimensiones reales, es percibido por Occidente como un dique de contención de fuerzas ingobernables, criminales y violentas, el único freno ante una masa homogénea que no lo es. No hay tal homogeneidad ni un bloque árabe. A la irracionalidad islámica corresponde en los sectores ortodoxos de Israel otra irracionalidad fría y desdeñosa, como no podía ser menos en un credo milenarista, ajustado al esquema e interpretación de textos sagrados y a las supuestas palabras de antiguos patriarcas, basado en la práctica de infinitos preceptos, ritos y prohibiciones alimenticias que hacen imposible cualquier asimilación, mezcla y vida social común.

La carga mística

En el judaísmo ortodoxo todo parece encaminado al aislamiento profiláctico de los gentiles y a perpetuar el estado de víctima. Su monumento es un resto de panel de muro, las ruinas del Templo de Salomón están en el subsuelo, en alguna parte, y conviene que allí permanezcan, y que el Templo -que según las maquetas mostradas no era sino un ara de sacrificios amurallada y sin mayor mérito arquitectónico-no se reconstruya. El contraste con la hermosura de la Cúpula dorada de la gran mezquita sobre su base de mosaicos azules y con las muchas iglesias cristianas, menos bellas pero históricamente entrañables y cuajadas de tesoros, es flagrante, y probablemente voluntario. Hace falta un Muro, una Ausencia, para lamentarse, siempre, del paraíso perdido, y no cesar el llanto jamás. Porque la añoranza separa y es exclusiva, no comparte futuro. Las excavaciones de la Casa, o casas, de David, los palacios de Herodes, las profundas cisternas que abastecían de agua, son colinas enteras, piedra sobre piedra, megalíticas, notable ingeniería sin belleza excepto en retazos romanos, pero con clara voluntad de implantación y de poder en lugares que debieron de ser ásperamente disputados con los que allí, en esas zonas de acuíferos, estaban asentados.

Muro de las Lamentaciones

Es inimaginable un país que pretenda definirse por una recopilación de escritos religiosos de hace siglos o miles de años, aunque el libro haya resultado ser un best seller. La irracionalidad no por tratarse de la Biblia es menor cuando se  pretende fundamentar en ella leyes, normas, usos, transporte, servicios, la estructura misma del Estado y la delimitación del país y se atribuye, mutatis mutandis, la escritura de propiedad a la voluntad de un dios todopoderoso. No otra es la lógica de guerreros iluminados que reclaman Andalucía para el Islam o la de la Gran Alemania de los miles de años.

Yitzhak (Isaac) Rabin, dirigente judío secular con deseos de paz, acuerdo y dos Estados, fue asesinado oportunamente, ¡oh casualidad!, en 1995 por un fanático judío, el socorrido loco solitario. Acto seguido progresivo, rápido y violento deslizamiento hacia la derecha ultra, religiosa y asentamientos por derecho bíblico. Misticismos aparte, Jerusalén no ha sido siempre la capital ideal. Las ciudades de la costa son otra cosa, abiertas, jóvenes, plenas de energía. El genial proyecto del inteligente y asesino Herodes el Grande de crear un puerto comercial grande, cosmopolita, rico y seguro, que llevó a cabo en Cesarea, puede repetirse y de hecho ya se ha repetido en Haifa y Tel Aviv. La zona es perfecta como nudo comercial y de comunicaciones entre oriente, África y la cuenca mediterránea, como lo fue el Pasillo Sirio. En ella, mezcladas con viviendas, restos arqueológicos de todas las épocas y gentes de todo origen y condición, brotan edificios del siglo XXI. Es el mercado que puede sustituir al de las armas, la plataforma de progreso necesaria, a imitación de lo que fuera, entre Egipto, Oriente y Roma, Cesarea. En 1919, y en adelante, Ben Gurión prefería Tel Aviv porque consideraba que en Jerusalén había demasiados judíos ortodoxos y árabes, una incómoda densidad religiosa a la hora de formar un país moderno. Luego 1947, declaración de la ONU de dos estados, dos guerras, anexión del West Bank. Israel pasa a ser, de la tierra de emprendedores y trabajadores (de los cuales hubieran podido aprender muchísimo los árabes y viceversa) a un poder colonial fundamentalista, agresivo y estupenda garantía para el gran mercado de la guerra de inmensos, seguros y regulares ingresos. La situación de indefinido, centrífugo y garantizado generador de conflictos bélicos es un maná para los comerciantes de armas, que es probable que contribuyeran generosamente a campañas presidenciales estadounidenses.

El antiguo sueño de los fundadores.

Los museos de Israel tienen un muy elevado nivel, buena parte de su material procede de colecciones privadas, con importantísimos fondos arqueológicos de los que tan rica es la región. Sin embargo la calidad de piezas, información y explicaciones se ve lastrada por la inevitable deriva nacionalista oficial que obliga a remitir los hallazgos expuestos a la ancestral presencia judía, la llamada “Eretz Israel” = la Tierra de Israel, el Gran Israel, la Tierra Sagrada, la Casa de David, inmensa ella, que al parecer ocupaba, y debe ocupar en el futuro, el Pasillo Libio, Oriente Medio y lo que se tercie, desde la prehistoria, Adán o antes.

La parte judaica ortodoxa israelí que ha adquirido notable poder temporal es prisionera de su propio mito. Vive encerrada en las paredes de un libro que es su habitación del pánico, y su paraíso como inevitable contrapartida. No son los únicos que se mueven entre los rígidos muros del volumen milenario que adoran cerrados con llave por un dios único que no se distingue por su buen carácter. El patetismo de la situación se ceba, como de costumbre, en las mujeres. Islam y judaísmo coinciden -y tienen como principal asignatura pendiente, sin la que no hay mejora y progreso profundos posibles- en el encono respecto a la feminidad, la libertad y la igualdad de sexos. Esto conlleva también el temor y rechazo a la exhibición corporal, a la piel y pelo descubiertos de las hembras, fuente de excitación pecaminosa para los varones. Las judías ortodoxas, cuyo principal papel es la procreación múltiple,

Joven palestina.

deben ser voluntariamente antiestéticas y tristes en su atuendo. La cabeza, quizás afeitada para evitar la libido del pelo, se cubre con gorra, peluca o turbante. De ahí para abajo la mortecina indumentaria se compone de prendas sueltas, el todo, hasta las suelas de los zapatos, negro, violeta con algo de blanco o gris y algún otro tono preceptivamente oscuro. En comparación las árabes, que no se cubren el rostro en Israel salvo rarísimas excepciones, pueden resultar de gran elegancia, con su maquillaje cuidadoso, finos zapatos y vestimenta variada y colorida.

Naturalmente el fanatismo se ceba, además de en las mujeres, en los niños. Resulta particularmente triste ver en las familias ortodoxas judías niñas de cinco años ataviadas en negro riguroso, con gruesas medias, manga larga, cuello alto, acompañadas de los numerosos hermanitos  vestidos a su vez, permanentemente, de enterrador. Esta opresión y privación del sol y el aire tiene una finalidad muy precisa, por ello el

Joven judía

pañuelo islámico no es un detalle banal: Las mujeres sirven, para todo fundamentalista que se precie, de portaestandartes cara al público, de banderines sociales para que quien las mire sepa la filiación, sumisión y pertenencia de la familia. Su pretendida elección libre de vestimenta es nula. La violencia doméstica cierta. La libertad y el bienestar de los niños y de miles de mujeres importan muy poco a los exquisitos adalides del relativismo y  la diferencia, a los bien pagados y bien alabados por los señores del petrodólar, a los occidentales defensores a ultranza del derecho del pater familias a disponer de su prole a costa de la niña a la que se adoctrina en la discriminación desde su infancia.

Los árabes israelíes arrastran sus propias cadenas sin necesidad de que los judíos se las impongan. Todavía hoy hombres hechos y derechos, de fluido inglés y aspecto moderno, aceptan los matrimonios pactados por las familias, la ruptura de noviazgos y amores porque el padre de ella no accede a la boda y dispone, como su propiedad, de su hija. Y, por supuesto, las autoridades ignoran los crímenes «de honor» y los matrimonios infantiles. Los árabes israelíes siempre han sido, sin embargo gente avispada, emprendedora, juguete de bandas belicosas pero con un potencial superior a muchos de sus vecinos aguzado por las circunstancias  y la diáspora. Los palestinos eran, y pueden volver a ser, gente avanzada y abierta en el mundo mal llamado árabe. Otro Israel hubiese podido, podría ser posible porque es evidente, más allá de la cárcel de los mitos, el papel peculiar que puede tener esa zona de fusión (si las ortodoxias lo permiten) y de intercambio. En el caso de que, para gran desesperación de los vendedores de armamento, la población siga una corriente exactamente inversa a la de estos últimos lustros.

Al otro lado del invisible muro de la soberbia ortodoxa está la gran cantidad de israelíes que aspiran a un Estado moderno y laico y rechazan la perspectiva de un futuro de continuo enfrentamiento basado en la superioridad bélica. Los palestinos, por su parte, tampoco arden en deseos de vivir como en

Paloma de la paz navideña herida.

Arabia Saudita, Afganistán o el avispero libio. Y ninguno parece muy dispuesto a continuar, por ejemplo, la tradición genealógica con un sacrificio humano, frustrado no porque el padre de Isaac se negara a degollar al niño sino por intervención in extremis del dios de Abraham. Ni judíos ni moros ni gentiles repetirían el experimento con su primogénito. Por si el Altísimo no se presenta.

M. Rosúa

04/1/17

Educación y miedo

EDUCACIÓN Y MIEDO

M. ROSÚA

   La educación está en alerta roja. Las directivas cardinales del Gobierno, acuciado por la caducidad de un poder que creía indefinido, son fundamentalmente tres: Ocultar el fraude económico y la regresión académica de lo que se presentó como reforma educativa y es en realidad la quiebra de la enseñanza pública, continuar controlando los muchos miles de puestos en los que ha colocado a una clientela agradecida y servil, intimidar al resto del profesorado, que anteriormente ocupaba sus categorías, cuerpos profesionales y niveles por méritos propios objetivos y académicos, y obligarles al silencio, a la aparente colaboración voluntaria con la reforma y a la obediencia automática como actitud propia del funcionario.

"Y, como te levantes, te mando a hacer pirámides"

«Y, como te levantes, te mando a hacer pirámides»

   Para ello se recurre al miedo. Continue reading